Ministerio Misión Nueva Vida

El Evangelio del Agua y del Espíritu


 

Testimonios de salvación

 

Jorge Hernan Correa, Colombia

Antiguamente creía en un DIOS implacable, castigador y me daba temor acercarme a Él porque consideraba que era muy reprobable mi vida, creía que para ser cristiano debíamos dejar de ser lo que éramos por aparentar algo confuso. Después de que llegó a mis manos el libro realmente has nacido de nuevo y lo devoré de principio a fin comprendí la hermosura de Padre que tenemos, de que a través del bautismo cargo nuestros pecados y los llevo a la cruz y que por ese hermoso acto de amor somos libres.
De verdad que aquel concepto del DIOS implacable murió y ahora solo puedo ver y sentir aquel Dios Amor que nos dio a su único hijo para que a través del bautismo al imponerle las manos Juan el bautista llevara absolutamente todos nuestros pecados y en la cruz nos diera la libertad sobre el pecado. Cuando la palabra de Dios en la Biblia dice que la verdad nos hará libres es cierto, leí este libro, luego Regresa al evangelio del agua y del Espíritu, y mi alma tiene más sed de DIOS que espero poder leer todos y cada uno de los libros para darlos a conocer a otros que piensan que DIOS está lejano de nosotros por nuestros pecados. Cuando el fue bautizado y murió por nosotros para que por siempre seamos libres en ÉL. La libertad que llevo dentro de mí, me da la certeza de que el pecado no mora en mí. Que soy libre de pecado.
Jesucristo al ser bautizado llevo consigo los pecados del pasado los de hoy y los del futuro, el compromiso personal es permitir que la obra fluya y se extienda por todas las naciones y concienciar al mundo de esta gran verdad de este hermoso evangelio del agua y del Espíritu. Últimamente me había vuelto un hombre hostil con mis empleados, y así como creía que DIOS me enjuiciaba todos los días de mi vida, me había vuelto yo también un enjuiciador. Para mi hoy es relevante esta posición y he empezado a compartir con mis empleados esta Hermosa oportunidad que Dios me ha dado, la de reconocer que soy libre de pecado en Cristo, que de la forma de que Dios no me enjuicia, no debo enjuiciar si no hacer que otros conozcan de la obra y podamos trabajar todos unidos hablando un mismo lenguaje de libertad Espiritual.


Hermana En-yong Hwang

 

Alabo a Dios quien me salvó del yugo del pecado. He crecido como Cristiana, pero no verdadera. Con el tiempo, ir a la iglesia se convirtió en un simple hábito. Estaba entregada a muchas de las seducciones del mundo. Trataba de adquirir más conocimiento del mundo que de Dios. Prestaba mas atención a las hipótesis del mundo que a las palabras de Dios. Empecé a no ir al culto de manera regular y rogaba por el perdón de esos pecados. Este ciclo vicioso continuo por un tiempo. Había mas miseria que felicidad en esos días. Cuando me gradué de la escuela superior, ya no entré a la universidad. Cuando mis amigos estaban ocupados para preparar el examen de ingreso a la universidad, yo traté de buscar un lugar de trabajo y encontré un trabajo provisional. Para mí fue muy difícil. No podía salir de mi depresión. Pero tuve la oportunidad de escuchar Sus palabras. Me encontré con unos hermanos de confianza a través de mi hermano mayor, y escuché por primera vez el evangelio verdadero. Conocía esas palabras, pero no sabía su significado verdadero.

“Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.” (Mateo 3:15)

Esto no me movió al principio. Pero con el tiempo, empecé a entender el evangelio del bautismo de Jesús y Su sangre. El evangelio libró mi alma de la muerte por la fe. Y me di cuenta de que ya no estaba vacía y deprimida. Esto fue un milagro para mí. Empecé a darme cuenta de cuán preciosas son Sus palabras. Estoy segura de que Dios está vivo.  Estoy alegre porque puedo vivir una vida de confianza verdadera. Estoy segura en mi corazón de que no tengo pecado.

Gloria a Dios que me salvó del pecado.

 

Michell Jáuregui y Familia, Santiago de Chile

 

Realmente quiero agradecer al Señor Jesucristo por revelarnos la verdadera fe en estos últimos tiempos, jamás pensé que el contenido de estos libros tuviera el verdadero Evangelio revelado.
He ayudado en la corrección del último libro (el tabernáculo 1), y me siento feliz de compartir lo que he aprendido con mis hermanos de la Iglesia, algunos de ellos ya han sido bendecidos con este mensaje y uno de ellos ya entendió claramente el Evangelio del agua y del Espíritu, estoy feliz, cuenten conmigo ya que son tiempos de hambre espiritual y ya vienen los tiempos difíciles luchemos mientras tengamos tiempo para predicar libremente...


 

 

Hermano  Jae-dong Park

 

“Pero Jesús le respondió: Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces se lo permitió.” (Mateo 3:15)

La persona que fue destinada a morir por sus pecados ha sido salvada. Gloria a Dios “Permanece ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos.” (Isaías 47:12) Nací en una familia conservadora y mi madre fue una budista muy fiel. Participaba en las reuniones budistas y aprendía de memoria la sagrada escritura budista y atendía al templo con entusiasmo. Desprecié el budismo supersticioso que muchas mujeres siguieron y trate de buscar algo para dar significado a mi vida. Sentí el peso del pecado en mi corazón, y entonces traté de corregir mi conducta, recibiendo alabanza de las personas alrededor de mí. Cuando estudiaba en el colegio de la ciudad Sokcho, allí me encontré con un amigo que era Cristiano. Esto fue un punto decisivo en mi vida. Dios había planeado esta reunión. Después me di cuenta de que este amigo, como yo lo hice antes, se dedicaba a los ritos religiosos con entusiasmo, pero no podía encontrar la satisfacción en su vida. En la iglesia, me di cuenta de que la buena actitud forzada por mí fue un pecado.

“Porque de adentro, del corazón de los hombres salen las maquinaciones perversas, hurtos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, el engaño, la desvergüenza, envidia, maledicencia, arrogancia, estupidez.” (Marcos 7:21-22)

Me di cuenta de que no podía producir bondad en mi corazón lleno de las cosas malignas, y el problema de mi pecado no había sido resuelto. Estaba caminando hacia el infierno. Desde entonces estaba sufriendo por mi pecado y me decidí a pedir la ayuda del Rev. Samuel Jungsoo Kim. Aprendí de el que Jesús fue el que “que quita el pecado del mundo.”(Juan 1:29) y que El ha quitado mis pecados y también pagó por ellos. Esto me salvó y mi corazón sufrido pudo descansar. Después vi al Rev. Paul Jong y aprendí cómo Jesús quitó todos nuestros pecados y cómo el pueblo de Israel ofreció sacrificios en el Antiguo Testamento. Y yo me di cuenta de la razón por la cual Jesús, quien fue concebido por el Espíritu Santo (Mateo 1:20), tuvo que ser maldecido y colgado en un árbol (Gálatas 3:13)

“Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.”(Mateo 3:15) Juan el Bautista, como el último sumo sacerdote bautizó y pasó todos los pecados a Jesús, el Cordero de Dios sin ningún defecto. Por eso Jesús pagó por los pecados en la Cruz. Esto fue el verdadero evangelio que me despertó y me hizo justo. Yo, que antes fui un pecador, soy justo. “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17) Esto fue para mí. Me arrepentí de mi vida (Hechos 11:18) y fui bautizado por Cristo, y ahora ninguna condenación hay para los que están en Cristo. (Romanos 8:1) Soy bendito en Su Gracia y doy gracias a Dios por salvarme. ¡También los que están sufriendo por sus pecados y buscando a Jesús van a encontrar el evangelio de  la redención en El!

