Escríbenos !!!
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Hay familias que no permiten a sus miembros constituirse como individuos separados, con una forma de pensar y de actuar propia. En estas familias, las interrelaciones se rigen por una especie de
"libretos" (mandatos rígidos) que corresponden a distintos papeles. Es decir, las relaciones no se darían entre personas, Juan y Ana, sino entre funciones: esposo - esposa, madre - hijo, etc. Los libretos pueden decir, por ejemplo: "aquí todos nos queremos, nunca nos enojamos " y entonces no se permite a nadie expresar su bronca, manifestar su agresión. De hecho no se permite a nadie salirse del libreto porque cada uno existe sólo en función de la relación con los otros. El padre es "padre sacrificado trabajador que mantiene a sus hijos", sólo por que hay hijos a los que él tiene que mantener. Esta puede ser una situación aceptable cuando hay niños pequeños, pero a veces esta manera de relacionarse se rigidiza a través del tiempo y el padre puede seguir resolviendo los problemas económicos de sus hijos ya mayores no dando lugar a que estos se desarrollen por sí solos; en este ejemplo el libreto sería: "padre trabajador y sacrificado - hijos fracasados laboralmente". Disfraces. En otras palabras, se empiezan a alterar los ciclos evolutivos normales para permitir sostener el libreto común y los respectivos roles (disfraces). Muchas de las veces aparecen patologías para evitar el cambio de funciones. A nadie, en estas familias, se le ocurre cuestionar el papel que les toca ni intentar quitarse el disfraz; acabando por creer que así son. Pero ¿por qué nuestros padres nos ponen disfraces? Porque ellos tampoco han aprendido a mirarse internamente, no han tenido experiencia de ser vistos tal como son en esencia y reconocerse. Ahora bien, hay varias clases de disfraces; cuando nacemos entramos en el disfraz fundamental, que es como si fuera un molde y conforme a este vamos creciendo llegando a creer que es nuestra piel. Sin embargo, a lo largo de la vida vamos ocupando distintas posiciones, vamos tomando otros disfraces secundarios que intercambiamos según las circunstancias o nos ponemos unos arriba de otros, y creemos que ser nosotros mismos es vestirnos con los disfraces que nos gustan. Un ejemplo muy de estos años 90' es el disfraz femenino de: mujer decente, el de trabajadora responsable, el de ama de casa, el de buena madre, el de apasionada amante todos superpuestos, trayendo como resultado más depresiones, estrés, frigidez, entre tantas otras. A veces pasamos la vida tratando de ser libres y lo que hacemos es ponernos otros disfraces que nos gustan más o que nos aprietan menos. Yo no tengo nada en contra de los disfraces, es más, los considero muy útiles para usarlos en los lugares adecuados; hay circunstancias donde me gusta aparecer como una mujer fuerte e independiente, pero si se le pincha una llanta a mi coche adopto rápidamente el de mujer desvalida para que alguien me ayude a cambiarlo.
Los disfraces se vuelven recursos cuando podemos quitarlos y ponerlos a voluntad. El problema es confundirlos con la piel y creernos que el disfraz
es nuestra esencia.
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