Magisterio de la Iglesia

Bis Saeculari *
Constitución Apostólica

 Pío XII
27 de septiembre de 1948

Sobre las Congregaciones Marianas a propósito 

del bicentenario de la Bula Aurea

INTRODUCCIÓN

Congratulación y aprobación de las Congregaciones Marianas

1. Confirmación de la Bula   

   Al cumplirse felizmente el día del segundo centenario de la Bula de Oro "Gloriosae Dominae". por la que Benedicto XIV Confirmó con nuevos favores las Congregaciones Marianas que Gregorio XIII había erigido e instituido para siempre(1), estimamos propio de Nuestro oficio apostólico, no sólo felicitar paternalmente a los directores y miembros de dichas Congregaciones, sino además ratificar y declarar solemnemente los amplísimos privilegios y gracias con que, en el curso de casi cuatro siglos, muchos Predecesores Nuestros(2), y Nos mismo, hemos enriquecido tales Congregaciones por sus numerosos y relevantes servicios en bien de la Iglesia.

I. - NATURALEZA Y ACTUACIÓN DE LA CONGREGACIÓN MARIANA

2. Las gloriosas falanges marianas al servicio de la Iglesia

   Pues bien sabemos, para servirnos de las palabras de Benedicto XIV en la citada Bula Aurea, no sólo de cuanta utilidad haya resultado esta loable y piadosa institución para todas las clases sociales(3) en las épocas precedentes, sino también con qué celo y ardor estas falanges marianas, caminando sobre las huellas gloriosas de sus antepasados, y obedeciendo religiosamente a sus reglas, pelean hoy en primera fila, bajo los auspicios y la dirección de la Jerarquía eclesiástica, iniciando y realizando con constancia sus obras por la mayor gloria de Dios y bien de las almas, tanto que se las debe contar entre las agrupaciones y fuerzas espirituales más sólidas en la defensa, propagación y vinculación del catolicismo(4). Y esto por múltiples razones.

3. Su desarrollo en el pasado y el presente

   Porque quien repasa la historia de las Congregaciones Marianas, aunque echa de ver que siempre brillaron por sus bien ordenados escuadrones, ha de confesar que las antiguas sí pueden parangonar con las modernas en el fervor y actividad, pero no en el número de congregantes; pues mientras en los siglos precedentes el número anual de agregaciones a la Prima Primaria nunca pasaba de diez, desde principios del siglo XX semejantes agregaciones fácilmente llegan al millar.

4. Sus normas y reglas son una escuela de perfección

   Pero más que el número de las Congregaciones se han de estimar, porque es lo capital, las normas y reglas que llevan a los congregantes, como por la mano, a tal excelencia de la vida espiritual(5) que puedan subir a las cumbres mismas de la santidad(6), gracias sobre todo a los medios en los que es tan necesario que se ejerciten los incondicionales y perfectos seguidores de Cristo: la práctica de los Ejercicios Espirituales(7) y el uso cotidiano de la meditación y el examen de conciencia(8); la frecuencia de Sacramentos(9); el trato sumiso y filial con un director espiritual fijo(10); la consagración total y perpetua de sí mismo, bajo el manto virginal de la Bienaventurada Madre de Dios(11); y, finalmente, la firme promesa de trabajar en la perfección cristiana, propia y ajena(12)

5. Fomentan la vida interior

   Todos estos medios conducen ya por sí a excitar en los Congregantes Marianos la llama de la caridad divina y alimentar y fortificar la vida interior, tan necesaria, sobre todo, en nuestra época, mientras, como en otro lugar dijimos con dolor, tantos sectores de la humanidad padecen vacío espiritual y profunda indigencia interior (13).

6. Son escuela de apostolado católico

   Y que estos medios se encuentran, no sólo determinados en sapientísimas leyes, sino puestos en práctica felizmente, en la vida misma de las Congregaciones Marianas, se demuestra palmariamente porque, dondequiera que éstas se forman, con tal que se guarden fielmente las reglas establecidas, por todas partes brotan en ellas lozanas las flores de la pureza de las costumbres y la práctica solidísima de nuestra Religión. Más aún: bajo la inspiración del Divino Espíritu, de ellas surgen numerosos grupos de Congregantes, que ya dentro del orden eclesiástico, ya en los institutos religiosos, anhelan conseguir la perfección cristiana y comunicarla a otros; y no son pocos los que con vuelo seguro se elevan hasta las empinadas cumbres de la santidad(14). De este ferviente afán de la vida interior dimana, naturalmente, una tan plena formación apostólica de los Congregantes, acomodadas siempre a las nuevas necesidades y diversas circunstancias de la humanidad, que no dudamos en afirmar que el católico perfecto, tal como la Congregación Mariana, ya desde sus comienzos, solía modelarlo, no es menos apto para las necesidades actuales que para las de otros tiempos, puesto que nunca quizás tanto como ahora son necesarios católicos sólidamente formados en la vida cristiana(15).

