3ra. Conferencia Regional de Humedales
Taller, 27 y 28 de Agosto de 2005

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"HUELLAS EN GUANACACHE"

Herederos del Cuyum
Por Juan Carlos Romero Gatica¹. Fuente: Pascuala Carrizo Guakinchay²

Especial: Día del Aborigen en San Luis - Citar Fuente³

Negrita Guakinchay, con mucho de Huarpe en su sangre

“Así es, como se ha dicho y como mi madre me enseñó soy descendiente del pueblo Huarpe, la antigua nación que habitó el territorio del Cuyum o País de las Arenas. Estoy tratando de llevar con dignidad este hermoso legado que doña Petrona Guakinchay me dado, porque considero un privilegio tener no sólo su herencia genética sino también la transmisión de su sabiduría y educación para vivir en sociedad”.

Palabras sentidas de Pascuala “Negrita” Carrizo Guakinchay, docente sanluiseña, integrante de la Fundación Inti Cuyum, con mucho de Huarpe en su sangre, que siente la necesidad de arrimar “una llamita a ese fuego que arde y que se expande”, porque cada vez hay más hermanos descendientes de pueblos antiguos que van dejando de lado esa opresión transformada en timidez y vergüenza, que obligó  a los adultos a mantener una actitud esquiva y recelosa; producto histórico de las veces que los embromaron, llámese: “encomenderos, bandidos, comerciantes, que hacían estragos en las familias huarpes”.

Pascuala es descendiente de los pueblos huarpes originarios de Guanacache, extensa área de humedales y desierto que se ubica en el punto tripartito de las provincias de San Luis, Mendoza y San Juan, aledaño al Parque Nacional Sierra de las Quijadas (San Luis) y del Sitio RAMSAR Guanacache (Mendoza, San Juan) en el centro oeste Argentino.

Huellas Huarpes de Guakinchay en Guanacache.

El abuelo de “Negrita” era Don Juan de la Rosa Guakinchay, nieto de Elías Guakinchay, hijo natural de Doña Saturnina, que un día dejó a todos sus animales y se fue a trabajar de cocinera en una finca de Mendoza, para darle una mejor educación a su hijo Juan de la Rosa. Éste, siendo un joven instruido, regresa a Guanacache y ocupa el cargo de “milico” (agente), comisario, Juez de Paz y encargado del Registro Civil, transformándose en una persona de la comunidad Huarpe muy conocido y respetado en toda la región.

Pascuala cuenta  que su abuelo tenía chacras y muchas ovejas, y su madre, Doña Petrona Guakinchay (foto arriba izq.),  recuerda que allí sembraban trigo que era regado con agua del río Desaguadero; río que actualmente esta encajonado y corre a 7 metros del nivel del suelo, producto del mal uso de los recursos hídricos en Mendoza y San Juan, y por la erosión retrocedente de su cauce.

Este río, en otros tiempos fue la “fuente de vida” de un pueblo milenario, respetuoso y cuidadoso de su entorno natural, porque les sirvió de sustento a las familias huarpes que vivieron al abrigo y resguardo de sus arenales y lagunas. 

Estos pueblos originarios, ocultos en sus comienzos, se dice que llegaron con sus familias a las Lagunas de Guanacache huyendo de los encomenderos Españoles que los llevaban con engaños a través de la Cordillera de los Andes a trabajar en las minas de Chile, esclavizándolos.

La Familia Guakinchay  vivió desde sus ancestros una amplia zona comprendida por las provincias Mendoza, San Juan y San Luis, que se extiende desde El Balde de Santa Rosa al oeste y Guala, más al sur, donde están los antiguos puestos de Balseadero, San Miguel, Los Sauces, El Chivato y La Penca. Doña Petrona Guakinchay cuando contrae matrimonio con Don Justo Germán Carrizo, se va a vivir “del otro lado río” en La Represita, que se ubica en la Depresión de los Huarpes, en el “poniente” de las Sierras de las Quijadas,  provincia de San Luis. Actualmente allí residen hermanos y sobrinos de Pascuala, cuidando sus pertenencias; el resto de la familia, que vive en San Luis y San Juan, regresan “al campo” los fines de semana y días festivos.

