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Habla José Larralde

 

INDOMABLE

 

José Larralde vive para cantar sus verdades. “Que no buscan ser las únicas. Son las mías”, aclara del otro lado de la línea.

 

El cantor de Huanguelén está en gira permanente, vive del contacto con el público, pero aun así impone naturalmente su estampa de indomable. De artista intransigente y difícil de conmover cuando hay muestras de adhesión. En tono amable, este duro de nuestro cancionero conversó con La Voz del Interior. “Mi laburo es siempre en vivo –dice–. ¡Hay que laburar, viejo! Si no te comen los piojos. No hay que darle muchas vueltas. O laburás o perdiste. Por lo menos, hasta que me den los huesos. Después, al geriátrico”.

 

–¿Está haciendo nuevas canciones?

 

–La mayoría de los que andamos en esto, los que escribimos y tocamos la viola, siempre tenemos inspiración. Y yo no sólo hago canciones. Escribo cosas sueltas, ensayos. Leo. Lo importante es estar ocupado.

 

–¿No lo intranquiliza no estar en el mercado con un nuevo disco? Su último disco, “A las 11-1/4”, es del ‘99.

 

–No, en absoluto. Entre originales y refritos que han hecho las compañías, debe haber 60 y pico de discos míos en la calle. No me preocupa. Además, para hacer cosas no hay que ser pijotero. Hoy es muy caro hacer un disco. Porque no sólo tenés que grabarlo. Después, tenés que publicitarlo. Un poco más adelante, si cambia un poco el asunto, voy a publicar algo. Material tengo mucho. Además, soy bastante fiaca para meterme en los estudios.

 

–¿Usted graba de primeras tomas, no?

 

–Sí, con mi técnico arrancamos a las 9 y para las 12 ya tengo el disco listo.

 

–Esa es una situación inédita para cómo se concibe la música folklórica hoy.

 

–Bueno, eso pasa cuando se trabaja con muchos músicos, cuando hay arreglos escritos para ellos. Pero lo mío es: escribo, me siento con un atril y grabo de primera intención. A veces, pongo la música en el momento. Lo mío es rapidísimo. Se tarda más tiempo en ecualizar. Tiene que ser así, fresco.

 

–¿Sobre qué versan sus nuevas canciones? ¿Tiene alguna preocupación especial?

 

–La mía siempre es la misma preocupación. De hecho, tendría que haber hecho un tema y no haber escrito nunca más. Es bastante redundante mi preocupación. Yo hago un poco el laburo de ustedes, los periodistas, con la diferencia de que su proceso tiene otra velocidad y al rato sacan una noticia. Acá podés tomarte un tiempo. ¡Si las macanas de ahora se van a repetir dentro de 50 años! Discépolo es la prueba, escribió Cambalache hace 70 años y parece que es para mañana. Eso no me causa ninguna gracia. Ojalá las cosas anduvieran lindo y uno tuviera que cantarle a las flores, al amor y a alguna china por ahí.

 

–No me lo imagino así, siendo que tiene fama de “pocas pulgas”. Se sabe que está incómodo si no dice verdades.

 

–Son mis verdades, ojo. Soy democrático en este sentido y entiendo si a otros nos les parecen tan rotundas. Yo tiro la bronca. Y me siento con derecho a hacerlo porque voto y pago mis impuestos. No sé qué pasará con la guita de la caja para atrás, pero yo cumplí con llevarla hasta ahí. Toda mi vida he cumplido. Jamás he dejado de cumplir con el Estado. Tengo derecho a hablar. Y aquel que no lo hace, que se joda. El Estado somos todos. Nosotros somos el país. El Gobierno es el que tiene que administrar nuestros recursos. Y hay que prestar atención.

 

Tolerante

 

–¿Y cómo encuentra esa cuestión hoy?

 

–La verdad es que estoy bastante conforme. A (Néstor) Kirchner lo conozco de mentas, no personalmente. Pero yo ando mucho por la Patagonia y sé que allá lo aman. Todo el mundo decía que la mujer era la jodida, que esto y el otro. Yo siempre decía, ya van a ver lo que es este tipo. Y bueno, rompió con un montón de moldes. Y me parece bien. Lo que no me gusta, es que haya un montón de p... a lo que les importe más si se prende el saco, o no.

 

–¿Por qué razón?

 

–Me parece que este hombre no le deja lugar a los petardistas, que siempre están. Si no lo querés apoyar, bárbaro, pero tampoco lo jodas todo el tiempo. Aparte, el tipo se puede equivocar. Y que los gobiernos se equivoquen, a mí no me molesta siempre y cuando sea de buena leche. Eso se puede reparar. Me jode cuando son delincuentes.

 

–¿Se siente reivindicado cuando se lo asocia al campesinado?

 

–Me defino como un cantor orillero. He trabajado tanto en el pueblo (de albañil, de mecánico, de camionero) como en el campo (alambrando, sembrando, cosechando). He estado en la orilla y no en el centro de la escena. No he sido un jinete, por ejemplo. Cuando vine a Buenos Aires, fui metalúrgico. Las orillas me inspiraron. Pero me encasillaron como folklorista porque en Sadaic están los rubros. Y hay que ponérselos.

 

Sabia estampa. José Larralde canta sus verdades, nacidas de experiencias en las orillas.

 

–¿Dónde vive, Don José?

 

–Donde me agarre la noche y al lado. En este momento, estoy en Buenos Aires.

 

–¿Y cómo se siente allí?

 

–Estoy bien en cualquier lado. El hombre hace su propio mundo. Podés estar en el medio del despelote y, aun así, sentirte aislado. Y por ahí estás en el medio del campo, solo, y te sentís acompañado. No sé si es de nacimiento o una gimnasia, pero yo vivo así. En mi mundo. Vivo acá en una avenida transitada, y me siento igual que a la vera del río, pescando. Si no llegás a eso, puede que te moleste la soledad, el subte, los aviones; todo. Pegate un tiro, entonces.

 

La posibilidad de que José Larralde vuelva a los festivales folklóricos de verano, es absolutamente nula. Se conoce su condición de difícil de contratar por parte de las comisiones organizadores. Pero ahora sienta posición de modo radical.

 

“Uno no participa porque no le gusta hacer de bufón. No voy no sólo por mí sino por la música que represento, que no puede ser interpretada en medio del bullicio”, dijo el cantor.

 

Fuente: La voz del interior, 26 de septiembre de 2003.

 

[Se permite la reproducción citando Ratacruel.galeon.com como fuente]

 

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