7. Tienen preeminencia entre las organizaciones católicas

   Por ello, al observar desde esta cátedra de Pedro, como desde una atalaya que domina el mundo entero, el admirable esfuerzo con que tantos cristianos en todas partes conservan, defienden y propagan nuestra Religión, estimamos dignas de un elogio especial a las huestes de las Congregaciones Marianas, que desde su mismo origen se propusieron como un deber propio y particularmente conforme a sus reglas(16) el llevar a cabo, ya individual, ya corporativamente y bajo la dirección de los sagrados Pastores(17), todos los trabajos apostólicos que la Santa Madre Iglesia les encomendara(18)

Transforman cristianamente todas las esferas

   Los reiterados elogios de los Romanos Pontífices declaran elocuentísimamente cuan cumplidamente y con cuan feliz incremento de la Religión llevaron a cabo su deber y encargo(19). Y en ésta nuestra época, atormentada por tantas calamidades, Nos sirve de muy gozoso consuelo ver como las Congregaciones Marianas en todas partes del mundo consagran con vigor y eficacia sus fuerzas a toda clase de apostolado, ya estimulando a la virtud e inflamando en el deseo de una vida más cristiana, por medio de los Ejercicios Espirituales, a todas las clases sociales, particularmente a los jóvenes y obreros, ya socorriendo a los pobres en las necesidades espirituales y corporales, y esto no solamente por su iniciativa privada y por impulso de su caridad, sino también haciendo prevalecer en las asambleas estatales y aun en las alturas del poder supremo leyes conformes a los principios evangélicos y a la justicia social(20)

8. Las obras apostólicas especialmente actuales

   Tampoco pueden pasarse en silencio las organizaciones creadas por las Congregaciones Marianas o sostenidas por ellas para combatir la inmoralidad en los espectáculos en el teatro y en el cine y para proteger las buenas costumbres contra el diluvio de  libros y periódicos malos; las numerosísimas escuelas gratuitas para niños y adultos pobres, y las escuelas técnicas para perfeccionar a los obreros en su oficio(21), sobre todo las que preparan a las diversas especialidades profesionales(22); esta forma de apostolado, tan necesaria en las circunstancias actuales, ha sido desarrollada por buen número de Congregaciones Marianas, sobre todo por las interparroquiales, para favorecer la constitución de grupos homogéneos por profesiones y especialidades(23).

II - LA CONGREGACIÓN MARIANA Y LA ACCIÓN CATÓLICA 

9. La prontitud de los congregantes para la cooperación

   Estas obras tan numerosas son ciertamente muy útiles a la causa católica. Y también merecen singular alabanza las Congregaciones Marianas, porque han deseado sinceramente en todos los tiempos, pero sobre todo en los actuales, ir fraternalmente de acuerdo con las otras asociaciones católicas, para cosechar con esta alianza de fuerzas, bajo la autoridad y dirección de los Obispos, frutos más abundantes en los trabajos soportados en común por el reino de Cristo.

Son los "pioneros" de la Acción Católica

   Más aun: como ya lo indicamos en otra ocasión, a propósito de la Acción Católica Italiana(24), en algunos países, los primeros grupos de esta organización estuvieron constituidos por congregantes marianos, sin que más tarde faltasen otros que les fuesen sucediendo y aportando con fervor su trabajo, demostrando así con hechos que los congregantes marianos con razón habrán de ser contados entre los principales promotores de la Acción Católica.

