ChiKung para la salud  
     
Como se ha mencionado en otros lugares, ChiKung significa "trabajar con la energía" y de eso se trata, teniendo presente que este arte se caracteriza muy especialmente por "llegar" a la mente, desde el cuerpo, de forma que verdaderamente se logra trabajar con esa unidad "cuerpo-mente" que todos somos.

Hay una cita del Nei Jing (Clásico de la Medicina Interna), que muchos autores incluyen en sus obras, pues refleja de manera sabia y concisa el concepto de energía y su interrelación con todo. Dice: "la substancia de la que nace un hombre es la misma substancia de que se compone el universo entero, es decir, la energía. Esta energía puede manifestarse en diferentes tipos, los cuales se generalizan en dos grupos principales. Los tipos finos se conocen como energía del cielo y los tipos más bastos, como energía de la tierra. Esta energía, que está en el hombre y también en todo el universo, no es estática; está cambiando siempre, y los cambios pueden ser producidos por diferentes épocas y por diferentes ambientes..."

Esa energía que nos crea y que está en constante cambio, a veces se estanca, a veces se obstruye, deja de fluir; y ello causa enfermedad y desequilibrio, que puede ser revertido aplicando las técnicas energéticas apropiadas.  Muchas de esas técnicas están reunidas en el ChiKung y han sido experimentadas durante miles de años. Recuperando el equilibrio energético, podemos luego ir más allá, hacia la utilización de nuestra energía no sólo en la salud y la vitalidad, sino en la creatividad y en el desarrollo espiritual. Pero es básico empezar por equilibrar, realinear, recuperar nuestro potencial energético.

Entre los muchos ejercicios de ChiKung para la salud, muchos autores destacan los ejercicios que se presentan a continuación. Hay muchos más, pero estos son básicos y poderosos, aunque no lo parezca por la simpleza de los mismos. Se recomienda su práctica diaria, realizando al menos series con ocho, diez ( o más) repeticiones de cada uno.

La respiración:   En el ChiKung la respiración y sus ritmos, son de suma importancia. Siempre se recomienda mantener un ritmo de respiración suave, no forzado. Pero a la vez se insiste en aprender a respirar de manera completa, utilizando toda la capacidad respiratoria que tenemos y, especialmente, la respiración abdominal. Esto es así porque las secuencias de movimientos requieren muchas veces de ciclos respiratorios largos, e incluso de movimientos en apnea (retención del aliento), todo lo cual se consigue con la práctica sostenida de los diferentes tipos de respiración.
La relajación y el silencio mental: es muy importante realizar estas prácticas estando relajado, sin apuro, sin cosas urgentes en la mente. Tan importante como respirar de la manera adecuada, es adquirir la capacidad de "silenciar la mente", lo cual permitirá a la energía fluir de manera más libre y obtener los mejores resultados. Por eso es necesario buscar el momento y el lugar adecuados para hacer estas prácticas y, en lo posible, hacerlas diariamente en horarios similares; eso "ayuda" al principio a que cuerpo y mente se adapten a la relajación y al silencio.

 

  Sostener el Cielo

Puede comenzarse con la postura básica "wu shu", parado, con los pies casi juntos, relajado, los brazos a los costados del cuerpo. También puede realizarse el ejercicio con una separación mayor de las piernas, más o menos de un ancho de hombros.

Se llevan las manos hacia adelante con las palmas vueltas hacia abajo, hasta que las puntas de los dedos se toquen ligeramente; ambas manos forman un ángulo recto respecto a los brazos. Se mantiene un instante esta postura, sintiendo que nos conectamos con la energía de la tierra, a través de los pies y con la energía del medioambiente, a través de las palmas.

En forma lenta y suave se van levantando los brazos, sin perder el ángulo de las palmas, y se empieza a formar un arco que sube hasta llegar las manos a posicionarse sobre la cabeza, con las palmas vueltas hacia el cielo. Mientras se realiza este movimiento, se inspira abdominalmente, tratando de que sea una respiración suave, pero profunda.

Llegado a ese punto, se inclina levemente la cabeza hacia atrás y se miran las manos; a continuación se "empujan" las manos hacia arriba, manteniendo el ángulo de las mismas respecto a los brazos y se eleva un poco el cuerpo al posicionarse sobre las puntas de los pies. En este movimiento, se retiene el aliento.