Aleluya.

 

 

Hermana Sung-yuh Kim

 

Me casé cuando tenía 19 años, y la familia de mi marido era muy pobre. Desde entonces no había recibido nunca la abundancia, ni recibido el amor de mi marido. Envidiaba a las mujeres que amaban a sus maridos y gozaban de su riqueza. La familia de mi marido confiaba en dioses de la montaña, y mi cuñada era una adivina. Mi marido se fue al servicio militar 3 días después de nuestro casamiento y mi cuñado empezó a sufrir de una enfermedad mental cuando el tenía 22 años de edad. Además, mi suegra se quedó ciega cuando ella tenía más o menos 50 años de edad. Como no tuve educación y no tenía un mente brillante, pensé que ese era mi destino, vivir así toda mi vida. Mi suegra esperaba ser operada, pero nunca la llevé al hospital, ni siquiera compré algún medicamento para ella. Yo solo esperaba que ella se enfermara más y muriera. Ya tengo 54 años de edad y mi suegra murió hace dos años. Hay una creencia que dice que es mala suerte poner la almohada de una persona muerta en el ataúd, pero no lo supe en aquel entonces y le enterré con su almohada. Desde entonces aparecía con frecuencia en mis sueños, y me arrepentí de haber puesto su almohada en el ataúd y de que no le tratara bien cuando ella vivía. Otras personas parecen ser buenas con sus suegros, pero yo no podía dejar de odiar a mi suegra. Sufría de pesadillas y de aflicción. Tengo un hijo y cuatro hijas. Estaba muy preocupada de que algo malo pueda ocurrirle a mi único hijo. Cuando les dije acerca de mis sueños, mis vecinos me aconsejaron que el espíritu malo debería ser exorcizado. Visitaba a chamanes e iba a templos para rezar por alivio, pero esto no sirvió. Quería mi vida terminará para escapar de mi conciencia. Si no me hubiera encontrado con Jesús y si no hubiera sido redimida, no estaría viva ahora. Un día salí de casa y fui a la casa de mis hijas para descansar y tomé unas medicinas herbales. En ese momento Dios me mostró su forma de vida. Mi hija es cristiana nacida de nuevo y ella le pidió a la esposa de su pastor y unas mujeres que hablaran conmigo. Yo no conocía nada de Dios. Pero cuando ellas me dijeron que Jesús había quitado todos mis pecados, me decidí a confiar en Sus palabras. Yo le decía a mis hijas que no fueran a la iglesia porque pensaba que eso era de mala suerte, el tener dos dioses en una familia. Pensaba que las cosas no podían ser peores que la situación de aquel entonces y no quise morir como una pecadora. La esposa del pastor me dijo que todas las personas nacen como pecadores pero que Dios había quitado todos nuestros pecados a través de Jesús y que ya no seríamos pecadores, solo si confiamos en Jesús. Entonces empecé a ir a la iglesia de manera regular y traté de escuchar la Palabra, pero no podía entender mucho. Pero después del paso del tiempo, todas Sus palabras empezaron a moverme. Me di cuenta de que era una pecadora de nacimiento y que no puedo dejar de ser pecadora debido al pecado original. Y también me di cuenta de que los pensamientos malos en mi corazón fueron pecados ante Dios. Ofrecer sacrificios en el Antiguo Testamento fue Su manera de mostrarnos qué ocurriría. Y Jesús, tal como fue hecho en el Antiguo Testamento, fue bautizado y todos mis pecados fueron pasados a Él en el Jordán. Él quitó todos mis pecados y  derramó Su Sangre en la Cruz para pagarlo todo. Fui finalmente convencida de que ya no tenía pecado, y de que nadie podía condenarme. Y pude dormir en paz.

“Ahora, pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.”(Romanos 8:1) Había sufrido mucho con mi pecado en mi corazón y ahora el pecado se había ido. No tengo más pesadillas. No puedo escribir bien de mis sentimientos porque no sé la manera de expresarlos bien, pero puedo hablar a cualquier persona de que cómo Jesús quitó todos los pecados en mi corazón. Ruego que Jesús salve a mi marido y otros miembros de mi familia como Él me salvó. Y espero que este testimonio pueda ayudar a otros para encontrar redención en Jesús. Doy gracias a Dios por salvarme y estoy muy feliz por ser capaz de dar a conocer el evangelio a muchas personas. Ahora no envidio nada de las personas ricas o inteligentes.

 

Hermano Sung-min Choi

¡Aleluya!

Alabo a Dios quien me salvó del infierno a través de Jesús y me justificó y quitó mis pecados. No me di cuenta de que yo era un pecador muy maligno hasta que recibí el evangelio de la redención. Escuché que “todos estamos bajo pecado” y que “No hay justo, ni aun uno.”(Romanos 3:10) y pensé que esto era verdadero. Pensé que era un pecador porque muchas personas me lo dijeron, citando la Biblia. En aquel entonces vi al Rev. Paul Jong cuando el vino a mi iglesia. No podía entenderle al principio. Sus enseñanzas no eran  familiares para mí, y mi corazón estaba tan lleno de confusión, tanto que no podía acercarme al evangelio verdadero. Pero la confianza se produjo al escuchar. Como continuaba escuchándolo, empecé a entender el evangelio verdadero y confiar en él. Al final pude aceptar en mi corazón el hecho asombroso de que Jesús quitó todos mis pecados cuando El fue bautizado por Juan el Bautista y que El murió en la Cruz para pagar todos mis pecados. Ahora, nunca me siento condenado y estoy seguro de que soy justo. No sé el tiempo o el día exacto cuando nuestro Señor va a venir pero estoy seguro de que he sido salvado. Estoy guardando las palabras de Levítico 1:4, Mateo 3:15, y Juan 1:29 en mi corazón. En los días del Antiguo Testamento, el pueblo de Israel ofreció un cordero sin defectos, puso sus manos en la cabeza del sacrificio para pasar todos sus pecados y sus pecados fueron expiados. Pero ofrecer el sacrificio no fue suficiente para borrar completamente todos nuestros pecados. No podemos arrepentirnos de todos los pecados que cometemos diariamente. Entonces Jesús mismo murió como el sacrificio para quitar todos los pecados de una vez y para siempre. Jesús no tuvo pecado, en otras palabras, El fue una ofrenda perfecta sin defectos. El fue bautizado por Juan el Bautista para quitar todos los pecados del mundo. Todos los pecados que cometo durante mi vida fueron pasados a Él. Pero sin derramamiento de sangre, no hay remisión.  (Hebreos 9:21), entonces Jesús murió en la Cruz. Este evangelio dio confianza a mi corazón, y estoy seguro de la remisión. He nacido de nuevo como un bebé que es nacido del útero de su madre. Soy justo ahora. Mi confianza todavía no es tan fuerte y continuo cometiendo pecado, pero cuando pienso que Jesús ya ha quitado mi debilidad, estoy muy alegre y doy gracias a Él de nuevo. Además, estaba aburrido con los sermones, pero ahora considero los sermones como Sus palabras. Estoy esperando escucharlos. También tengo un deseo muy fuerte de dar a conocer el evangelio a los que todavía no han sido salvados. Ahora me doy cuenta de que esto es una parte importante de la iglesia. Mi corazón es obediente y esta lleno de agradecimiento. Ya tiré los ídolos a los que alababa antes y sólo rindo culto a Dios. Espero y confío en que Dios va a ayudarme para dar a conocer Su evangelio. Doy gracias a Dios quien me salvó y me hizo Su hijo.