10. La sujeción a la autoridad eclesiástica

   Además, como toda la fuerza de los católicos agrupados en una especie de ejercito ordenado, hay que ponerla en su obediencia a la autoridad de los sagrados Pastores, ¿quién no ve cuan buenos instrumentos de apostolado son estas Congregaciones Marianas, no sólo a causa de su absoluto y ferviente rendimiento a esta Sede Apostólica, cabeza y fundamento de todo el orden eclesiástico(25), sino también, según la naturaleza y posibilidad de cada una, por su humilde sumisión y dócil obediencia a los mandatos y consejos de los Ordinarios?(26)

11. Su esencial organización jerárquica

   Porque quien examine bien el régimen interno de estas Congregaciones fácilmente echará de ver que unas están regidas por los Obispos y Párrocos, y otras en virtud de un privilegio por Nos mismo y, merced a la delegación de Nos recibida, por el prepósito General de la Compañía de Jesús; pero que todas ellas, en la elección y ejercicio de los trabajos apostólicos están sometidas a la potestad del propio Obispo, y aun a veces del Párroco. 

Su colaboración en el apostolado jerárquico; su obediencia institucional a la Iglesia

   Por lo cual, ya que es la Jerarquía Eclesiástica la que las incluye en el ejército del apostolado militante y de ella dependen enteramente en lo tocante a emprender y llevar a cabo sus obras, con toda razón, como ya indicamos otra vez, se deben llamar cooperadoras del apostolado jerárquico(27). Esta reverencia y humilde sumisión a los sagrados Pastores, que son connaturales en los congregantes marianos las sacan necesariamente de sus mismas reglas, según las cuales es esencial para el congregante la íntegra profesión en su vida y en su conducta de todo lo que enseña la Iglesia Católica, alabando lo que ella alaba, condenando lo que ella condena, sintiendo todo con ella, y no avergonzándose jamás de proceder en su vida pública y privada como hijo fiel y obediente de tan digna Madre(28).

12. Fieles al espíritu de la Compañía de Jesús

   Y a esta unidad estrecha, semejante a la militar, de los católicos, no se opone en modo alguno el que estas Congregaciones, originariamente creadas por la familia ignaciana, se presenten como brotes y ampliaciones de la misma, sobre todo porque los sacerdotes de la Compañía de Jesús dirigen una parte de ellas, aunque pequeña, por delegación Nuestra como hemos dicho. Y, más aun: como las Congregaciones Marianas, ya desde aquel primer origen, se propusieron como norma las leyes para sentir con la Iglesia, diríase que heredaron cierta connatural propensión de obedecer a los mandatos de los que "el Espíritu Santo puso como Obispos para regir la Iglesia de Dios(29), la cual hace que les hayan servido y les seguirán sirviendo a los mismos de auxilio muy poderoso en el dilatar el reino de Cristo.

13. Siempre sirviendo al bien común de la Iglesia

   De que siempre atendieron no a los intereses particulares sino siempre a la común utilidad de la Iglesia es testigo de mayor excepción ese brillantísimo escuadrón de congregantes marianos, a quienes la santa Madre Iglesia decretó el supremo honor de los Santos, con cuya gloria no se honra solamente la Compañía de Jesús, sino también el mismo clero secular y no pocas familias religiosas, ya que de las Congregaciones Marianas, han salido diez miembros Fundadores y padres de Nuevas Órdenes o Congregaciones.

   Todo esto, pues, demuestra muy claramente que las Congregaciones Marianas son -como bien lo proclama la aprobación de sus reglas por la Iglesia- asociaciones llenas de espíritu apostólico(30), que, al mismo tiempo que mueven a sus miembros, elevados a veces a los más altos gados de la santidad(31), a trabajar por la perfección cristiana y por la eterna salvación del prójimo, bajo la dirección de los sagrados Pastores(32), y a defender los derechos de la Iglesia(33), logran formar en ellos diligentes heraldos de la Virgen Madre de Dios y apóstoles muy competentes del reino de Cristo(34)

14. Su acción bajo la protección de María revisten el carácter íntegro de Acción Católica

   Siendo esto así, no puede negarse a las Congregaciones Marianas -ya se consideren sus reglas, su fin, sus designios y hechos- ninguna de las notas que caracterizan a la Acción Católica, puesto que ésta, como tantas veces lo proclamó Nuestro Predecesor, de feliz memoria, Pío XI, se define rectamente: el apostolado de los fieles cristianos que prestan su cooperación a la Iglesia y que en cierto modo la ayudan a cumplir su oficio pastoral(35). Las Congregaciones Marianas pueden ser llamadas en pleno derecho Acción Católica bajo el amparo e inspiración de la Bienaventurada Virgen María(36), y a ello no se oponen ni su estructura ni sus peculiares características, las cuales más bien son y serán defensa y baluarte de una mejor formación católica de los espíritus(37), como hasta aquí lo fueron.

