SAN DEMETRIO O METRÓPOLI (Catedral)

El conjunto de edificios que conocemos como Metrópoli o Catedral se encuentra encerrado en un recinto amurallado, como más adelante veremos también en la Períbleptos, al que se accede por una puerta abierta en el muro que recorre el camino principal.

Fachada este de la metrópoli que corresponde a la parte del ábside. Casi toda ella es original del s. XIII, excepto los muros que cierran las naves, como puede verse por la mampostería. El campanario es de fecha muy posterior y está levantado sobre una antigua capilla.

Como centro oficial de la religión en Mistra, la Catedral fue siempre objeto de atención de los sucesivos obispos de la ciudad, que han dejado sus nombres inmortalizados abundantemente entre sus paredes, y ha sufrido importantes cambios a lo largo de su historia. La primitiva construcción parece haberse iniciado entre 1263 y 1272 por Eugenio, el primer obispo de la ciudad, representado en el diakonikon de la iglesia. Se trataba de una basílica tradicional cuyo espacio interior se dividía en tres naves abovedadas gracias a dos filas de columnas, cubierta por una techumbre de madera. Después de su llegada a Mistra en 1304, Nicéforo Moscópulo, obispo de Lacedemonia, a quien mencionan tres inscripciones, la remodeló añadiendo un nártex abovedado y la decoración interior.

 

Fachada occidental de la Metrópoli. El tipo de mampostería diferencia claramente la parte más antigua, hecha de sillares de piedra con finos ladrillos rojos, del añadido que sufrió en el siglo XV. La fuente que aparece a la derecha se construyó en el siglo XIX, poco antes del abandono definitivo de Mistra.

Hacia principios del siglo XV, el obispo Mateo levantó todo el tejado y añadió una galería, donde incluyó una dependencia especial para las mujeres, y una cúpula que se apoya sobre cuatro pilares sostenidos por las columnas de las naves laterales, adaptándola así al diseño de las más importantes iglesias de ese momento en Mistra, la Hodiguitria y la Períbleptos. Esta ampliación se hace evidente tanto en el exterior de la iglesia como en el interior, ya que, por un lado, la utilización de los materiales de construcción es totalmente distinta a la antigua, y, por otro, el programa primigenio de frescos está incompleto, pudiéndose distinguir en la decoración actual distintas épocas de realización.

Vista interior del exonártex de la fachada occidental.

Fachada norte de la catedral. El pórtico que rodea el patio enlosado es de época turca. A la derecha se encuentra el que fuera Palacio Episcopal, hoy museo.

En esta iglesia en concreto se puede apreciar con extrema claridad la reutilización de materiales antiguos en la construcción de los nuevos templos, y así, por ejemplo, vemos que dos de los capiteles son paleocristianos, tallados con motivos vegetales, y otros dos son una burda imitación realizados sólo para que no desentonaran demasiado.

 

Antiguo palacio Episcopal, construído en 1754. Desde 1951 se convirtió en el Museo de Mistra, y con ocasión de la exposición Momentos de Bizancio se ha remodelado y reorganizado por completo bajo el tema Bizancio y Occidente: la experiencia de un centro urbano tardobizantino.

Los diversos frisos que adornan la iglesia también pertenecen a épocas distintas, presentando la mayor parte de ellos el monograma de Mateo, quien, por lo visto, tenía un gran afán de notoriedad. Sólo el marco de mármol de la puerta de entrada parece haber sido hecho específicamente para esta construcción.

  En el suelo, debajo de la cúpula y enfrente del iconostasio, encontramos una lápida con un bajorrelieve que representa el águila bicéfala de los Paleólogos, que debe pertenecer a la remodelación de Mateo, si no a otra más tardía de época turca. La tradición popular, sin embargo, la hace protagonista de la coronación de Constantino XI Paleólogo como emperador de Constantinopla.

Bajorrelieve con el motivo del águila bicéfala, emblema de la dinastía de los Paleólogos, que se encuentra en el enlosado de la catedral. La tradición dice que sobre esta lápida fue coronado en 1449 Constantino XI Paleólogo, el que sería el último emperador bizantino.

La decoración interior de la catedral es extremadamente interesante, ya que muestra estilos de épocas diferentes, además de que las partes más antiguas se encuentran bastante bien conservadas. En ella podemos distinguir principalmente dos periodos distintos.

