10 de julio
BEATO ENGELBERTO KOLLAND
Mártir
(1860)

   Engelberto Kolland, joven religioso, cayó mártir de Cristo a la edad de 33 años años. Había nacido el 21 de septiembre de 1827 en Ramsau, en Austria, hijo de Cayetano y de María Sporer, de condición modesta pero ricos en virtudes cristianas. El padre, en el verano, dejaba a sus hijos en casa de María Brugger para ir a Estiria con su esposa a trabajar como leñador y ganar un pedazo de pan. Los hijos estaban en manos seguras, en la escuela de la Señora Brugger, crecieron buenos, instruidos y fervorosos cristianos.

   Engelberto tenía un carácter vivaz e inquieto pero en el momento de la oración se calmaba y se ponía en actitud tan devota que parecía un santo. El arzobispo de Salzburgo, en una visita a las parroquias de Zell, conoció al pequeño Engelberto, vislumbró en él síntomas de vocación y que podría llegar a ser un óptimo sacerdote, lo admitió gratuitamente en el seminario diocesano. Después de cuatro años fue retirado porque era demasiado inquieto. Al volver a la familia, trabajó con su padre por un año, luego retomó los estudios porque sentía en su corazón una voz misteriosa que lo llamaba al servicio de Dios. Un día se encontró por la calle un grupo de jóvenes novicios franciscanos. Los observó atentamente, y quedó impresionado por su modestia y su recogimiento. Volviéndose a sus compañeros exclamó : “Yo seré pronto como uno de ellos !”. Mantuvo su palabra. Después de algunos meses tomó el hábito religioso en la Orden de los Hermanos Menores.

   El 13 de julio de 1851, en Bolzano, subía por primera vez al altar de Dios para inmolar la víctima divina. Agradecido al Señor por esta gracia, prometió partir para la Custodia de Tierra Santa, pero este deseo sólo se realizó algunos años más tarde. En este período trabajó como coadjutor en la parroquia franciscana de Bolzano e intensificó el estudio de diversas lenguas: alemán, latín, inglés, italiano, francés y árabe, bajo la dirección de un antiguo misionero de Tierra Santa, el padre Vergeiner.

   En 1855 llegó al país de Jesús y fue destinado como coadjutor del Beato Carmelo en la parroquia latina de Damasco, donde se empeñó con celo apostólico hasta el momento del sacrificio supremo. Su seráfica serenidad lo hizo querer de todos y todos lo llamaban “Abuna Melac”, es decir, Padre Angel.

   Al momento de la irrupción de los Drusos Engelberto se encontraba en casa de una señora greco-católica, pronto fue localizado y reconocido por los musulmanes, quienes le intimaron renunciar a la fe y hacerse seguidor de Mahoma. La respuesta fue un No rotundo. Antes de ser asesinado se dirigió al verdugo: “Amigo, ¿qué mal he hecho para que me mates?”. La respuesta fue esta: “El único motivo es porque eres cristiano”. Fue asesinado con repetidos golpes de hacha en la cabeza. Fue  beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.

   Ver también: Mártires de Damasco.

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