La A. C. como lazo de unión sin uniformar las actividades

   Porque, como ya muchas veces ha declarado esta Sede Apostólica, La Acción Católica no cristaliza rígidamente en esquemas fijos(38), como si estuviese circunscrita por ciertos límites definitivamente fijados que no puedan franquearse, ni de tal manera pretende conseguir con método y manera peculiar el fin a ella señalado(39), que suprima o absorba las demás asociaciones activas de los católicos, con respecto a las cuales debe pensar más bien que es propio de su oficio unirlas, arreglarlas entre sí amigablemente, y hacer que los progresos de una redunden en provecho de las otras, con plena concordia de ánimos, unión y caridad(40). Porque, como recientemente hemos recomendado en este magnífico fervor de apostolado, tan caro a Nuestro corazón, es necesario prevenir el error, que algunos, impulsados de buen celo, pueden tener de querer uniformar las actividades en pro de las almas y someterlas todas a una forma común(41); pues semejante modo de obrar es del todo ajeno al espíritu de la Iglesia(42), la cual no sólo está muy lejos de aprobar semejante restricción de la vida que brota y florece espontáneamente(43), por la que todas las obras de apostolado se confíen a sólo una determinada asociación o sólo a la parroquia, sino que más bien favorece a la multiforme unidad(44) en la realización de dichas obras.

Cooperación bajo la dirección de los Obispos

   Naturalmente, mediante una cooperación verdaderamente fraternal, bajo la dirección de los Obispos, han de enderezarse por un esfuerzo común a una sola meta(45). Y tanto más fácilmente lograrán dichas asociaciones aquella inteligencia cordial, coordenada unión y mutua comprensión, que con tanta frecuencia hemos recomendado(46), cuanto más profundamente buscaren tan sólo la gloria de Dios, olvidando toda controversia de primacía(47), amándose mutuamente con caridad fraterna, adelantándose unos a otros en el honor mutuo(48), persuadidos de que entonces tendrán ventaja sobre las demás, cuando hubieren aprendido a cederles el primer puesto(49)

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NOTAS

  • * Además de su valor intrínseco para las Congregaciones Marianas, sorprendió esta Constitución Apostólica por el concepto ampliado de Acción Católica allí expuesto

  • (1) Bula Omnipotentis Dei, 5-12-1584. (volver)

  • (2) Sixto V Bul. Suprema Dispositione 5-1-1547. Clemnte VIII, Breve Cum sit Nobis, 30-8-1602. Greforio XV, Bulla Alias pro parte, 15-4-1621. Benedicto XIV, Breve Praeclaris Romanorum Pontificum 24.4.1748; Bulla Aurea Gloriosae dominae 27-9-1748; Beve Quemadmodum presbyteri 15-7-1749; Beve Quo tibi 8-9-1751; Breve Laudabile Romanorum 15-2-1758. Clemente XIII Bulla apostolicam 7-1-1765. pío VI Decreta 2-5-1775, 9-12-1tt5, 20-3-1776. Leonis VII Breve Cum multa 17-5-1824. Pío IX Decretum 8-7-1848; Beve Exponendum 10-2-1863. Leonis XIII Breve Frugiferas 27-5-1884; Breve Nihil adeo 8-1-1886. Pío X Decreta 10-5-1910 y 21-7-1910. Benedicto XV Aloc. 19-12-1915. (volver)

  • (3) Benedicto XIV Bulla aurea Gloriosae Dominae 27-9-1748. (volver)

  • (4) Pío XII Ep. al Card. Leme, 21-1-1942. (volver)

  • (5) Reg. Comm 1, 33 (Regulae Comunes Congr. Marian.  (volver)

  • (6) Reg. Comm 12. (volver)

  • (7) Reg. Comm 9. (volver)

  • (8) Reg. Comm 34.(volver)

  • (9) Reg. Comm 37, 38, 39. (volver)

  • (10) Reg. Comm. 36. (volver)

  • (11)  Reg. Comm 27, 1, 40, 43. volver)

  • (12) Reg. Comm 1. (volver)

  • (13) Pío XII Encíclica Summi Pontificatus, 20-19-1939. (volver)

  • (14) Pío XII, Aloc. a los Sodal. Marian. 21-1-1945. (volver)

  • (15)  Pío XII, Aloc. a los Sodal. Marian. 21-1-1945. (volver)

  • (16) Pío XII, Aloc. a los Sodal. Marian. 30-3-1930. (volver)

