El cambio de amo en las empresas ferroviarias enfrenta
nuevamente a los trabajadores del riel a un oscuro vacío dado por la
posibilidad de la perdida de sus trabajos.
Sin
duda una de las más traumáticas experiencias en la vida de una persona es la
perdida de su trabajo, esta sensación se hace más y más aguda a medida que
crece la edad de estas personas.
Hace
no muchos años, los ferroviarios creíamos que la antigüedad de alguna manera
nos daba un grado, una cierta protección, creíamos que la persona más antigua
en el puesto de trabajo de alguna manera era más sabia y era respetada por
ello.
Sabiduría
que, sin dudarlo tenia muchas facetas, tanto desde lo profesional como desde lo
social, al haber vivido más, al haber estado enfrentado a un mayor número de
situaciones sabía que cosas se podían y cuáles no.
Pensábamos
que valía la pena estudiar y prepararse para el futuro, que se podía escalar
en la posición si uno se lo proponía.
El
desembarco del neoliberalismo y con el de la mano el yupismo terminó con todos
estos conceptos, ya nadie valía por su experiencia, y entre más años tenia más
devaluado estaba.
Aparece
entre nosotros el concepto de la persona útil y de la persona superflua, inútil,
descartable, el genocidio de los jubilados de la época es parte de esta poco
sutil forma de pensamiento donde lo que no es útil a los fines que alguien
puso, simplemente debe ser desechado.
Los
ferroviarios como todos los trabajadores argentinos vivimos esa época y
sufrimos brutalmente esa política con la destrucción de nuestra empresa, la
cual comenzó con las jubilaciones anticipadas que condenaron al hambre a miles
de familias y terminó con el desalojo de sus puestos de trabajo de nada menos
que 85.000 trabajadores.
Los
años que siguieron no fueron más fáciles, se dividió a nuestro gremio en una
multitud de sub empresas, que aunque los compañeros hacían lo mismo tenían
distintos convenios y distintos sueldos aunque hacían los mismos trabajos.
De
la mano de las tercerizadas aparecieron los trabajadores de primera y los de
segunda, estos últimos sin convenios, prácticamente sin sindicatos o cuando
los tenían eran más patronales que la propia patronal.
Los
ferroviarios más viejos decían que como la rueda es redonda, lo que ahora está
arriba mañana puede estar abajo y es por ello que a nadie hay que tratar mal.
Pero
como ya dijimos, para este modelo los viejos son descartables, el problema es
que efectivamente la rueda es redonda y también efectivamente el cambio de
manos de los dueños de la empresa amenaza con dejar a todos democráticamente
en la calle.
C.N.S.T.
La Plata, 12 de febrero de 2004