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Freud no habla del término personalidad, sino  que habla de la descomposición de la personalidad psíquica. 

La escisión es para él, el resultado de un conflicto. Y se habla de tal cuando, en el sujeto, se oponen exigencias internas contrarias. 

Dice que "el ser humano enferma a raíz del conflicto entre las exigencias de la vida pulsional y la resistencia que dentro de él se eleva contra ellas. [...] El yo es por cierto el sujeto más genuino [...] Ahora bien, puede tomarse a si mismo por objeto [...] para ello, una parte del yo se contrapone al resto. El yo es entonces escindible, se escinde en el curso de muchas de sus funciones, al menos provisionalmente. Los fragmentos parcelados pueden reunificarse luego. [...] Si arrojamos un cristal al suelo se hace añicos, pero no caprichosamente, sino que se fragmenta siguiendo líneas de escisión cuyo deslinde, aunque invisible, estaba comandado ya por la estructura del cristal. "   

Freud, 31a. Conferencia 

El conflicto puede ser manifiesto o latente, pudiendo ser expresado de un modo deformado (síntomas, trastornos de conducta, etc.), y a través de la investigación se puede conocer las conexiones o lazos entre el síntoma y los recuerdos de sucesos pretéritos, y a su vez por medio de ellos descubrir la finalidad (beneficio) o sentido del mismo.

Por lo tanto, el síntoma neurótico, se define como el resultado de una transacción o compromiso entre dos grupos de representaciones que actúan como dos fuerzas de sentido contrario, y ambas de forma igualmente actual e imperiosa. 

Ahora bien, "el conflicto patógeno de los neuróticos no puede confundirse con una lucha normal entre mociones del alma, situadas en un mismo terreno psicológico. Es una disputa entre poderes de los cuales alcanzó el estadio de lo preconsciente y consciente, mientras que el otro fue contenido en el estadio de lo inconsciente. Por eso no puede lograrse el acuerdo."     

Freud, 27a. Conferencia, 'La Transferencia'. 

Freud parte del síntoma para investigar como está formado el aparato psíquico, ya que lo considera lo más ajeno al yo dado que proviene de lo reprimido.

La primera concepción tópica del aparato psíquico se presenta en el capitulo VII de 'La interpretación de los sueños' (1900), pero puede seguirse su evolución a partir del Proyecto de Psicología (1895), donde se distinguen tres sistemas: inconsciente, preconsciente y consciente, cada uno de los cuales posee su función, su tipo de proceso, su energía, sus contenidos representativos. Entre estos sistemas, Freud sitúa las censuras, que inhiben y controlan el paso del uno al otro.

A través de la hipnosis se da cuenta que hay un sector que el paciente no conoce y en principio trata de dar sostén neurofisiológico al aparato psíquico (localización anatómica), es lo que denomina doble conciencia (estado hipnoide) Freud, Estudios sobre la histeria (1895)

Freud, en los esquemas del capitulo VII de 'La interpretación de los sueños', postula la existencia de una sucesión de sistemas mnémicos constituídos por grupos de representaciones caracterizados por leyes de asociación distintas. Y dice que la diferencia entre los sistemas es correlativa de una cierta ordenación, de tal forma que el paso de la energía de uno a otro punto debe seguir un orden de sucesión determinado: los sistemas pueden ser recorridos en una dirección progresiva, o en sentido regresivo.

A través del estudio del sueño se da cuenta que el inconsciente no es biológico, sino alucinatorio, por lo tanto cuando explica como funciona el sueño paralelamente está explicando como funciona el inconsciente. 

El termino 'regresión' ilustrado en el fenómeno del sueño consiste en pensamientos que pueden adquirir un carácter visual que llegue hasta la alucinación, regresando así a los tipos de imágenes más próximos a la percepción, situada en el origen del recorrido de la excitación; por lo tanto todo el proceso psíquico se sitúa entre una extremidad perceptiva y una extremidad motriz del aparato.

El concepto de 'lugares psíquicos', implica, que cada parte es exterior a las demás y posee una especialización propia. Además, ofrece la posibilidad de fijar un determinado orden de sucesión (no evolutivo[1]) a un proceso que se desarrolla en el tiempo (desarrollo libidinal): las transcripciones que se siguen unas a otras constituyen la operación psíquica de épocas sucesivas de la vida, entre dos de estas épocas tienen que producirse la traducción del material psíquico; la primera transcripción serian los signos de percepción, la segunda seria la inconsciencia y la tercera el pre- consciente (que está ligado a la representación palabra).

Por último, la comparación que establece entre el aparato psíquico y un aparato óptico (microscopio compuesto), aclara lo que Freud entiende por lugar psíquico: los sistemas psíquicos corresponderían a los puntos virtuales del aparato, situados entre dos lentes, más que a sus piezas materiales.

A partir de 1920, Freud elabora lo que comúnmente se conoce como la segunda tópica, ya que descubre la influencia de las diversas identificaciones en la constitución del sujeto y las formaciones permanentes que aquellas depositan en el seno del mismo (ideales, instancias criticas, imágenes de si mismo, etc.)