  • (17)  Pío XII Carta al Cardenal Leme, 21-1-1942. (volver)

  • (18) Pío XII, Carta al P. D. Lord 24-1-1948. (volver)

  • (19) Reg.Comm. 1,12,43. Benedicto XIV Bula Aurea Gloriosae Dominae 27-9-1748. Benedicto XV Alocuc. a los Sod Marian. 18-12-1915. Pío XI Carta al Adm. Apost. Oenip 2-8-1927. Carta a los Congr. Marianos de Alemania, 8-9-1928. Pío XII Carta Apost. Nosti Profecto 6-7-1940;  Carta al Cardenal Leme, 21-1-1942; Carta al P. S. Ilundain 26-8-1946; Aloc. radiofon. "Nos sentimus" al Congr. Barcelona, 7-12-1947. (volver)

  • (20)  Pío XII, Carta al P. D. Lord 24-1-1948; Aloc. a los Sod. Mar. ex "Conference Olivaint" 27-3-1948 (L'Osservatore Romano Nº 73/26. 705 28 de marzo).  (volver)  

  • (21)  Pío XII ep. ad. P. D. Lord 24-1-1948. (volver)

  • (22)  Pío XII, alloc. ad. Sod. Mar. 21-1-1945. (volver)

  • (23)  Pío XII, alloc. ad. Sod. Mar. 21-1-1945. (volver)

  • (24)  Pío XII, alloc. ad. Sod. Mar. 21-1-1945(volver)

  • (25)) Conc. Vat. sess. 4 const. 1 de Ecclesia Christi. Denz... Umb. Nº 1821.  (volver)

  • (26)  Pío XII, carta al Card. Leme 21-1-1942. (volver) 

  • (27) Pío XII, Aloc. Se atemperare a la A. C. Ital., 4-9-1940. La definición de Acción Católica que Pío XII dio aquí, incluyendo las Congregaciones Marianas en el ámbito y definición misma, pareció rectificar ciertos conceptos muy difundidos sobre la Acción Católica. Cuatro años más tarde, el 14 de octubre de 1951, ante el Congreso Mundial de Apostolado Seglar, el Papa aprovechó la oportunidad para volver sobre su pensamiento precisando y profundizando la idea del Apostolado organizado. (volver) 

  • (28) Reg. Comm. 33. (volver) 

  • (29) Act. 20, 28. (volver)

  • (30) Reg. Comm.,1, 43 (Regulae Comunes Congr. Marianae, ed. Fr. Wernz. Romae Secret. Congr. Marianae 1924). (volver)
  • (31) Reg. Comm. 12. (volver)
  • (32)  Reg. Comm. 33. (volver)
  • (33) Reg. Comm. 1. (volver)
  • (34)  Reg. Comm. 43. (volver)
  • (35) Pío XI ep. Cum ex epistola al Card. Van Roey 15-8-1928; Carta Laetus sanc nuntius al Card. Segura, 6-11-1929.  (volver)
  • (36)  Card. Pacelli, Aloc. a los Sod. Mar. en Menzingen, Suiza, 22-10-1938. (volver)
  • (37)  Pío XI,  Aloc. a los Sod. Mar. 30-3-1030. (volver)
  • (38)  Pío II, Encicl. Firmissiman constantiam a los Obispos mejicanos, 28-3-1937.  (volver)
  • (39)  Pío XI, Carta Quae Nobis al Card. Bertram, 13-11-1928.  (volver) 
  • (40)  Pío XI, Aloc. a la Acc. Cat. de Francia, 20-5-1931.  (volver)
  • (41)  Pío XII, Aloc. radiof. Nos sentimos al Congreso de la Congr. de Barcelona, 7-12-1947.  (volver) 
  • (42)  Pío XI, Aloc. a la Acc. Cat. Ital., 28-6-1930.  (volver) 
  • (43)  Pío XI, Carta Quamvis Nostra a los Obispos del Brasil 27-10-1935.  (volver) 
  • (44)  Pío XI,  Aloc. a los Sod. Mar. 30-3-1030.  (volver) 
  • (45)  Pío XII, Carta al P. S. Ilundain 26-8-1946.  (volver) 
  • (46)  Pío XI, Carta Quamvis Nostra a los Obispos del Brasil 27-10-1935.  (volver) 
  • (47)  Marc., 9, 33.  (volver) 
  • (48)  Rom., 12, 10.  (volver) 
  • (49)  Mat. 20, 26-27.  (volver) 
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