 

Diácono Sang-duk Choi

Recuerdo los días cuando yo todavía no había sido redimido. Fui un Cristiano ordinario. Por supuesto tuve pecado, pero aparentemente se veía como si no tuviera ninguna culpa importante. Como la mayoría de las personas, me sentí lleno de perdón con respecto a mis propios pecados. Como se escribe en la Biblia, “No hay justo ni aun uno.” (Romanos 3:10), me consideraba a mí mismo como un pecador y rogaba con arrepentimiento, pidiendo Su perdón todas las veces. Recordaba estas palabras, “Venid a mi todos los que estáis fatigados y cargados y yo os haré descansar.” y traté de descargar del peso de mis pecados. Pero mi carga sola crecía cada día más. Pensaba ‘en dónde podía encontrar el descanso que Él me prometió y que tenía que continuar teniendo estas cargas durante toda mi vida. No podía descansar porque no sabía la verdad’. Fui a todo tipo de reuniones de renacimiento espiritual y al principio sentí algo nuevo con los sonidos que salían de los altavoces. Después de escuchar la música fuerte y gritos de los pastores en una atmósfera ardiente, sentí de nuevo que todos fuimos pecadores y los pecadores no podían ir al cielo. Los pastores en las reuniones de renacimiento dijeron que yo tenía que arrepentirme todos los días, fuera obediente a los pastores, trabajara mucho en la iglesia, contribuyera con fidelidad durante las ofrendas, y fuera un evangelista concienzudo. Esta era la manera por la cual debía vivir mi vida religiosa y la manera de ser bendecido por Dios. Esto parecía bueno y tuve que cumplir fielmente sus instrucciones. Fui elogiado por ser un Cristiano bueno y concienzudo y sólo un año después de atender a la iglesia por primera vez, fui designado como un diácono. Sentía que yo había trabajado bien. Pero después de pasar el tiempo, no podía estar seguro de mi salvación, ni de encontrar ningún descanso para mí. Esto se escribe en la Biblia, “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.”(Mateo 24: 40) No podía sacar el miedo de mi corazón. Estaba nervioso y las dudas sobre mi salvación crecían en mi corazón. Pero Dios me amo tanto como para traerme a la Iglesia Whapyong en la ciudad Sokcho. Me había encontrado con muchos evangelistas famosos y pastores durante mi vida religiosa, pero las bendiciones que sentí de ellos no duraron mucho tiempo. Ellos no podían resolver los problemas de pecado. Pero Dios había enviado al Rev. Paul Jong a mí, y el evangelio de redención llenó la iglesia. Pero Satán trató mucho para hacerme volver. Fui terco y me rehusé a escuchar el evangelio donde quiera que el Rev. Jong predicaba. Pero atendí a la iglesia fielmente. Me parecía que el mismo sermón se repetía una y otra vez. Fui tratado como un Cristiano fiel y considerado como una persona que no tenía pecado cuando me arrepentí. Pero ahora puedo verme a mí mismo realmente y tengo vergüenza de todas mis culpas, aun las que se ocultan en mi corazón. Como se escribe, “Porque de adentro, del corazón de los hombres salen las maquinaciones perversas, hurtos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, el engaño, la desvergüenza, envidia, maledicencia, arrogancia, estupidez”(Marcos 7:21-22). Me di cuenta de que mi corazón estuvo lleno de pecado. Y esto también se escribe, “Porque la paga del pecado es muerte.” (Romanos 6:23) Entonces me di cuenta de que no podía estar de pie ante Dios con todos los pecados, y mi corazón se hizo pesado y se desilusionó. Pero un día, Dios me alegro. Estas eran palabras familiares, pero su significado verdadero me movió por primera vez. “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29) Me di cuenta de que el pecado del mundo significa todos los pecados, incluyendo los míos. El no sólo quitó los pecados de ayer y hoy, sino también los pecados de mañana. Jesús quitó todos los pecados del mundo cuando El fue bautizado. “Pero Jesús le respondió; Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces se lo permitió.” (Mateo 3:15) Pude finalmente confiar en que todos mis pecados habían sido pasados a Jesús cuando El fue bautizado por Juan el Bautista y que todos mis pecados fueron pagados cuando El murió en la Cruz.

“Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.” (Levítico 17:11)

Jesús no sólo murió sino dijo “Consumado está.”(Juan 19:30) Después su costado fue dañado con una lanza y al instante salió sangre y agua (Juan 19:34), lo cual destruyó la pared entre Dios y las personas. Ahora puedo estar en pie ante Dios. Los días en que no había confiado me parecieron una pérdida de tiempo. Es que soy verdaderamente redimido, no voy a despreciar las cosas del mundo pero estoy libre y orgulloso por ser una de las personas justas. Doy gracias a Dios por ser capaz de seguir a Abrahán justo en el camino a Bethel. Doy gracias de nuevo a Dios de recibir todos los días el maná y participar en la fiesta de cielo.

Amén.

