COMISIÓN NACIONAL

SALVEMOS AL TREN

 

 

Las privatizadas y sus empleados

 

  

Trenes o FMI.  Usted decide.

 

 

Una de las características de las empresas del Estado, era el respeto con y para sus empleados. Los mismos no eran números si no más bien personas, las cuales además de generar plusvalía eran valiosas en sí mismas, tenían deseos, necesidades y era bueno cada tanto darle satisfacciones que no siempre pasaban por lo material.

 

En general la empresa se ocupaba de la salud de su gente más allá de lo que puede hacer o no una prepaga.

 

Ya nos ocupamos en un artículo anterior de la promoción y la educación del personal.

 

Volviendo al tema de la salud, uno de los problemas que debía afrontar la empresa era el alcoholismo, verdadero flagelo de la familia ferroviaria, que llegó a alcanzar valores tan altos como del 4 al 5% de todo el personal.

 

Diversas causas generaban este flagelo, prolongadas ausencias del hogar, trabajo muchas veces en soledad, el contagio, y otras causas impulsaban esta desgracia social.

 

La política de la empresa estatal siempre fue tratar como enfermos a estos agentes e impulsar institucionalmente a que recibieran atención y se sometieran a algún tipo de tratamiento.

 

Tanto esto era así que los que pasaban por el tratamiento en forma exitosa se llamaban a sí mismos “locos con patente”, excelente trabajadores y mejores compañeros.

 

Esta política llevó a que por los años 70’, uno de los tantos gobiernos militares que tuvimos decretara que los días necesarios para estos tratamientos no debían ser descontados ni se deberían computar como enfermedad.

 

Los primeros grupos de Alcohólicos Anónimos  nacían de estas iniciativas.

 

Otro país, otros tiempos, que parecen tan lejanos si los comparamos con tiempos más recientes en que a los propios gobernantes se los sospechaba como promotores de la droga, ya no del  pernicioso alcohol.

 

¿Qué hacen hoy las privatizadas?.

 

Básicamente la política del Avestruz, el problema subsiste, pero en lugar de curarlo simplemente se lo oculta, y en caso de pasar a la luz, el empleado es  echado de la empresa, acusado obviamente no de alcohólico, sino más bien por cualquier otro motivo.

 

En el actual esquema, los empleados ya no son valiosos de por sí, sino más bien por la plusvalía que producen, y cuando no son capaces de generarla simplemente son descartados

 

Como decíamos, otro país otros tiempos.

 

C.N.S.T.

 

La Plata, 17 de marzo de 2004