Rescate de la Memoria Huarpe

“Actualmente, descendientes de huarpes y otros pueblos que habitamos este país, dispersos y sujetos a las pautas que nos marca una transculturación, en la que estamos inmersos, somos permanentemente bombardeados por una marea de información extraña. Aunque día a día descubrimos que son pocos prácticas y nocivas para nosotros, que seguimos atrapados en esta corriente de adelantos”, sentencia Pascuala.

El Respeto

Para los descendientes de estos  pueblos originarios de los humedales de Guanacache, la educación está basada en el respeto a los mayores, la cultura del trabajo, ser dócil y humilde en su modo de actuar. Todavía hoy, como es el caso de la hijas de Doña Petrona, cuando ven a su madre luego de un tiempo,  le dicen: “la Bendición Mamita”.

Cuentan que en Guanacache había una señora muy querida por todos porque jamás se mezclaba con chismes o cuentos, ni se acordaba mal de nadie; cada vez que alguien le comentaba algo sobre otra persona, ella sólo decía: “yave...” y a todo contestaba “yave...”, “mire Usted...”, y cuando le preguntaban sólo se encogía de hombros y decía “no sé...”, y así no se llevaba mal con nadie. Todo una filosofía de vida: vivir en armonía.

Las Creencias

En estos pagos de la Nación Huarpe, existía hasta hace un tiempo una antigua creencia: Dicen que cuando había un eclipse de luna las mujeres molían sal durante toda la noche, porque creían que la luna moría, y este era el modo de resucitarla, talvez era acompañada de alguna “rogativa” de las mujeres, que se perdió en el tiempo, en ese afán de incorporar la nueva cultura que se les imponía.

También cuenta Pascuala Carrizo Guakinchay, que en siglo pasado eran muy comunes las “mandas” a San Vicente, una fiesta para pedir lluvias. Los pobladores de esta región desértica de Cuyo llevaban al Santo hasta el “bordo” de una represa o a una chacra; debajo de algún viejo algarrobo se le improvisaba un altar con reparo del viento y se le ofrecía un vaso de agua y otro de vino. El Dueño de la “manda” (promesante) medía tres dedos en una vela y realizaba una marca con una piola o lana de color; se encendía la vela y comenzaba el baile sin parar mientras duraba encendida hasta la marca; los guitarreros a un costado del Santo interpretaban sólo cuecas y gatos, y adultos y niños bailaban descalzos continuamente. Dicen que seguro, llovía!

El alumbramiento

“Cuando se acercaba la época de dar luz mi madre, cruzaba el río desde La Represita (San Luis) hasta el Puesto La Penca (Mendoza), donde estaba mi tía Clara Rosa Guakinchay, hermana mayor de mi mamá, que la ayudaría en el momento indicado”, “Dicen a que mí me toco una noche de una luna enorme que iluminaba los campos”, rememora Pascuala.

Se cuenta que cuando había problemas con los partos, llamaban a Don Abaca, que hacía los trabajos más difíciles, por ejemplo ella, nos cuenta, que cuando nació su hermano mayor fue un parto difícil, por lo que le dieron a su madre de beber agua y  té de yuyos, de la planta del molle; luego la pusieron en un jergón, especie de manta, y la “manteaban”, es decir la balanceaban en el aire, para prepararla para un mejor alumbramiento.

El Canto de Amor

Recorriendo los Puestos de la comarca junto al río San Juan / Desaguadero, desde El Encón (En el límite de San Juan y San Luis) hasta cerca del Desaguadero, se encuentran artistas de música y poesía de gran valía, autodidactas con una mínima instrucción primaria.

Un joven de 21 años, Miguel Ángel Calderón (foto abajo izq.), cuya abuela Huarpe es Doña Petrona Guakinchay, escribió un exquisito poema cuando cuidaba a su rebaño en el medio de desierto: “Rosas”. La letra se refiere a una supuesta carta que le envía su abuelo, ya muerto, a su abuela de  85 años. Un canto de amor, que parece que le fue dictado a Miguel Ángel desde el cielo:

“...Espero querida que leas mi carta, envuelta en mil besos y mil rosas,

me encuentro escondido en tu corazón, y mi alma contenta se fue junto a Dios.

Yo sé que me extrañas y a nadie le cuentas, si te vio tu nieto con lágrimas sueltas, 

tus pasos callados despacio me cuentan, y aquí con mis brazos abiertos te espero.