 

 

Néstor Barrachino, Argentina

 

Queridos hermanos, gracias por la bendición tan grande de conocer la verdad. El primer libro que leí "la forma infalible para recibir el Espíritu Santo", fue totalmente revelador, salí de años de oscuridad y recibí la liberación espiritual. los demás libros terminaron de completar el nuevo nacimiento, aleluya. Gracias le doy a dios por tan maravilloso ministerio. que dios los siga bendiciendo en el nombre de Jesús. He leído los libros de la Misión y nací de nuevo gracias a Dios. Quisiera contactarme con otros hermanos de esta misma fe. Soy socio y distribuidor de estos maravillosos libros. amen
barrach@uolsinectis.com.ar

 

Hermana Jung-soon Lee

Soñaba aprender el significado de mi existencia. “¿Quién soy yo? ¿Por qué nací y a dónde voy? ¿Habría solo una tumba al final de mi vida? ¿Entonces mi vida no tiene significado, y hubiera sido mejor si yo no hubiera nacido?” Mientras crecía, mi corazón siempre estuvo vacío y sentía la aflicción interminable en mi corazón. Cuando me casé, sentí que fue un gran reto ser dependiente y llegar a ser una madre. Tenía miedo al pensar en mi futuro incierto. Tenía muchos problemas con mi marido y con mi suegra. Con frecuencia, estos problemas estaban fuera de mi alcance. Entonces sentía un odio tremendo hacia ellos. Quise morirme tantas veces que cada día estaba más flaca. Tuve que buscar algo a lo que pudiera dedicarme. Entonces fui a una iglesia Católica. Mientras estaba allí sentada, sentía paz y estabilidad. Llamaba en voz alta a Dios y rogaba con entusiasmo. Pero 3 años después, me di cuenta de que no había cambiado. Me veía como una católica llena de fe en apariencia, pero sentía vergüenza en mi corazón. La fe fue como un accesorio más para mí, estuve cayendo más profundo en el pecado. Estaba segura de que Dios me veía y rogaba a El para que no me abandonara. Empecé a leer la Biblia y me di cuenta de que la iglesia Católica no enseñaba la Biblia, tal como esta escrita. Abandone la iglesia junto con otras personas. Nos reuníamos todos los días para rogar y escuchar Su palabra. Después de leer mucho, me di cuenta de que era una pecadora ante Dios. Cometía pecados todos los días y mi corazón estaba lleno de pecados. La Biblia dice que Jesús murió en la Cruz por nuestros pecados, pero todavía estaba haciéndole frente a mis pecados. Siempre que rogaba, yo me arrepentía de mis pecados. Más de la mitad de mis rezos fueron las confesiones de mis pecados, pidiendo el perdón de Dios, todas las mañanas rogaba a Dios para que no cometiera pecado de nuevo en el día. ¿Cuántas cosas están en la Biblia que Dios nos dijo que no tenemos que hacer? Después de tratar de vivir de acuerdo a Sus palabras, encontraba más debilidades. Cuando no iba a la iglesia, estaba muy preocupada por ese pecado y gradualmente me cansaba. Hay un dicho coreano que dice, “Cuando un ratón esta frente a la pared escapando de un gato, se da una vuelta y ataca al gato.” Me esforzaba mucho para recibir la bendición de Dios, pero la bendición no llegaba. Por el contrario, tenía miedo de la condenación de Dios. Empecé a quejarme con Dios. Me quejaba de que El me ordenó hacer muchas cosas y estaba enojada con Él por hacerme sufrir mucho. Perdí la estabilidad de mi corazón. Después de que Jesús resucitó, Él dijo a los discípulos tres veces “Paz a vosotros.” Esperaba en Él y quería que me dijera lo mismo a mí. Pero no había paz para mí. Jesús murió en la Cruz por mí y resucitó. Él dijo que quienquiera que clame a Su nombre sería salvo. Confiaba en El y clamé a Su nombre, pero ¿por qué no había paz para mí? Aunque sabía que la Biblia era la verdad y confiaba en ella, pero ¿por qué El no me dio la paz? Le rogaba todos los días a Él para que no cometiera de nuevo pecados y pensé que El escucharía mis rezos. Pero El no respondió. Confiaba en Dios porque le consideraba a Él cómo el Todopoderoso que pudiera cambiarme para que no cometiera de nuevo pecados. “¿Si El no lo hace, cómo puedo vivir? Me di cuenta de que soy tan débil que mi vida estaba en Sus Manos. ¿Si Él no me salvaba de mis pecados, que podría hacer yo? Dios tuvo piedad de mí y envió a Su siervo, Rev. Paul Jong a mi iglesia. “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero la palabra que oyeron no les aprovechó por no ir acompañada de fé en los que la oyeron.” (Hebreos 4:2) Empecé a estudiar la Palabra de Dios. Después de leer el sistema sacrificial en Levítico, empecé a darme cuenta de que Jesús fue sacrificado de acuerdo con Su Ley y que El quitó todos mis pecados con Su bautismo. Hasta aquel momento, solo había conocido acerca de la Sangre de Jesús y no podía resolver el problema del pecado. Cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, El dijo, “porque así conviene que cumplamos toda justicia.”(Mateo 3:15) Y Juan el Bautista dijo al día siguiente, “¡He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Cuando empecé a confiar en que Él había quitado todos mis pecados, aun los pecados del futuro, y había sido juzgado por mí y resucitó y que todos mis pecados desaparecieron, empecé a sentir la paz que tanto había anhelado. Mis pecados fueron borrados. Ahora soy justa. Todos los pecados de que me arrepentía todos los días desaparecieron. Ahora entiendo la razón de mi existencia. Nací de nuevo y fui justificada para estar con Dios para siempre. Y Él me permitió nacer de nuevo para dar a conocer el evangelio lindo. Ahora no tengo más miedo del pecado. Dios quien creó el mundo, tomó mi vida en Sus manos y ahora me protege.

Gloria a Dios quien me salvó del pecado.

 

Hermano Gae-jin Umm

“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:32)

