Por Mario Mazzitelli y Adrián Camps *
La diputada Elisa Carrió ha incorporado un
nuevo término al debate ideológico en la Argentina; se trata
del capitalismo social. Hasta hace unos días empleaba una
definición distinta para su proyecto, capitalismo humanitario,
pero la contradicción entre los dos términos de la definición
resultaba evidente, el capitalismo, de humanitario tiene
bastante poco.
Capitalismo social resulta un poco más creíble, la producción
en el capitalismo tiene un carácter eminentemente social, así
lo sostenía en su Declaración de Principios del Partido
Socialista, redactada por Juan B. Justo en 1896. “La evolución
económica determina la formación de organismos de producción
y de cambio cada vez más grandes, en que grandes masas de
trabajadores se habitúan a la división del trabajo y a la
cooperación.” El problema del capitalismo, madre de todas sus
injusticias, no radica en el carácter social de la producción,
sino en el carácter individual de la apropiación de lo
producido por parte del dueño de la empresa. El capitalismo, en
consecuencia, presenta una contradicción insalvable entre lo
social y lo individual. La Declaración de Principios de 1896
también plantea con claridad la forma de resolverla: “Así,
al mismo tiempo que se aleja para los trabajadores toda
posibilidad de propiedad privada de sus medios de trabajo, se
forman los elementos materiales y las ideas necesarias para
sustituir el actual régimen capitalista con una sociedad en que
la propiedad de los medios de producción sea colectiva o
social, en que cada uno sea dueño del producto de su trabajo, y
a la anarquía económica y el bajo egoísmo de la actualidad
sucedan una organización científica de la producción y una
elevada moral social”.
Si el capitalismo social de la diputada Carrió se refiere al
aspecto productivo, estamos de acuerdo, porque otro carácter
social no tiene. La distribución de lo producido con carácter
social tiene otro nombre: se llama socialismo.
* Candidatos a presidente y vice por el Partido Socialista
Auténtico.
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