Esta segunda tópica hace referencia a tres instancias: Ello, Yo y Super yo.

* Ello: "Parte oscura, inaccesible de nuestra personalidad. [...] Una caldera llena de excitaciones borboteantes. Imaginamos que en su extremo está abierto hacia lo somático. [...] Desde las pulsiones se llena de energía, pero no tiene ninguna organización, [...] solo el afán de procurar satisfacción a las necesidades pulsionales con observancia del principio de placer. Las leyes de pensamiento no rigen. [...] para los procesos del ello. Mociones opuestas coexisten unas junto a las otras sin cancelarse entre sí ni debilitarse; a lo sumo entran en formaciones de compromiso bajo la compulsión económica dominante a la descarga de energía. [...] No hay ningún reconocimiento de un decurso temporal y [...] ninguna alteración del proceso anímico por el transcurso del tiempo. Mociones de deseo que nunca han salido del ello, pero también impresiones que fueron hundidas en el ello por vía de represión, son virtualmente inmortales, se comportan [...] como si fueran acontecimientos nuevos. Sólo es posible discernirlas como pasado, desvalorizarlas y quitarles su investidura energética cuando han devenido conscientes por medio del trabajo analítico, y en eso estriba, no en escasa medida, el efecto terapéutico del tratamiento analítico. [...] El ello no conoce valoraciones, [...] desplazamientos y condensaciones son característicos del ello."    

Freud, 31a. Conferencia.   

* Yo: "Es el órgano sensorial de todo el aparato, receptivo además no sólo para excitaciones que vienen de afuera, sino para las que provienen del interior de la vida anímica. [...] El yo es aquella parte del ello que fue modificada por la proximidad y el influjo del mundo exterior, instituida para la recepción de estímulos y la protección frente a estos. [...] El vínculo con el mundo exterior se ha vuelto decisivo para el yo; ha tomado sobre sí la tarea de subrogarlo ante el ello y por la salud del ello, que, en su ciego afán de satisfacción pulsional sin consideración alguna por ese poder externo

violentísimo, no escaparía al aniquilamiento. Para cumplir esta función, el yo tiene que observar el mundo exterior, precipitar una fiel copia de este en las huellas mnémicas de sus percepciones, apartar mediante la actividad del examen de realidad lo que las fuentes de excitación interior han añadido a ese cuadro del mundo exterior. Por encargo del ello, el yo gobierna los accesos a la motilidad, pero ha interpolado entre la necesidad y la acción el aplazamiento del trabajo de pensamiento. [...] Así ha destronado al principio de placer, [...] sustituyéndolo por el principio de realidad. [...] El vínculo con el tiempo, [...] es proporcionado al yo por el sistema percepción; [...] da origen a la representación del tiempo, [...] lo que singulariza muy particularmente al yo, a diferencia del ello, es una tendencia a la síntesis de sus contenidos, a la reunión y unificación de sus procesos anímicos. [...]  En el aspecto dinámico es endeble, ha tomado prestadas del ello sus energías. [...] el yo se ve obligado a realizar los propósitos del ello, y cumple su tarea cuando descubre las circunstancias bajo las cuales esos propósitos pueden alcanzarse lo mejor posible. [...] El yo se ha divorciado de una parte de ello mediante resistencias de represión {de desalojo}. [...] El pobre yo [...] sirve a tres severos amos, se empeña en armonizar sus exigencias y reclamos. Estas exigencias son siempre divergentes, y a menudo parecen incompatibles. [...] Estos tres déspotas son el mundo exterior, el superyó y el ello. [...] Se siente apretado desde tres lados, amenazado por tres clases de peligros, frente a los cuales en caso de aprieto reacciona con un desarrollo de angustia."    

Freud, 31a. Conferencia.   

* Super yo: "Separación de una instancia observadora del resto del yo". La conciencia moral, la auto-observación, la formación de ideales son funciones del mismo.

Es el heredero del Complejo de Edipo, es decir que se forma con la interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales, "por la prolongada dependencia de la criatura humana de sus progenitores. [...] Es la subrogación de todas las limitaciones morales. [...] En el curso del desarrollo cobra además, los influjos de aquellas personas que han pasado a ocupar el lugar de los padres, vale decir, educadores, maestros, arquetipos ideales. También es el portador del ideal del yo con el que el yo se mide, al que aspira alcanzar y cuya exigencia de una perfección cada vez más vasta se empeña en cumplir. Lo normal es que se distancie cada vez más de los individuos parentales originarios, que se vuelva por así decir más impersonal."  

Freud, 31a. Conferencia.

 



[1]  No evolutivo, en tanto debe entenderse que Freud habla de fijaciones libidinales y   de regresiones a tales fijaciones. Es decir, el concepto de temporalidad en Freud no es  lineal, sino que consta de dos momentos, siendo el segundo el que le da valor al primero.

 

 

 

 

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