1 de octubre
SAN VIRILA,

Abad

   El Abad San Virila no es un personaje legendario. Su existencia está perfectamente documentada como Abad del Monasterio de Leyre a finales del siglo IX. Las leyendas aparecen más tarde.

   Fue un monje nacido en las inmediaciones del monasterio San Salvador de Leyre (Navarra), del que llegó a ser abad. Fue hombre muy preocupado por el más allá. El relato refiere una leyenda, pero su figura histórica está perfectamente documentada en el Libro gótico de San Juan de la Peña (fol. 71).

    Al parecer, atormentaba al santo abad el pensamiento de la eternidad celestial y el miedo al aburrimiento en tan larga pervivencia. Salió un día, monte arriba, internándose en el bosque cercano con estas meditaciones que leía en un libro. En la espesura del bosque, aparece un ruiseñor, que con sus trinos distrae su atención de la lectura escatológica, apartándolo hasta una fuente. Allí queda prendado del canto del pájaro, hasta que se adormece. Cuando intenta regresar, encuentra las sendas cambiadas, el monasterio transformado, los monjes desconocidos, y él, recibido como un extraño y anacrónico personaje. Todo pudo aclararlo el monje encargado de los archivos, ya que en la crónica monacal constaba que, trescientos años atrás, el abad Virila había subido a la sierra y no había regresado. Se suponía que había sido devorado por una fiera.

   El monasterio se revoluciona por el milagro acaecido, y en pleno Te Deum de acción de gracias se abre la bóveda de la iglesia y se oye la voz de Dios "Virila, tu has estado trescientos años oyendo el canto de un ruiseñor y te ha parecido un instante. Los goces de la eternidad son mucho más perfectos". Un ruiseñor entra entonces por la puerta de la iglesia con un anillo abacial en el pico, y lo coloca en el dedo del abad, que lo fue hasta que Dios lo llamó a comprobar la gloria eterna.

   En los alrededores del Monasterio se encuentra la Fuente de San Virila.

 La leyenda es un clásico teológico de los goces de la eternidad, y habría de tener amplia repercusión literaria en el mundo occidental, como sucedió en el monasterio benedictino flamenco de Afflighem entre 1122-1195; o como en Francia, donde hay una traducción del obispo de París realizada en 1195; o reproducido también en el año 1212 por Jacobo de la Vorágine; o en la Cantiga CIII de Alfonso X el Sabio; o en el monasterio cisterciense gallego de la Armenteira, donde el abad se llama San Ero.

   Quienes conozcan el monasterio de Leyre comprenderán que la leyenda teológica está directamente unida a una naturaleza prodigiosa, donde se pueden pasar horas y días de admiración, de embeleso contemplándola, soñando, disfrutando de la leyenda desde la fuente de San Virila, donde a muy tempranas horas de la mañana se puede subir para gozar de esa naturaleza que adormeció al abad Virila adormeció.

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