Doy gracias a Dios que encendió ‘la luz de la verdad’ en mí, que estuve perdido en la oscuridad. A finales de mi segundo año de la escuela superior, empecé a asistir a la iglesia en búsqueda de Dios. Durante 8 años hasta ahora, he servido con sinceridad en el coro y participado en otras actividades de la Iglesia. Aunque supe que seríamos salvados por ‘cumplir Su Palabra’, puse más importancia en mis obras, que fueron medida por mi propia regla. Cada vez que sentía que había hecho una cosa justa, o cuando mis sentimientos ardían, me equivocaba creyendo que había sido salvado. Y las personas alrededor de mí de vez en cuando me elogiaban por mis obras ‘justas’ y por mi ‘fe fuerte.’ La fe debe ser basada en Sus palabras. Pero fui elogiado por mis obras y esto era ridículo. Cuando supe más que cualquier persona de mi hipocresía, dude que ellos me conocieran verdaderamente, y esto me hizo sufrir sintiéndome culpable. Hice todo para satisfacer mi sed de Dios, pero como no tuve la base de Sus palabras, la ‘fe’ se veía tan abstracta como para entenderse. Como estaba interesado en el bienestar social, entré en un seminario de teología. Estaba interesado más en las obras en aquel entonces, todos los que sólo hablaban de ‘amor, amor, ama a vuestros vecinos’ me parecían hipócritas. Odiaba a las personas que hablaban del amor mientras fracasaban en ayudar a los desposeídos. Pero después de ser redimido, me di cuenta de que salvar almas es lo más importante. Quería tener muchas experiencias cuando participaba en el seminario. Ante todo quería entender el significado real de ‘fe’, que me parecía tan abstracto y tan vacío. Entonces lloraba y me arrepentía con mis oraciones, leía la Biblia y libros escritos por teólogos famosos, pero no sirvieron. Me di cuenta de que muchos pastores tenían tendencia a usar los libros de referencia para predicar pero no dependían únicamente de Sus palabras. Estaba muy desilusionado, pero al mismo tiempo mi deseo de encontrar la verdad se hizo mas fuerte. Entretanto, me encontré con un siervo de Dios en la clase de dactilología y escuché sobre el sistema sacrificial descrito en Levítico en el Antiguo Testamento. Antes de ser redimido, me parecía tan aburrido y difícil leer la repetición de matar a los animales. No me di cuenta de las relaciones profundas ocultas en el texto. Pude entender que Dios nos enviaría un Salvador quien llevaría a cabo el sistema sacrificial descrito en el Antiguo Testamento para limpiar todos mis pecados y hacerme puro como la nieve blanca. “Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces se lo permitió.” (Mateo 3:15). Jesucristo vino a este mundo como una ofrenda viva y fue bautizado y todos mis pecados fueron pasados a El. El echó todos mis pecados tras Sus espaldas. (Isaías 38:17) El quitó el pecado del mundo (Juan 1:29) y murió en la Cruz para ser juzgado por nosotros y nos salvó de las leyes del pecado y la muerte. Como todos mis pecados fueron pasados a Él por medio de su bautismo, puedo sentir completamente lo que el apóstol Pablo quería decir, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.”  Experimenté Su río de agua viva corriendo en mi corazón seco y abandonado. Sus palabras son verdaderamente vivas y dinámicas. Todos los sentimientos abstractos y vacíos que yo tenía sobre la ‘fe’ se hicieron reales. Cuando recuerdo mi vida, veo los tiempos dolorosos y los tiempos alegres. Pero doy gracias a Él por ello. Ahora entiendo que Jesús me ha traído al lugar en que estoy ahora. A pesar de que no puedo expresar de ninguna manera con palabras la Gracia y Amor de Dios, voy a vivir el resto de mi vida como Su siervo y espero que sea útil para Él. Quiero guiar a los que están vagando en la oscuridad a la luz de la verdad. Alabo y doy la gloria a Dios que me salvó de la ley de pecado y muerte y me dio la vida permanente. ¡Aleluya!

 

Francisco, Perú

Soy pastor de una congregación en Lima Perú, pertenecíamos a una denominación muy legalistas, Dios comenzó a trabajar en mi vida para dedicarme a estudiar mas la Biblia, en la denominación los pastores decían no hay justo todos somos pecadores. Esto me llevo a analizar sobre este pasaje pude comprender el propósito de la ley que es para enseñarnos quienes somos delante de Dios, y lo que la justicia de Dios a hecho para nosotros y comencé a predicarle a muchos pastores pero unos no comprendían pero otros si, pero prefirieron callar por guardar su posición. por comprender esta verdad ellos me votaron con todos los hermanos y me encontraba solo pensando que no había nadie mas hasta que un día recibí los dos primeros libros que son de mucha bendición y confirmaron muchas verdades para entender con mas detalles sobre el bautismo de Jesucristo y con ellos estoy evangelizando a las almas y les estoy dando a cada miembro de mi iglesia para que también lo lean. Animo a todos el poder compartir mas sobre estas verdades de la palabra de Dios. Nos reunimos en la iglesia para estudiar sobre estos temas de los libros los días martes, jueves, sabados de 7.30Pm a 9Pm y Domingo de 5Pm a 7Pm Dirección jr.Dianderas 2455-10A Alt.cuadra 24 de la Av.Jose Granda URB.condevilla S.M.P Lima-Peru.si usted quisiera contactarse conmigo este es mi correo electrónico franciscovilchez@hotmail.com
franciv@ec-red.com.

 

Hermana Belova Lyssa, Moscú

Quisiera saludar a todos los ministros de Corea en nombre de Jesús y compartir con ustedes un suceso alegre que cambió completamente mi vida. En un seminario celebrado en Moscú dos años antes, escuché las palabras asombrosas de Dios. Cuando participé en un seminario de entrenamiento en Corea al año siguiente, escuché las enseñanzas sobre las palabras de Dios, con respecto a ser nacido de nuevo de agua y el Espíritu. Es una gran alegría ver claramente que he sido verdaderamente libre de todos mis pecados. Desde hace 6 años empecé a confiar en Jesús. Antes de nacer de nuevo verdaderamente, fui enseñada que fui una gran pecadora y tuve que arrepentirme de manera continua. Rogaba y me arrepentía todos los días de manera repetida. Fui bautizada con agua pero todavía no nacía de nuevo. Creía que era una pecadora y tuve muchos pecados en mi corazón. De manera continua pedía el perdón a Dios. Siempre estaba sufriendo por mis pecados. Pero confiaba verderamente que Dios no me dejaría en esta aflicción y Él iba a salvarme al final. Dios me llevó a un siervo que nació de nuevo. A través de él, fui capaz de escuchar el evangelio más precioso en este mundo, el evangelio verdadero de la salvación. Aprendí que no tenía más pecado y que Jesús había quitado todos mis pecados con Su bautismo y la Cruz. Ahora no soy una pecadora más, y mi corazón esta lleno de alegría. Ahora, en vez de las oraciones de arrepentimiento, doy gracias a Dios todos los días, y mi vida es alegre y está en paz. Ahora sé que no hay otro evangelio, ni otra fé como esta. Sólo ruego que mi fe sea más fuerte. Alabo a Dios todos los días y confío en que no hay fé más preciosa. Estoy en paz después de saber que voy a entrar al reino del cielo cuando mi vida termine. Ahora trabajo para Dios y estoy predicando el evangelio a otras personas alrededor de mí. Vivo en una alegría constante, compartiendo el amor de Dios con todas las personas del mundo.

 

