Ansiedad
Introduccion
Todas las personas saben lo
que es sentir ansiedad: los hormigueos en el estómago antes de la primera cita,
la tensión que usted siente cuando su jefe está enojado, la forma en que
su corazón late si usted esta en peligro. La ansiedad lo incita a actuar. Lo
anima a enfrentarse a una situación amenazadora. Lo hace estudiar más para ese
examen y lo mantiene alerta cuando está dando un discurso. En general, lo
ayuda a enfrentarse a las situaciones.
Pero si usted sufre de trastorno
de ansiedad, esta emoción normalmente útil puede dar un resultado
precisamente contrario: evita que usted se enfrente a una situación y trastorna
su vida diaria. Los trastornos de ansiedad no son sólo un caso de
"nervios". Son enfermedades frecuentemente relacionadas con la
estructura biológica y las experiencias en la vida de un individuo y con
frecuencia son hereditarias. Existen varios tipos de trastornos de ansiedad,
cada uno con sus características propias.
Un trastorno de ansiedad
puede hacer que se sienta ansioso casi todo el tiempo sin ninguna causa
aparente. O las sensaciones de ansiedad pueden ser tan incómodas que, para
evitarlas, usted hasta suspenda algunas de sus actividades diarias. O usted
puede sufrir ataques ocasionales de ansiedad tan intensos que lo aterrorizan e
inmovilizan.
Trastorno
de ansiedad generalizada:
El Trastorno de Ansiedad
Generalizada (TAG) es mucho más de lo que una persona normal con ansiedad
experimenta en su vida diaria. Son preocupación y tensión crónicas aún
cuando nada parece provocarlas. El padecer de este trastorno significa anticipar
siempre un desastre, frecuentemente preocupándose excesivamente por la salud,
el dinero, la familia o el trabajo. Sin embargo, a veces, la raíz de la
preocupación es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en pasar el día
provoca ansiedad.
Las personas que padecen de
TAG no parecen poder deshacerse de sus inquietudes aún cuando generalmente
comprenden que su ansiedad es mas intensa de lo que la situación justifica.
Quienes padecen de TAG también parecen no poder relajarse. Frecuentemente
tienen trabajo en conciliar el sueño o en permanecer dormidos. Sus
preocupaciones van acompañadas de síntomas físicos, especialmente temblores,
contracciones nerviosas, tensión muscular, dolores de cabeza, irritabilidad,
transpiración o accesos de calor. Pueden sentirse mareadas o que les falta el
aire. Pueden sentir náusea o que tienen que ir al baño frecuentemente. O
pueden sentir como si tuvieran un nudo en la garganta.
La depresión frecuentemente acompaña
a los trastornos de ansiedad y, cuando esto sucede, también debe atenderse.
Los sentimientos de tristeza, apatía o desesperanza, cambios en el apetito o en
el sueño así como la dificultad en concentrarse que frecuentemente
caracterizan a la depresión pueden ser tratados con efectividad con
medicamentos antidepresivos o,
dependiendo de la severidad del mal, con psicoterapia.
Algunas personas responden mejor a una combinación de medicamentos y
psicoterapia. El tratamiento puede ayudar a la mayoría de las personas que
sufren de depresión.
Muchos
individuos con TAG se sobresaltan con mayor facilidad que otras personas.
Tienden a sentirse cansados, les cuesta trabajo concentrarse y a veces también
sufren de depresión.
Por lo general, el daño
asociado con TAG es ligero y las personas con ese trastorno no se sienten
restringidas dentro del medio social o en el trabajo. A diferencia de muchos
otros trastornos de ansiedad, las personas con TAG no necesariamente evitan
ciertas situaciones como resultado de su trastorno. Sin embargo, si éste es
severo, el TAG puede ser muy debilitante, resultando en dificultad para llevar a
cabo hasta las actividades diarias más simples.
Trastorno
de pánico:
Síntomas
de un ataque de pánico
Quienes
padecen de trastornos de pánico experimentan sensaciones de terror que les
llegan repentina y repetidamente sin previo aviso. No pueden anticipar cuando
les va a ocurrir un ataque y muchas personas pueden manifestar ansiedad intensa
entre cada uno al preocuparse de cuando y donde les llegará el siguiente. Entre
tanto, existe una continua preocupación de que en cualquier momento se va a
presentar otro ataque.
Cuando llega un ataque de pánico,
lo más probable es que usted sufra palpitaciones y se sienta sudoroso, débil o
mareado. Puede sentir cosquilleo en las manos o sentirlas entumecidas y
posiblemente se sienta sofocado o con escalofríos. Puede experimentar dolor en
el pecho o sensaciones de ahogo, de irrealidad o tener miedo de que suceda una
calamidad o de perder el control. Usted puede, en realidad, creer que está
sufriendo un ataque al corazón o de apoplejía, que está perdiendo la razón o
que está al borde de la muerte. Los ataques pueden ocurrir a cualquier hora aún
durante la noche al estar dormido, aunque no esté soñando. Mientras casi todos
los ataques duran aproximadamente dos minutos, en ocasiones pueden durar hasta
10 minutos. En casos raros pueden durar una hora o más.
El
trastorno de pánico frecuentemente va acompañado de otros problemas tales como
depresión o alcoholismo y puede engendrar fobias, relacionadas con lugares o
situaciones donde los ataques de pánico han ocurrido. Por ejemplo, si usted
experimenta un ataque de pánico mientras usa un elevador, es posible que llegue
a sentir miedo de subir a los elevadores y posiblemente empiece a evitar
usarlos.