A continuación se bajan los brazos por los costados del cuerpo, lentamente, mientras se espira en forma larga y sostenida todo el aire. La cabeza vuelve a su posición normal.

Mientras se realiza el ejercicio es importante cierta "visualización" interior del flujo de la energía. Mientras se realiza el movimiento ascendente, visualizar la energía de la tierra que ingresa por las plantas de los pies, la energía del medioambiente, que ingresa por nuestras palmas mientras éstas suben; y la energía del cielo, que ingresa por nuestro chacra coronario cuando estamos "empujando el cielo". A continuación, mientras descendemos los brazos por los costados del cuerpo, visualizar que toda esa energía desciende por el centro del cuerpo, en una línea que va desde la cabeza hasta las puntas de los pies; y que aún continúa saliendo más allá, por la punta de los pies, "barriendo" toda la energía que no necesitamos.

Realizado de esta forma, este es un ejercicio básicamente de limpieza, porque ayuda a eliminar estancamientos y a liberarse de la energía que es malsana para nuestro ser, o que es innecesaria.

  Sujetar la Luna

Se comienza en la postura básica "wu shu": de pie, erguido y sin tensiones, con los pies casi juntos y los brazos que caen suaves a los costados del cuerpo. Se realiza una respiración profunda, completa, suave.

Desde esa postura, se inclina el tronco hacia adelante, de forma de formar un ángulo recto a la altura de la cintura; los brazos cuelgan relajados y las manos quedan más o menos a la altura de las rodillas, con las palmas vueltas hacia el cuerpo. Mientras se realiza este movimiento, se retiene el aliento (apnea).

A continuación, con las manos juntas, una al lado de la otra, se endereza lentamente el cuerpo y los brazos empiezan a subir en un arco que pasa por el frente del cuerpo y termina cuando las manos se sitúan sobre el chacra coronario (en medio de la parte superior de la cabeza). Mientras se realiza el movimiento ascendente de los brazos, se inspira lenta y profundamente. Se detiene aquí por un instante el movimiento (apenas una fracción de segundo).

A continuación ambas manos dibujan un círculo sobre la cabeza (una "luna"), al unir pulgar con pulgar e índice con índice; mientras se realiza este movimiento, se vuelve el rostro hacia las manos y se doblan ligeramente los brazos.

Una vez formada "la luna llena" con las manos, éstas continúan su movimiento hacia atrás y sobre la cabeza, hasta formar un arco con todo el cuerpo, hacia atrás. La mirada sigue a las manos, hasta donde sea posible el movimiento (sin forzar) y aún continúa un poco más atrás. El movimiento de dibujar la luna llena y de inclinarse hacia atrás, se realiza en apnea (reteniendo el aliento).

Luego, lentamente las manos bajan por los costados del cuerpo, mientras éste se endereza y vuelve a la postura inicial. En este movimiento, se espira todo el aire, de forma lenta y sostenida.

La "visualización" que se recomienda en este ejercicio es la siguiente: mientras se mantiene el torso flexionado hacia adelante, visualizar nuestra energía subiendo desde el chacra base hasta el chacra coronario, por la columna vertebral; cuando se bajan los brazos por los costados del cuerpo, visualizar la energía que desciende por el cuerpo, tanto interiormente como "envolviendo" todo el cuerpo, como si fuera lluvia vivificante.

Este ejercicio es eminentemente un ejercicio para la salud; es tonificante, revitalizante y equilibra todo el flujo energético.

 

  Flujo de Chi inducido
Una vez realizados los ejercicios anteriores,  con al menos 12 a 20 repeticiones de cada uno, se continúa manteniendo la postura inicial, erguido y sin tensiones. Poco a poco empezará a notarse que el cuerpo se mece, que se balancea con movimientos involuntarios, movimientos que son generados por la energía que hemos despertado con los ejercicios anteriores.

Es probable que los movimientos suaves del comienzo se vayan tornando más vivos, más fluidos e,  incluso, bruscos a veces. No hay nada de qué preocuparse, puesto que en cualquier momento podremos darnos la orden de parar y los movimientos se detendrán. Es interesante recordar que "el cuerpo sabe" y que cuando permitimos que la mente deje de dirigirlo  todo, el cuerpo actúa de la forma más apropiada para su salud y equilibrio.

Podemos permitir que estos movimientos involuntarios continúen todo el tiempo que nos sea cómodo y, al decidir pararlos, hacerlo en forma suave, sin brusquedades.