COMISIÓN NACIONAL

SALVEMOS AL TREN

 

Terrorismo de baja intensidad

 

 

Los tiempos se terminan y como a pesar de los anuncios la reactivación no se concreta, el gobierno apunta a acallar las voces de la oposición.

 

 

Cuando los ferroviarios hablamos de piqueteros y de gente sin trabajo, sabemos muy bien de que estamos hablando, ya que hemos aportado a estos grupos nada más y nada menos que unas 85.000 familias, las cuales viven a lo largo y a lo ancho de este país.

 

Desde nuestra Comisión hemos insistido hasta el cansancio señalando cuál es el camino, para por lo menos desde nuestro sector, cuáles son las medidas a tomar para terminar con el flagelo de la desocupación.

 

Sin embargo, lejos de escucharnos, el gobierno ha insistido con las viejas recetas neoliberales que han llevado al país al estado en que se encuentra, con la enorme cantidad de desocupados que a pesar de las estadísticas oficiales que cuentan a un jefe de familia que recibe un plan de 150 $ por mes como alguien que tiene trabajo, en lugar de contabilizarlo en la más absoluta indigencia.

 

Ha insistido en brindar generosos subsidios a las empresas entre los cuales sobresale la última entrega de 12 millones de pesos a Ferroexpreso para reparar una vía que la propia empresa debió de reparar.

 

Hasta aquí ninguna novedad, pero en vista a que los tiempos se acortan y los resultados no aparecen, al gobierno ya no le alcanza con mentir descaradamente, tiene que acallar las voces de la oposición para que su plan funcione.

 

La alternativa es clara, FMI o Plan de Obras Publicas, una u otra opción pero no ambas, simplemente porque el dinero a  pesar de los récord en la cosecha e impuestos que ha logrado recaudar el gobierno no alcanzan para ambas cosas.

 

Es entonces que el objetivo inmediato del gobierno es acallar la protesta, en especial de la izquierda que se perfila como la única oposición verdadera al modelo y así esta empezando a ser percibida por un número creciente de personas.

 

Esta campaña de silenciamiento tiene barios frentes, en primer lugar la judicialización de la protesta, es entonces que a diversos luchadores populares han sido llevados, o están en tren de serlo, a los tribunales o son sacados de sus casas a medianoche recordando pasadas y creíamos superadas épocas del terror, tal es el caso de las militantes de la CCC de Quilmes, o de nuestro Pollo Sobrero, o de los ex empleados de YPF de Ensenada y Berisso.

 

Esta campaña de intimidación está estrechamente ligada a las necesidades del gobierno de acallar las protestas populares, pero a pesar del empeño puesto en ello han tenido un muy reducido fruto.

 

Es así que al no poder enfrentar las luchas en la calle decide enfrentar a pobres contra pobres, endemonizando a los movimientos de desocupados, como si ellos fueran los responsables, y no las víctimas, de la aplicación de un modelo que nos perjudicó en mayor o en menor medida a todos.

 

Esto tampoco alcanzó, entonces decide reprimir en la periferia, lejos de los centros urbanos que pudieran resultar peligrosos, se sucede así la brutal represión de Neuquén, con varios heridos de balas, por supuesto siempre del lado de los piqueteros.

 

Ahora han avanzado un paso más, al mejor estilo de los servicios, una bomba estalla en el medio de una multitud que está recordando precisamente el 20 de diciembre.

 

El saldo fue de 27 compañeros heridos, algunos de consideración, pero ningún muerto,  ninguna esquirla, nada más que un violento susto, ya que el gobierno no se puede dar el lujo de tener nuevos mártires.

 

El gobierno apuesta  entonces a instalar un modelo de terrorismo de baja intensidad que permita seguir aplicando el modelo y sobre todo que permita implementar los ajustes que vendrán, sueldos vía inflación y tarifas vía decretazo.

 

Desde la Comisión Nacional Salvemos al Tren volvemos a advertir al gobierno que está errando el palo nuevamente, y que la única forma de acallar los reclamos populares es crear miles de puestos de trabajo, lo cual no es posible dentro del modelo Neoliberal y mucho menos haciendo los deberes que nos impone el FMI.

 

C.N.S.T.

La Plata, 22 de diciembre de 2003