Las vidas de algunas personas
han llegado a hacerse muy restringidas porque evitan actividades diarias
normales como ir al mercado, manejar un vehículo o, en algunos casos hasta
salir de su casa. O bien, pueden llegar a confrontar una situación que les
causa miedo siempre y cuando vayan acompañadas de su cónyuge o de otra persona
que les merezca confianza. Básicamente, evitan cualquier situación que temen
pueda hacerlas sentirse indefensas si ocurre un ataque de pánico. Cuando, como
resultado de este mal, las vidas de las personas llegan a ser tan restringidas
como sucede en casi una tercera parte de las personas que padecen de trastornos
de pánico, se le llama agorafobia. La tendencia hacia trastornos de pánico
y agorafobia tiende a ser hereditario. Sin embargo un tratamiento oportuno al
trastorno de pánico puede frecuentemente detener el progreso hacia la
agorafobia.
Fobias
Las fobias suceden en
distintas formas. Una fobia específica significa un miedo a algún
objeto o situación determinada. Una fobia social es el miedo a colocarse
en una situación sumamente vergonzosa en un medio social. Por último, la agorafobia,
que frecuentemente acompaña al trastorno de pánico es el miedo que siente la
persona de encontrarse en cualquier situación que pueda provocar un ataque de pánico
o de la cual le sea difícil escapar si éste llegara a ocurrir.
Muchas personas
experimentan fobias específicas, miedos intensos e irracionales a ciertas cosas
o situaciones; algunos de los más comunes son: perros, espacios cerrados,
alturas, escaleras eléctricas, túneles, manejar en carreteras, agua, volar y
heridas que produzcan sangre. Las fobias no son únicamente miedo extremo, son
miedo irracional. Usted puede esquiar en las montañas más altas con toda
facilidad pero siente pánico de subir al 10º piso de un edificio de oficinas.
Los adultos con fobias comprenden que sus miedos son irracionales pero
frecuentemente enfrentarse a los objetos o a las situaciones que las ocasionan o
siquiera pensar en enfrentarlos, ocasiona un ataque de pánico o ansiedad
severa.
Las
fobias específicas atacan a más de una de cada diez personas. Nadie sabe
exactamente qué las ocasiona aunque parece que son hereditarias y que son más
comunes en las mujeres. Generalmente las fobias aparecen primero en la
adolescencia o en la edad adulta. Comienzan repentinamente y tienden a ser más
persistentes que las que se inician en la niñez; de las fobias de los adultos
únicamente más o menos el 20 por ciento desaparecen solas. Cuando los niños
tienen fobias específicas, por ejemplo, miedo a los animales, esos miedos por
lo general desaparecen con el tiempo aunque pueden extenderse a la edad adulta.
Nadie sabe por qué persisten en algunas personas y desaparecen en otras.
Las personas con fobias
no sienten la necesidad de recibir tratamiento, si les es fácil evitar lo que
les causa miedo. Sin embargo, en ocasiones tendrán que tomar decisiones
importantes en su carrera o en lo personal para evitar una situación que les
produzca fobia.
La fobia social es un miedo
intenso de llegar a sentirse humillado en situaciones sociales, especialmente de
actuar de tal modo que se coloque uno en una situación vergonzosa frente a las
demás personas. Frecuentemente es hereditaria y puede estar acompañada de
depresión o de alcoholismo. La fobia social frecuentemente comienza alrededor
del principio de la adolescencia o aún antes.
Si usted sufre de fobia social tiene la idea de que las otras personas son muy competentes en público y que usted no lo es. Pequeños errores que usted cometa pueden parecerle mucho más exagerados de lo que en realidad son. Puede parecerle muy vergonzoso ruborizarse y siente que todas las personas lo están mirando. Puede tener miedo de estar con personas que no sean las más allegadas a usted. O su miedo puede ser más específico, como el sentir ansiedad si tiene que dar un discurso, hablar con un jefe o alguna otra persona con autoridad, o bien aceptar una invitación. La fobia social más común es el miedo de hablar en público. En ocasiones, la fobia social involucra un miedo general a situaciones sociales tales como fiestas. Menos frecuente es el miedo de usar un baño público, comer fuera de casa, hablar por teléfono o escribir en presencia de otras personas, como por ejemplo, escribir un cheque.
Las
personas con fobia social no necesariamente son tímidas. Pueden sentirse
totalmente cómodas con otras personas la mayor parte del tiempo, pero en
situaciones especiales pueden sentir intensa ansiedad.
Las personas con fobia social
comprenden que sus sensaciones son irracionales. Sin embargo, experimentan una
gran aprensión antes de enfrentarse a la situación que temen y harán todo lo
posible para evitarla. Aún cuando puedan enfrentarse a lo que temen,
generalmente sienten gran ansiedad desde antes y están muy incómodas todo el
tiempo. Posteriormente, las sensaciones desagradables pueden continuar con la
preocupación de haber sido juzgados o con lo que los demás hayan pensado u
observado respecto a ellos.
Cómo
recibir ayuda en los casos de trastornos de ansiedad
Si usted o alguna persona a
quien usted conoce tiene síntomas de ansiedad, lo mejor que puede hacer
inicialmente es ver al médico familiar. Un médico puede ayudarlo a determinar
si los síntomas son debidos a un trastorno de ansiedad, a alguna otra condición
médica o a ambos. Más frecuentemente, el siguiente paso para recibir
tratamiento en un trastorno de ansiedad es ser recomendado a un profesional de
salud mental.
Entre los profesionales que pueden ayudar están los psiquiatras, los psicólogos, los trabajadores sociales y los consejeros. Sin embargo, es mejor buscar a un profesional que tenga entrenamiento especializado en terapia de comportamiento cognoscitivo o en terapia de comportamiento y que esté dispuesto a usar medicamentos en caso de que sean necesarios.