Jacobo Fijman nació en Urif, Besaravia en 1898. Viene con su familia a la Argentina hacia
1904. Hacia 1923 establece amistades y contactos
en ámbitos literarios y periodísticos que le permiten difundir sus primeros
poemas en medios como La Nación, Martín Fierro y Crítica, entre otros.
En 1926 aparece su primer poemario: Molino rojo. Al año siguiente viaja a Francia, donde
escribe los poemas de Hecho de estampas, que será editado en 1929. En París conoció a los poetas surrealistas
como Breton, Éluard y Artaud, entre otros.
Viaja por segunda vez a Francia con la intención de ser ordenado sacerdote
benedictino, pero su pedido es rechazado.
En 1931 aparece su obra Estrella de la Mañana.
Dedica la década siguiente al estudio: escolástica, gramática, lenguas,
teología y filosofía. En 1942 es internado definitivamente
en el Neuropsiquiátrico Dr. Borda, donde continuará escribiendo y pintando. Falleció en 1970.
ALDEA
Mi blanca soledad
aldea abandonada.
Revuelo de perezas
sobre la torre de un anhelo
que tañe sus horizontes.
Pintadas negras de la desolación.
Yunques abandonados y puentes solariegos.
Se ha sentado el dolor como un cacique
en el banquillo de mi corazón.
La lluvias estancadas de mis sueños
se han cubierto de musgo.
En el horno apagado del silencio
mis frutos maduraron
estérilmente.
Perdí mi itinerario en el desierto.
¡Hospedería triste de mi vida
en donde sólo se aposentó el azar!
En una pradería de cansancios
balan estrellas mis ovejas grises.
Lugarón sin destino;
las calles andariegas
beatas de mi ser
son manos
contemplativas
que van perdiendo soles...
MORTAJA
Por dentro;
atrás el rostro.
¡El pasado aniquila!
¡Es en vano que encuentre una herradura
en el estanque turbio de mi imaginación!
El árbol ha cubierto de palomas
mi soledad; pero es en vano.
Desnudo
siempre estoy como una llanura.
Para buscar un cerro
miro las multitudes.
Estoy siempre desnudo y blanco;
Lázaro vestido
de novio;
una mortaja viva
entre el ayer eterno
y el eterno mañana;
una mortaja viva
que llora en mi garganta.
POEMA V
Yo estaba muerto bajo los grandes soles, bajo los grandes soles fríos.
A través de mi llanto
oigo el agrio sudor de la precocidad.
Yo vuelvo sobre un musgo
y las ciudades crecen a la aventura hasta la noche del estupor.
Miseria.
Dios pesa.
Me llaman vientos de mar.
Van y vienen en grandes cambios; se alargan en saltos irritados
que apagan mi temblor, que exasperan los sueños.
Jamás podré seguir.
Yo me veo colgado como un cristo amarillo sobre los vidrios pálidos
del mundo
/del mundo.
POEMA XIV
Los muros están cubiertos de vísperas y estrellas blancas.
Las flautas hacen temblar a las flexibles viñas.
Oh, bodas, en tanta perfección de desnudez el gallo canta.
Aprieta mi adolescencia tus ojos negros.
Poema VI
Ha caído mi voz, mi última voz, que aún guarda mi nombre.
Mi voz:
Pequeña línea, pequeña canción que nos separa de las cosas.
Estamos lejos de mi voz y el mundo, vestidos de humedades blancas.
Estamos en el mundo y con los ojos en la noche.
Mi voz es fría y sucia como la piel de los muertos.
Poema VII
Roe mi frente dura
El lobo de la medianoche.
Una escondida estrella arrima su sosiego.
Entre todos los soles ya se me canta aceite de júbilos.