Hermano Lee, Jin-hee

Han pasado 30 años desde que yo empecé a creer en Jesús. En otras palabras, yo he creído en Jesús toda mi vida. Ante la urgencia de mi madre, yo iba muy temprano a los servicios matutinos para niños, e incluso los servicios de crecimiento regular. Gradualmente yo conseguí conocer a Dios y creí en Él. Fui testigo de varios fenómenos raros, milagros y exorcismos del diablo. Mientras mi fe crecía cada día, yo también me encontré pecando ante Dios en una base diaria. Yo tenía pensamientos lujuriosos y cometí muchos pecados en mi corazón. La Biblia dice, “cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). Yo estaba cometiendo adulterio todos los días de mi vida y no podría detenerme no importa cuánto yo lo intenté. Yo también anhelaba honor, sentí envidia, arrogancia, egoísmo y homicidio en mi corazón. Así como está escrito en Romanos 7:24, yo era un hombre infeliz y no podría liberarme de la ley del pecado y de la muerte. El apóstol Pablo declaró claramente en Romanos 8:1, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Yo pensé en el momento que esta confesión de una persona nacida de nuevo no se aplicaba a mí, quién todavía era un ‘hombre condenado’ y quién no podría estar de pie orgullosamente ante Dios. Yo me odié tanto que a veces yo sentía ganas de suicidarme. Yo tenía que hacer algo, así que intenté mi mejor esfuerzo para ir ante Dios a través de mis buenas obras. Yo participé en numerosas reuniones del reavivamiento, en seminarios de la Biblia, en reuniones de entrenamiento a misioneros, oraciones en las montañas, en reuniones de oración nocturnas y oraciones ayunando. Pero mi corazón no se llenaba. Tuve miedo porque yo todavía tenía el pecado en mi corazón. Mateo 7:21 dice, “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Por lo tanto, yo pensé, no importa qué tan a menudo yo asista a las grandes reuniones de la iglesia, haciendo trabajos devotos y experimentando milagros, si yo sería abandonado por Jesús debido al pecado en mi corazón. Especialmente tuve miedo cuando cometía pecados graves, y yo no podía encontrar paz no importa cuánto orara de arrepentimiento. Yo pensaba en ‘ser nacido de nuevo de agua y el Espíritu’ pero yo no tenía ni la más mínima idea de cómo hacer esto. Les pregunté a las personas que tenía alrededor de mí y leí muchos libros, pero seguía sin encontrar respuestas. Me dijeron que sólo tuviera fe en que Jesús nos redimió a través de Su muerte en la Cruz. Pero, esta creencia no podía borrar los pecados en mi conciencia ni remover el miedo en mi corazón. Yo leí “la Teología de Liberación y el Movimiento de la Comunidad” y simpaticé totalmente con esto. Decían que si los Cristianos no actúan en su fe, las personas ya no creerían en nosotros. Por consiguiente, los creyentes deben formar una comunidad en la cual vivir como las personas de la iglesia primitiva, poniendo ejemplo mediante sus obras y predicando el evangelio. Yo era incapaz ser lavado de mis pecados pero quería ser reconocido a través de mis acciones, así que decidí unirme a este movimiento de la comunidad. Yo primero tenía que servir en el ejército, pero mi mente no cambió hasta que salí del ejército. Mientras tanto, tuve la oportunidad de conocer a un siervo de Dios. Él supo del estado de mi espíritu aun antes de llegar a conocerme. ¿Él me preguntó “usted tiene pecado en su corazón?” Yo sentí que mi corazón saltó con esa pregunta. Fue a tal punto que yo no podía contestar. Desde ese momento, a través de él, aprendí como nacer de nuevo del agua y el Espíritu, cómo mis pecados pudieron ser lavados hasta quedar limpios como la nieve, a través de las palabras de Dios.

Yo vine a saber cómo el hombre podía ser redimido a través del sistema sacrificatorio y cómo, según la ley, Jesús se ofreció a sí mismo para la redención perfecta. Yo aprendí que la imposición de manos en el Antiguo Testamento era la sombra del bautismo en el Nuevo Testamento, y que la ofrenda sin mancha era Jesús mientras que la sangre en el Antiguo Testamento fue Su Cruz. Sobre todo, yo aprendí que debido a que yo sólo había creído en la Cruz de Jesús, yo todavía tenía el pecado en mi corazón. Cuando yo comprendí que todos mis pecados se pasaron hacia Jesús cuando Él fue bautizado, yo pude estar seguro que yo ya no tenía el pecado en mi corazón (Mateo 3:13-17, Juan 1:29). Cuando yo creí en la Cruz de Jesús sin Su bautismo, mi fe estaba medio completa. Por eso fue qué yo todavía tenía el pecado en mi corazón y no podía nacer de nuevo. Jesús nos dio la redención completa. Así que ahora no hay más ofrenda por el pecado (Hebreos 10:18). Creyendo en la palabra completa del evangelio, yo podía nacer de nuevo como un Cristiano completamente justo. Yo estoy ahora sin pecado, no porque yo no haya pecado, sino porque todos mis pecados se pasaron a Jesús a través de Su bautismo. ¡Aleluya! Alabado sea el Señor. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). Ahora tengo la fe completa como el apóstol Pablo. “Y conoceréis la verdad, y la verdad lo hará libres” (Juan 8:32). Nosotros tenemos que saber la verdad. Nosotros no sólo debemos creer, sino conocer cual es la verdad, antes de creer en ésta. Yo deseo que todos los que leyeron esto aprendan la verdad y la crean, que nazcan de nuevo del agua y el Espíritu y sean libres del pecado. Es maravilloso creer en el evangelio. Ahora realmente puedo creer en Dios y saber lo que significa vivir en la fe. Yo espero que esto mismo le pase a todos. Yo alabo y agradezco al Señor con todo mi corazón.

 

Hermana Joyce Meyer, USA

Yo empecé a asistir a la iglesia debido al vacío que yo sentía en mi corazón y por la falta de satisfacción que yo sentía en mi vida. Yo pensaba que si me casara, encontraría la satisfacción teniendo niños adorables, un marido amoroso, y un tipo de vida económicamente estable. Así que me casé y aunque mi vida no era lujosa, si llevé el tipo de vida que yo había querido. Algunos dicen que mi vida familiar era envidiable, pero mi corazón todavía estaba vacío y oscuro. Yo pensé que si iba a la iglesia, y creía en Dios, me mezclaba con muchas personas y tomaba parte de las varias actividades de la iglesia mi corazón y mi vida cambiarían. Por consiguiente, yo asistía a la iglesia seriamente. En la iglesia a la que yo asistí, sostuvimos la oración de toda la noche que se daba todos los viernes. En estas sesiones, nos dijeron la importancia de hablar en lenguas y que nosotros podríamos recibir el Espíritu Santo sólo de esta manera. Por consiguiente, yo cedí a mis oraciones de arrepentimiento seriamente en espera de poder hablar en lenguas. Cuando ellos dirigieron la imposición de manos, los líderes de la iglesia me dijeron que repitiera “Aleluya, aleluya, la-la-la” así que yo hice como se me dijo. Hubo otros que hablaron en lenguas, profetizaron, vieron visiones, y ganaron el Santo don de la clarividencia. Estas personas eran objeto de asombro y les tuve envidia así que yo asistía a la iglesia con la esperanza de ser como ellos. Yo hice así como las personas me indicaron que hiciera y repetía “Aleluya, aleluya” más rápido y más rápidamente pero yo no podía lograr mi meta. Alguien me dijo que yo no podría hacerlo porque yo no hacía bastantes oraciones de arrepentimiento. Así que yo pensé, que había pecado tanto que mis oraciones de arrepentimiento no eran suficientes para que Dios me enviara al Espíritu Santo. Entonces yo hice aun más fervorosamente mis oraciones de arrepentimiento. Pasó el tiempo, y vine a recibir el don de lenguas, entonces yo fui a la iglesia más seriamente. Mi marido se volvió un Cristiano ardiente que creía también que Dios había sanado la espalda de su esposa, porque yo le había testificado que Dios sanó mi dolor crónico de espalda milagrosamente. Una de las hermanas que oraron conmigo podía profetizar y yo traducía para ella. Y había otra hermana que fue estéril durante los primeros 7 años de su matrimonio. Nosotras oramos juntos a menudo, y una vez durante nuestras oraciones, yo vi una imagen de ella sosteniendo a un bebé recién nacido. Así que yo le dije, “Hermana, por este tiempo el próximo año, usted tendrá un hijo.” Y exactamente un año después, esa hermana dio a luz a un bebé. Ahora, esa hermana también ha sido perdonada de sus pecados y ha recibido el Espíritu. Juntas hemos estado sirviendo al evangelio. Mirando atrás, todo lo que yo hice fue jugar el papel de una hechicera en el nombre de Jesús. ¡Pero en ese momento, yo creía que el Espíritu Santo residía en mí y yo imponía mis manos sobre el enfermo y oraba por el poseído del demonio diciendo: “¡Yo hablo en el nombre de Jesucristo de Nazaret, demonios salgan fuera!”

