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La Banda de la Vía

 
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La Historia

Mas allá de cualquier experiencia personal trataré de reflejar en esta narrativa la historia de la banda de la vía, vivenciada por mí, un integrante de ella.

Seguramente faltaran datos para completarla así que apelaré a la comprensión de todos ustedes, ya que no he sido participe desde el principio.

Todo comenzó en el barrio Nuñez. En ese entonces algunas calles eran empedradas, no existía el tránsito de ahora, la mayoría de las viviendas eran bajas exceptuando la torre de Grecia que siempre estuvo.

Aunque el barrio ha crecido mucho, se puede decir que ha conservado muchos lugares como la plaza de la estación Nuñez, el Colegio Badía (que lo han tirado y reconstruido de nuevo) donde muchos de nosotros hemos estudiado la primaria, la plaza Alberdi, y lugares que el tiempo no podrá borrar como el Estadio River Plate, la zona comercial de la Av. Cabildo, el Estadio Obras, el Club Muni, Defe y Barrancas de Belgrano.

Cuando llegué a la banda tenía aproximadamente 15 o 16 años.

En ese entonces, no recuerdo en que circunstancia exactamente pasó, ni porqué pero el hecho fue que un día me los crucé y eran un gran número.

Los primeros que pude conocer fueron Rubén, Lito, Pini, Cuqui y Abemus Papa como ahora le decimos.

Todos eran muy particulares y cada uno poseía una característica que los distinguía del otro.

La sensación que tuve fue que se llevaban muy bien, eran unidos y por sobre todo se querían y valoraban. Eran muy abiertos y divertidos y a su vez tenían una gran cuota de inocencia típica de la edad.

Al transcurrir los días los encontraba mas seguido y fuí conociendo poco a poco al resto de la banda, Fabio, Anibal, Tito, Panchito y el Pingo (hermano de Pini).

Hasta ahí creo que éramos todos, luego con el tiempo fueron sumándose Marcelo Franji, el negro Marcos, el Pana, Juan y Viviana (la hermana de Rubén) que aparecía de vez en cuando.

Lo mas asombroso de todo esto fue que la mayoría vivíamos a una cuadra como máximo dos del punto de reunión que nos caracterizaba, la gloriosa barrera de Iberá y Grecia, esa barrera que durante años la hemos acompañado día, tarde y noche.

A medida que transcurría el tiempo conocí a las familias de cada uno ya que para reunirnos lo habitual era tocarnos los timbres de nuestras casas  donde a veces entrábamos a compartir un momento.

Las actividades que desarrollábamos en ese entonces era realizar largas caminatas nocturnas por Av. Cabildo y alrededores, jugar al fútbol en la plaza o en los bosques de Palermo, a veces íbamos a ver el río o a pescar y los fines de semana salíamos todos a bailar si teníamos dinero porque era muy normal que nos encontráramos sin un peso.

Obviamente sería imperdonable que me olvidara de contar las caminatas que realizábamos de noche por la vía muerta y las coladas en tren hasta Retiro o Tigre.

Era una época en la que improvisar una diversión era un arte porque no existían los cibers café con juegos en red, ni las computadoras en la que los chicos se la pasan jugando horas.

Creo que muchas de las aventuras que hemos vivido todos no podrían haber sido nunca hoy en día ya que los códigos de barrio están desapareciendo cada vez mas en la capital federal.

A medida que iban transcurriendo los años fuimos disfrutando todo tipo de experiencias en las que por momentos estábamos en apuros pero milagrosamente siempre salíamos bien parados.

Entre las aventuras que recuerdo podría citar tantas que se podría llegar a hacer un libro con todas ellas, es por eso que decido no contarlas al menos en esta sección de página.

Pero lo que puedo decir es que están vivas hasta hoy en mi cabeza como una vivencia impresionante que me llena de regocijo cuando las recuerdo.

la historia sigue en construcción

 

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