UN AÑO DE SILENCIO POR CADA UNO DE NUESTROS MUERTOS

 

Intrusos lo dijo primero. Después, lo reafirmó Verbitsky en su nota de Página 12 de hoy, domingo 23 de diciembre. El punto es simple: la Alianza llegó matando y se fue matando. A los pocos días de asumido el gobierno de De la Rúa, Freddy Storani reprimió en Corrientes. Dos manifestantes fueron asesinados por la gendarmería. Durante las dos puebladas de General Mosconi, otros tres trabajadores fueron asesinados por la Alianza. Y ahora, entre el jueves y el viernes pasados, la Alianza se cargó a otros treinta argentinos. La cuota de sangre que la Alianza le hizo pagar al país no debe quedar impune. La primera oportunidad para castigar a la Alianza será el 3 de marzo. Pero todos los días debe ejercerse el castigo popular. Repase los nombres de los aliancistas neuquinos, recuérdelos, y no deje de hacerles notar que son culpables de las más de treinta muertes ocurridas en los últimos dos años a causa de su mal gobierno.

Si fueran decentes  dignos, todos los diputados y concejales aliancistas elegidos en 1999 deberían renunciar a sus cargos. El gobierno cuya lista compartieron ya no existe, el programa que prometieron cumplir nunca se cumplió. Elisa Carrió lo dijo con toda claridad: la clase política está deslegitimada. Para qué quieren nuestros politicuchos seguir en sus cargos, vacíos de legitimidad. Insistimos: todos los que fueron electos en 1999 en la lista de De la Rúa deben renunciar ya! Y no sólo por su falta de legitimidad, sino porque deben hacerse cargo de todas las muertes, de todos los abusos.

Si algo hubiesen aprendido de la lección que el pueblo neuquino les propinó en las urnas el 14 de octubre, ya estarían renunciados. Pero no aprendieron nada. Ahora que el pueblo les dijo “váyanse” al compás de las cacerolas, deberían irse de inmediato.

Pero no aprenden nada. Así que ¡cuidado neuquinos!. Ahora que son oposición, a los Aliancistas les brotarán todos los pelos gorilas que anidan en sus mugrientas almas. Saldrán a dar lecciones de civismo, de honestidad, de buen gobierno. Estas bestias innombrables saldrán a hablar otra vez. Por favor, no los escuche, repúdielos, échelos a sus casas, haga que la calle les sea un mundo hostil. Los aliancistas deben guardar un año de silencio por cada uno de nuestros muertos: 30 años de silencio. Que callen ya y para siempre.

No los deje tranquilos, que se escondan en sus cuevas inmundas, que se muerdan las lenguas, y no les crea cuando le digan que ellos son distintos. No es así. Ellos bancaron todo lo que De la Rúa y Cavallo les pidieron, a través de sus representantes en el Congreso Nacional. Radicales, frepasistas, socialistas populares, todos ellos son responsables del desastre nacional, tan responsables como los menemistas y emepenistas. Pero hay una diferencia fundamental: los aliancistas se empeñan por parecer decentes y eficientes. Son unos redomados hipócritas, unos caraduras de siete suelas, que no merecen otra cosa que el repudio público, cacerolazos implacables en sus cabezas huecas. ¡Que se vayan ya! Porque el fascismo que se viene será también culpa de ellos. Pero a ellos ya no los necesitamos. El pueblo tiene los huevos que a ellos les faltaron siempre y sabrá cómo hacerle frente a la bestia que nace del huevo de serpiente que incubó la Alianza.

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