Yo decidí vivir una vida que lo hiciera a Él feliz. Así que en cada Cuaresma, yo no desayunaba y en cambio daba la comida a una anciana pobre de mi barrio. Yo iba a los hospitales y prisiones para entregar la Palabra de Dios a las almas perdidas allí. Cuidábamos a las personas enfermas y uno de mis compañeros Cristianos que realmente oraba conmigo adoptó a un huérfano y lo envió a la escuela. Yo cuidé de un paciente con un tumor del cerebro y traté de cuidarlo con el amor de Jesús, sin embargo, yo no podía cuidar a estos pacientes adecuadamente. Por consiguiente yo acostumbraba lamentarme a través de mis oraciones de arrepentimiento. Siempre que yo pensaba en los versos del capítulo 13 de 1 Corintios, yo no podía sino condenarme a mí misma. “Pero no ganaba nada. Yo visité al paciente con un tumor del cerebro todos los días y le conté de Jesús y le di comida, sin embargo yo me sentía culpable en mi corazón porque yo no podía hacer todo lo que yo quería hacer con el amor perfecto.” Entonces mis dolores de espalda volvieron y yo tenía que ir al hospital y sufrir la cirugía. Yo estaba deprimida y desconcertada por mis dolores porque parecía que no yo ya no podía sanarlo. Mi corazón y mi cuerpo estaban exhaustos. Yo me enfade y casi me interné en un asilo. Yo no podía santificarme pesa que duramente lo había intentado. Siempre que yo intentaba orar, los pecados en mi corazón me hacían llorar y estaba exhausta con mi creencia en Jesús. Yo hice numerosas oraciones que yo sentía que podía recibir a Jesús en mi corazón. Pero yo todavía estaba insegura de que hubiera sido perdonada de mis pecados. Jesús dijo que Él nos había dado la paz que el mundo no podía dar, y que el río del manantial de agua fluiría de nuestros corazones. Pero mi corazón estaba siempre ansioso y oprimido. Yo quise dejar de creer en Jesús y sólo morir. Pero entonces, Dios me envió a Su siervo que había recibido el Espíritu Santo. Ese pastor me enseñó el evangelio que podía ayudarme recibir el mismo Espíritu. En el Antiguo Testamento, al dar la ofrenda de pecado, se perdonaba a las personas por sus pecados cuando ellos ponían sus manos sobre la cabeza del animal sacrificatorio. Igualmente, Jesús fue bautizado por Juan y se llevó todos los pecados del mundo y fue juzgado por nuestros pecados en la Cruz. Esto significa que aquellos que creen en Él pueden recibir el Espíritu Santo. Cuando el pastor me dijo más sobre las palabras de Dios, todos mis pecados se pasaron hacia Jesús. No había más pecado en mi corazón. Cuando yo oí Sus palabras, no me estremecí ni sentí una sensación ardiente en mi corazón. Más bien, mi corazón estaba lleno con la tranquilidad de la paz y alegría, entonces me convencí de que yo había recibido el Espíritu Santo. Yo oí que el bautismo de Jesús era la verdad de la salvación. Desde aquel momento, yo estuve segura que no hay ningún pecado en mi corazón debido a Sus palabras. Las personas sólo pueden recibir el Espíritu Santo cuando ellos son puros, sin embargo yo había estado diciendo que había recibido el Espíritu Santo cuando mi corazón todavía estaba lleno de pecado. Yo no pude ser más tonta. Después de recibir el Espíritu Santo, Él me guió para vivir mi vida en la verdad. Yo le agradezco al Señor por darme el evangelio del agua y el Espíritu Santo y que me haya ayudado a recibir el Espíritu Santo de otra forma yo hubiera ido al infierno. Yo vine a creer en el evangelio del agua y el Espíritu Santo y recibí el Espíritu Santo. Yo agradezco a Dios por esta verdad.

 

 

Gloria González..Hermana en Cristo.

 

 

Yo fui de esas personas que creyendo en Jesús y conociendo de su palabra desde hacia ya nueve años todavía tenia el corazón lleno de pecados. Un día conocí de su amor y comencé a caminar de la mano de Jesús, procurando hacer su voluntad, oraba mucho y a costa de lo que fuera me congregaba en la iglesia, pensando que si no hacia estas cosas El Señor no se agradase de mí. En la iglesia cantaba con todas mis fuerzas, lloraba mucho cuando oraba, procuraba hablar en lenguas y si no lo hacia pensaba que me estaba “enfriando” o que el Espíritu Santo me había dejado y le preguntaba al Señor ¿Qué debo hacer para no soltarme de tu mano y tu no abandones mi corazón? Como pueden darse cuenta sufría bastante dando palos ciegos y nunca dar en el blanco de lo que realmente El Señor me quería enseñar. Me negaba a oír, con todos mis ruegos y mis suplicas de decirle a Dios que me perdonara y lavara mi maldad con la sangre de Cristo, lo único que conseguí fue volverme cada día mas sorda a la voz de Dios y mientras mas leía, mas ciega me volvía, porque leía mal. Después de tanto tratar de mantenerme en santidad, comencé a alejarme de la iglesia y en definitiva de Jesús. Todo lo que había conseguido dejar estando en la iglesia volvió a mi con mucha mas fuerza y sufría mucho pensando que mi destino era el infierno por haber dejado la oración, los hermanos, la iglesia, o sea, la religión. Pero no podía volver, era una pecadora, sucia e inmunda y Dios jamás me aceptaría como yo estaba; pero un día comencé de nuevo a orar y a reconocer toda mi maldad delante del Señor, le dije que no quería ir al infierno y que me ayudara a no soltarme de su mano. Sabia que había algo que Dios tenia para mi, pero no sabia que, ni como obtenerlo. Han pasado no mas de siete días y puedo decirles que ¡ahora soy feliz!... He leído el libro del pastor Paul C. Jong “¿Realmente has nacido de nuevo del agua y el Espíritu?” y ha sido de bendición para mi vida. Por fin ahora puedo ver y darme cuenta lo ciega y necia que fui. Me faltaba completar mi fe, la verdadera fe que nos redime y nos limpia de todo pecado. Puedo ver a Dios cara a cara y se que EL no volverá su rostro de mi porque he sido justificada por el agua, la sangre y el Espíritu. Entiendo lo que significa el gozo de la salvación y se verdaderamente que Jesús quito todos los pecados del mundo, murió en la cruz, pago por ellos, resucitó y venció a Satanás y al mundo ¡Aleluya! . Por esto ya no tengo pecados en mi corazón y puedo decir que soy justa y ahora si soy una hija de Dios. Alabo y bendigo el nombre de Nuestro Señor que envió a su hijo Jesucristo a quitar los pecados del mundo y a morir en la cruz.