Te pido mi amada que no llores más, que mil rosas blancas nos van a juntar,

en un cometa y en una canción, nos verán juntitos charlando con Dios.

No te pongas triste, te veo tan bella, si en tu piel de soles duerme una doncella,

te pido  mi amada las mil rosas bellas, que aquí en mi tumba, callado te espero.

Te espero querida, con mil rosas bellas, que siento tus pasos, despacio se acercan...”

 

Este bello poema de amor de un joven huarpe puntano, parece haber traspasado la frontera de la vida, para plasmarse en un sencillo cuaderno de pocas hojas, como mensaje divino para su querida abuela.

El Legado artesanal

Desde tiempos inmemoriales existieron finos artesanos, hoy casi desaparecidos. Las artesanas del telar confeccionan con lana de oveja: sobrecamas, peleros, jergones, alforjas y otras colchas de sorprendente belleza y color .

Junto al río, ciénagas, bañados, y las ya desaparecidas lagunas, crecían juncos y totoras; con estas plantas el pueblo huarpe realizaban canoas, cestos y vasijas que servían incluso para llevar agua, hoy sólo son usadas para hacer escobas y restaurar viejas sillas; existen muy pocos artesanos que trabajan estas fibras vegetales.

Un poco más al oeste, en los territorios de Guanacache de San Juan, donde la tierra es más propicia, están los alfareros que fabrican cacharros de arcilla, que ofrecen sus productos a los turistas que pasan por la ruta nacional  Nº 20. También hay  en la zonatrenzadores de cuero, quienes en su mayoría reducen sus obras a su uso personal por la invasión de la tecnología moderna.

 

“Negrita Guakinchay”, actualmente trabaja como maestra de arte en el Centro Educativo de Nogolí, Departamento Belgrano de la provincia de San Luis, y en la medida de sus posibilidades va incorporando en sus actividades docentes a sus alumnos, sobre saberes relacionados con nuestra cultura nacional y en especial con los conocimientos sobre los nuestros pueblos aborígenes. De esta manera desde su puesto de trabajo rescata lo nativo, lo autóctono, para que no se siga hablando de las étnias extinguidas ni de las culturas olvidadas. Hoy, ella se ha sumado a la Fundación Inti Cuyum, de San Luis, para la interpretación del patrimonio, la protección y conservación de la diversidad cultural y biológica  de la región. Fue Co-Directora de la 2da. Conferencia Regional de Humedales de Guanacache y del Centro Oeste Argentino, y es una de las Coordinadoras del Proyecto “Guanacache del Cuyum”, que aspira a la creación de un Centro Cultural para el rescate de la memoria del pueblo huarpe y de la tradición criolla, en la Escuela de La Represita, Guanacache, San Luis, que ha dejado de funcionar.

El Sueño

“La idea de la Fundación Inti Cuyum de crear un Centro de la cultura Huarpe, me parece excelente, aprovechando el edificio de la escuela que fue reacondicionado para que funcione como Hogar-escuela, y que no llegó a inaugurarse, cuyo terreno fue donado por mis padres para fines educativos culturales”

Nuestro ideal dice Negrita, “es que allí convoquemos a nuestro mayores, para abrevar en su sabiduría y así rescatar la memoria y la cultura de nuestro pueblo”

“...Cuando adoraste al sol, te gustaba ver la luna y salir de cacería,

pero el cántaro se llena de tu alma mal herida,

los hombres te prometieron, y te marcaron la raya:

Esta tierra ya no es tuya, ahora la tienes que comprar...”

(Miguel Ángel Calderón, La Represita, Guanacache, San Luis)

¹.- Juan Carlos Romero Gatica, periodista graduado por la Universidad Nacional de San Luis, especializado en interpretación patrimonial y periodismo ambiental. Profesor Superior de Folklore. Presidente de la Fundación Inti Cuyum.

².- Pascuala Carrizo Guakinchay, docente EGB1, Centro Educativo de Nogolí (San Luis). Descendiente de los pueblos Huarpes de Guanacache. Integrante de la Fundación Inti Cuyum.

³.- Fuente: Fundación Inti Cuyum (2005), San Luis. "Herederos del Cuyum", Romero Gatica, J.C.; Carrizo Guakinchay, P.


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