Los cazadores de la pasión perdida:                       

 



Si cambiar el mundo es una utopía, mucho peor aun es no haber pensado nunca en que ello fuese posible. Asistimos hoy a la exposición de una de las juventudes mas “resignadas a su destino” de la historia contemporánea.


La general falta de compromiso sobre los sentimientos y los ideales, es absolutamente desalentadora. La apatía parece haber ganado sus corazones.


¿Y porque poner énfasis en la juventud cuando la mayoría de la sociedad imita el mismo comportamiento?. Pues porque es la primavera la que prepara los frutos del verano. Sin ellos no hay esperanza de un futuro mejor.


Debe ser la juventud la renovadora de ideas y propósitos. El impulso de la sabia regeneradora y la rebelión contra los esquemas decadentes. De hecho, la expresión mas generalizada de la juventud por “transformar la realidad”, pasa hoy por la perdida personal de la conciencia, a causa del exceso de alcohol o el consumo de drogas. Una modalidad que gana adeptos todos los días. 


La búsqueda del bien común por encima del propio beneficio, se ha convertido en una fábula grotesca. Un propósito fuera de toda razón. Una inútil perdida de energía que desvía recursos para el fin ultimo del éxito personal. Y en este modelo, no hay éxito personal que no pase por lo económico. Un éxito económico que a diferencia de otros tiempos históricos, a nadie importa ya como se obtuvo. La mayoría tienden a ser simpáticos con la gente adinerada sin la menor intención de preocuparse por la legitimidad de los logros. La nefasta década menemista dio cátedra de esto y dejo al descubierto la poca sustancia de nuestras simuladas convicciones. Y del poco talento para disimular nuestras miserias. Cualquier cosa estaba bien, mientras que a los espectadores le alcanzara para pagar la cuota de la “heladera”. Así se dilapido el patrimonio nacional, se devoraron las Empresas Publicas. Se voló la AMIA y la Embajada de Israel sin que sepamos todavía que paso. Se dinamito Río Tercero para tapar el contrabando de armas, sin que a nadie se le moviese un pelo. Una democracia y una justicia que no son mas que cartón pintado. Ambas un maloliente despojo de los nobles ideales que las pensaron. 


Y cuando llegó el 2001, el exultante “¡que se vallan todos!” duró lo que el “propano en una canasta”. Todos ellos: ni se fueron, ni dejaron de gobernar.


Mucho mas importante que “ser” es hoy “tener”. Y la pasión de los ideales se ha transmutado por la pasión de los intereses personales. Todo se compra y se vende. Los manifestantes, las manifestaciones, los votos, los reportajes, los valores, los títulos, los testigos, absolutamente todo. 


Por lo que mas allá del análisis mismo, ningún reclamo puede hacérsele a la juventud argentina con semejante ejemplo de sus mayores. Pero este particular
desinterés nacional, se ve aun agravado por un fenómeno de índole mundial.


Como bien dice Alejandro M. Kronja: “La causa de la hipnosis de la juventud se debe al bombardeo constante de las imágenes”. 


La información, la propaganda y la publicidad, han pasado a ocupar la mayor parte de nuestras horas. El acoso de las imágenes a tomado dimensiones asfixiantes. La promiscuidad esta en la saturación de los sentidos. Y en la inducción de una “necesidad” ficticia que limita el alcance de la libertad. 


La información es siempre manipuleada, por medio de la opinión o tan solo mostrando imágenes parciales de la realidad. El periodismo independiente falleció hace tiempo, sin que nadie lo notara. La propaganda que en el pasado fue herramienta predilecta de los totalitarismos. Se ha instalado hoy como soberana de la información y la publicidad, para sostener una novedosa, disimulada y sutil forma de opresión que no es otra que la del consumo.


El consumo se ha convertido en el icono del paraíso terrenal. Y quienes no pueden consumir se sienten marginados, frustrados y sin consuelo. Por lo que sin directamente proponérselo, el consumo termina alentando la delincuencia entre los que no pueden acceder a el.


Es sin duda la juventud la mas expuesta a esta nueva forma de totalitarismo psicológico. Que ni siquiera necesita de la brutalidad manifiesta de las armas para imponer sus deseos sobre los individuos. Le alcanza con ejercer la seducción permanentemente y renovada, para anestesiar la voluntad de cambio de los espíritus más rebeldes y de las mentes más prodigiosas.


Y si todavía, persiste algun foco rebelde por aniquilar, alcanza con embriagarse de fútbol todos los días y a cualquier hora, para poder conciliar el sueño sin problemas. El “pan y el circo”, continúan siendo la formula invencible de cualquier imperio.

Carlos Eduardo Vasile
DNI 12.200.803
vasile@ecolan.com



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