 

 

 

Hermana Anne Graham, Nueva Zelanda

 

Cuando yo miré atrás en el tiempo antes de que yo recibiera el perdón por mis pecados, me avergüenzo y me he avergonzado de mi conducta, pero en ese momento, yo seriamente fervorosa. Le agradezco al Señor que haya perdonado mis pecados.

Yo iba a una iglesia cerca de la casa de mi infancia. Sin embargo, todo que yo quería era hablar en lenguas. Lo cual hice por primera vez cuando asistí a una reunión de entrenamiento de discipulado en la mitad de mi adolescencia. Yo clamé “Señor” tres veces y oré por el perdón de mis pecados. Entonces de repente, empecé hablando en un idioma bastante similar a francés. Eso era lo que ellos llamaron hablar en lenguas. Yo estaba jubilosa. Estaba muy orgullosa por haber hablado en lenguas antes que cualquiera de mis amigos. Cuando yo estaba en la universidad, asistí a cada reunión de oración de toda la noche una vez por semana, y asistía a todos los programas de la iglesia que me era posible. Durante ese tiempo, cuando yo hacía una oración de arrepentimiento, hablaba en lenguas que nadie podía entender. Yo murmuraba repetidamente “Jesús, yo te amo,” y oraba con lágrimas en mis ojos, agobiados por mis propias emociones. Yo oraba para que fluyeran las lenguas y el don para traducir las profecías. Pero mi corazón estaba lleno con el oscuro vacío y sentía mi fe igualmente nula. Pensé que si yo fuera realmente una hija de Dios, yo no tendría que sentirme sola. Pero mi relación con Él se bloqueó por mis pecados y no podía resistir el vacío que yo sentía cuando no estaba haciendo nada por Él. Yo conocí a muchas personas que pasaron por la misma experiencia y creí que yo viviría como ellos y me moriría como ellos. Pero entonces, de mi hermano yo oí hablar del evangelio del agua y el Espíritu Santo. Las palabras del evangelio me enseñaron que los seres humanos nacen malos y por consiguiente las cosas malas vienen desde adentro y los manchan (Marcos 7:20-23) El evangelio dice que aun cuando las personas intentan evitar el mal, ellos no pueden sino que cometen pecado y no borran sus pecados por ellos mismos. Por eso Jesús vino a este mundo para salvarnos y es la razón por la que Juan, como el representante de toda la humanidad bautizó a Jesús para pasar sobre Él todos los pecados del mundo (Mateo 3:13-17) Jesús fue bautizado para llevarse los pecados del mundo y fue juzgado por ellos en la Cruz. Este evangelio me impactó. Yo estaba leyendo acerca de Su palabra todos los días pero yo nunca había conocido la verdad que nosotros por naturaleza nacemos malos y que Jesús se llevó todos nuestros pecados a través de Su bautismo. Yo había ido a la iglesia por más de 20 años pero todo lo que yo había aprendido eran las palabras sobre Su muerte en la Cruz, vivir una vida buena, arrepentirse todos los días y servir Dios fielmente. ¡Cómo intenté seguir las enseñanzas de mi iglesia! Sin embargo leyendo sobre el evangelio del agua y el Espíritu Santo yo comprendí que debido a que nosotros nacemos malos, éramos incapaces de seguir los mandatos de Dios. Pero el evangelio del agua y el Espíritu Santo me enseñó que Jesús, el Hijo de Dios, vino a este mundo y fue bautizado por Juan el Bautista para llevarse todos los pecados del mundo. ¿Yo pensé, ‘Entonces todo lo que yo he hecho hasta ahora ha sido una pérdida?’ Pero las tales dudas desaparecieron al leer la Biblia. Yo comprendí, “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos 10:10). El perdón de nuestro pecado no está escrito en tiempo futuro sino en participio pasado. Mientras mi fe un día antes había estado en el tiempo futuro. “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado” (Hebreos 10:17-18). La Biblia registra que todos mis pecados fueron perdonados hace aproximadamente 2,000 años cuando Jesús fue bautizado por Juan y murió en la Cruz. Esta verdad es muy evidente. Las personas no van al Cielo haciendo oraciones de arrepentimiento sino creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu Santo, y siendo perdonados por sus pecados. Yo sé finalmente por qué mi corazón estaba tan vacío y lo que me mantuvo alejada de Jesús. Era el pecado en mi corazón. Yo pensaba que si yo hablaba en lenguas, sería la evidencia de que había recibido el Espíritu Santo. Pero ahora comprendo que creyendo que el bautismo de Jesús quitó todos los pecados del mundo (Mateo 3:15) es la única manera de recibir el Espíritu de Dios. El Espíritu Santo de Dios es un ser santo y por consiguiente no puede residir en los corazones de los pecadores, así que la gente debe creer en el bautismo de Jesús y Su sangre, y así recibir el perdón por sus pecados. Lo que yo hice antes de creer esto fue un engaño de la brujería. Las personas creen que hablar en lenguas es la evidencia externa de que han recibido el Espíritu Santo, pero esto es solo uno de los trucos de Satanás. Muchos Cristianos han caído en esos engaños. Ellos no saben que han sido engañados por Satanás. Yo siento lástima por ellos y por eso es que me gustaría darles este testimonio. Le agradezco al Señor que me haya salvado de la tal decepción. “Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy” (Romanos 11:8). Sólo aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu Santo pueden comprender la verdad y pueden hacer los deseos Dios. Yo vine comprender la verdad y a reconocer la decepción de Satanás a través del evangelio del agua y el Espíritu Santo. Dios es el Espíritu de verdad. El Espíritu Santo de Dios no viene a nosotros como vienen los demonios, Dios en cambio envía a Sus siervos para que nos salven con Su Palabra y luego entonces envía Su Espíritu. Agradezco al Señor Su gracia, por salvarme de Satanás y el caos espiritual y ayudarme a recibir el Espíritu Santo. Yo conocí a Su siervo y creí en Su Palabra y Él me envió Su Espíritu como regalo. Yo estoy verdaderamente contenta debido a que el Espíritu Santo mora en mí.

 

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