El primer periodo se refiere a la época de su fundación, en el último cuarto del siglo XIII. De esta época data la representación de la Virgen que encontramos en el ábside, que permanece en pie sosteniendo al Niño, del tipo llamado Kiriotissa, estilizada y hierática, la única que se ha salvado de esta primera etapa en esa parte del templo, ya que el resto de pinturas que la rodean son de fecha posterior.


La figura de la Virgen que se encuentra en el ábside es una de las pinturas más antiguas que se conservan en la catedral. El resto de las figuras que la rodean son más tardías, bien del s. XV o incluso posteriores, como las figuras que aparecen en el nivel superior, datadas en el s. XVIII.

También a esta etapa pertenecen los frescos conservados en la nave norte, dedicada en su parte oriental a escenas de la vida y martirio de San Demetrio, cuyo retrato encontramos también en el ábside.

Nave norte de la catedral: San Demetrio predicando en la cárcel.

 

Hacia el lado occidental se representan escenas y milagros de la vida de Cristo. 

 

Nave norte de la catedral: las Bodas de Caná.

Las paredes de esta nave se dividen en tres franjas con distintos santos -hombres de iglesia, mártires y guerreros- de tamaño irregular. 


Nave norte de la catedral: curación del hidrópico.

Nave norte de la catedral: curación del paralítico.

En el ábside del diakonikon se encuentran los santos Cosme y Damián. El conjunto de los frescos más antiguos se completa, entre otros motivos, con escenas de la vida de la Virgen y una Preparación del Trono.

Las pinturas de esta época parecen haber sido hechas de manera un tanto apresurada y poco cuidadosa, siendo probablemente obra de artistas locales. Rebosan espontaneidad, pero la mezcolanza de estilos, técnicas y temas da la impresión de que no siguieron un esquema definido de antemano y de que fueron más o menos improvisando cómo llenar el espacio.
La segunda época importante en el programa decorativo de la catedral se corresponde con el patronazgo de Nicéforo Moscópulo, en las dos primeras décadas del siglo XIV, siendo, por tanto, coetánea de la Hodiguitria. Sin embargo, no parece que existiera rivalidad alguna entre los máximos representantes eclesiásticos de la Mistra de aquel momento, el emprendedor Nicéforo y el ambicioso Pacomio. Por el contrario, su relación parece fluida y productiva -Nicéforo, excelente calígrafo, regaló a Pacomio un ejemplar de los Evangelios escrito por él que hoy se conserva en Moscú, y le instó a que empezara a impartir enseñanza en el Brontoquio-, y probablemente compartieron a los artistas que vinieron de Constantinopla para la construcción y remodelación de sus respectivas iglesias. Los frescos de la Hodiguitria se conservan en mejor estado que los de la catedral, pero aún así puede apreciarse en ellos un estilo y un espíritu totalmente distintos a los de su primera etapa.

En la nave central se observa que a todas las escenas de la vida de Cristo les falta la parte superior, debido a la remodelación que Mateo llevó a cabo dos siglos más tarde. Las pinturas de la nave sur también se conservan muy fragmentarias, pero eso no impide apreciar la maestría que reina en el conjunto. 


Nártex de la catedral. El ángel que lee. Situada a la derecha de la puerta de entrada, esta es una de las figuras más famosas de la Catedral.

Nártex de la catedral. Preparación del Trono de Cristo. La majestuosidad en la composición de los elementos de la escena se remata con las alas de los ángeles, que como llamas se alzan hacia el cielo cerrando el conjunto y transmitiendo una gran sensación de dinamismo.

El diseño y la expresividad de las figuras, la composición de los personajes de las escenas, los colores vivos y la naturalidad en la pincelada revelan una técnica muy superior a la anterior. Donde mejor podemos apreciar los frescos de este periodo es en el nártex, cuyos muros y bóveda se cubren de escenas que relatan la Segunda Venida de Cristo a la Tierra.

 El dinamismo de las figuras se hace palpable y los tonos rojos de las llamas del Infierno dominan todo el conjunto. Incluso las alas de los ángeles adquieren tonos rojos y se elevan como llamas transmitiendo una viva sensación de movimiento.

Nártex de la catedral. Condenados sufriendo tortura entre las llamas del infierno. La sinuosidad de movimientos que transmiten las serpientes es impresionante.

Muchas partes de la iglesia se encuentran cubiertas con frescos de épocas muy posteriores, estando las más recientes datadas en el siglo XVIII.

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