Para
pensar mientras vuelve el agua
En la última reunión mantenida entre la CNST y el
Secretario de Transporte Ferroviario de la Nación, el Ing. Julio MONTAÑA uno
de los temas más importantes tratados fue señalar la necesidad de la revisión
de los contratos.
Uno
de los problemas más graves que ha tenido la privatización de los servicios públicos,
aquí y en cualquier país donde la oleada de neoliberalismo ha arrasado con la
propiedad pública, ha sido sin duda, la falta de inversiones, o mejor dicho la
falta de inversiones adecuadas a las necesidades de la gente y no las que
simplemente maximizan los resultados económicos de los diversos concesionarios.
En
nuestras pampas por ejemplo, puesto a elegir, si el concesionario pone molinetes
para cobrar boletos o arregla las puertas automáticas, decididamente decide
poner los molinetes y “desgraciadamente” los pasajeros caen a las vías.
En
el viejo mundo, más precisamente en Inglaterra, la opción pasaba entre renovar
los coches (con lo cual atraería más pasajeros) o invertir en el sistema de señales,
se decidió por los coches en desmedro de las señales, y la seguridad,
“desgraciadamente” se produjeron varios choques que costaron algunos cientos
de vidas.
Es
así que la revisión de lo actuado en el marco de los distintos contratos de
concesión no es un tema menor para la prestación de los servicios.
Ahora
que están volviendo los servicios de pasajeros, el tema seguridad se debe
replantear y se debe revisar además que han hecho en este sentido los
concesionarios.
El
tema de que acciones se encaran y cuáles no, puede llevar a un lucrativo
negocio para los concesionarios si estos son los encargados de realizar las
obras.
Cualquiera
que haya tenido un auto sabe muy bien que no hay cosa más cara que el diferir
los mantenimientos y el peso que no se gasta hoy se transforma en 10 pesos que
deberemos gastar en forma obligada en un futuro más o menos cercano.
Con
los sistemas ferroviarios pasa lo mismo, una vía nueva bien mantenida puede
durar hasta 100 años, si en cambio la misma vía no se la mantiene en absoluto
a los 4 o 5 años estará en muy malas condiciones y a los 10 ó 15 años deberá
renovársela.
Si
estas obras las paga el Estado, como ocurre con los ferrocarriles, el no hacer
los mantenimientos adecuados significa simple y llanamente dilapidar valiosos
recursos, y así ha venido ocurriendo en los últimos años.
Estas
acciones que sin duda tiene responsables les han costado al Estado, y
seguramente le costarán en el futuro, grandes sumas de dinero, que gastaremos
dos veces por haber controlado mal.
Si
los contratos ferroviarios se hubiesen cumplido no necesitaríamos gastar hoy
los 504 millones suplementarios para la reconstrucción de vías, ya que las
mismas estarían en condiciones.
Revisar
los contratos significa, ni más ni menos, que preguntar quien se ha gastado los
presupuestos que faltan en nuestros hospitales y escuelas.
El
secretario de transporte se mostró preocupado antes nuestros dichos, y hablo de
la necesidad de esa revisión, lamentablemente al mismo tiempo le concede en
forma directa a esos mismos concesionarios que debería revisar y a nuestro
criterio defenestrar, la ejecución de los nuevos servicios de pasajeros.
Ahora
debo dejarlos, porque ha comenzado a llover y necesito juntar agua para poder bañarme.
C.N.S.T.
La
Plata, 25 de noviembre de 2003