Dirección: Joel Coen y Ethan Coen.

Guión: Joel Coen y Ethan Coen.
País:
 EE.UU.
Año: 1984.

Genero: Crimen.
Duración: 99 min.

Titulo Original: Blood Simple.
Elenco: John Getz (Ray), Frances McDormand (Abby), Dan Hedaya (Julian Marty), M. Emmet Walsh (Loren Visser), Samm-Art Williams (Meurice), Deborah Neumann (Debra), Raquel Gavia (Landlady), Van Brooks (Hombre de Lubbock),
Señor Marco (Sr. Garcia).

Producción: Joel Coen y Ethan Coen.

Música: Carter Burwell.





 

Simplemente Sangre

Por Maximiliano Curcio

 

     Sinopsis: En el corazón de Texas una joven esposa, guapa y seductora, cae en los brazos de Ray, uno de los empleados de su marido. Convencido por un detective privado de la infidelidad de su mujer y obsesionado por el engaño, Julián se decide a preparar en asesinato de los dos.

 

* * * * * / EXCELENTE

 

La opera prima de los hermanos talentosos Coen no podría haber sido un debut cinematográfico mas perfecto, promisorio y visionario respecto de una de las duplas de cineastas mas talentosos del ultimo cuarto de siglo que Hollywood haya dado. Un facsimil razonable de la mejor época del cine negro, y con reminiscencias de las grandes obras de Orson Welles o Billy Wilder así como también precursora de otras gemas coenianas del policial negro como “Miller’s Crossing” o “Fargo”, el film es una historia de infidelidad, engaño y asesinato donde venganzas, equívocos y traiciones se iran desarrollando a medida de esta trama.

Los Coen (Joel en la dirección y Ethan en el guión) se conjugan a la perfección para realizar un film de historias paralelas y secretos que esconden lo que realmente es y en donde el trágico destino del azar juega un rol preponderante a medida que se cruza en la suerte o desgracia de estos personajes, haciéndolos caminar por un estrecho camino que separa lo moral de lo inmoral, un retrato que con los años se convertiriria en un arquetipo del cine de los Coen. Esta narrativa captura una atmósfera atrapante y subyugante que sumado a un elenco impecable (Dan Hedaya, John Getz, Frances McDormand y M. Emmet Walsh) se nutren de una exquisita puesta en escena texana que en manos del hoy reconocido director Barry Sonnenfeld (“Hombres de Negro”) captura una fotografía impecable de claro oscuros y sombras dignas de un autentico neo noir, despojada de cualquier exceso o clisé y dueña de un ritmo arrollador y de un impacto que juega con lo inmoral y lo violento capturando la verdadera esencia que reviste a estos cuatro personajes protagonistas de la historia.

El manejo de cámara de los Coen es depurado desde su primera película. Tanta posición como movimiento de cámara, así como los planos elegidos colaboran para aumentar el dramatismo de cada escena, ya que nos involucran en la mirada del personaje, esa mirada subjetiva a la que el espectador activo complementa (como decía nada menos que el ya mencionado Welles maestro del plano secuencia iniciativo). Estos personajes (y se puede comprobar a lo largo de la filmografía extensa de los Coen) son siempre personas comunes y corrientes confrontadas situaciones extrañas pero realistas, tragedias sin retorno que solo los hunden mas aun en la perdición. Aquí radica también la identificación del publico con el personaje, esa empata que tanto pregonaba Hitchcock, y que nos lleva a entender su proceder y hasta a anticipar su comportamiento, tan asintomático y sufriente, como es este espiral de sangre que deja a su paso el impecable policial con el que los hermanos Coen se presentan en el cine grande.

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