Periódico EL SOCIALISTA a u t é n t i c o edición on-line |
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Buenos Aires, Argentina, septiembre del 2002. Año 1 / Número 8 |
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Por un Gobierno Popular de Unidad Nacional Informe político del compañero Mario Mazzitelli ante el Congreso Nacional Extraordinario del P.S.A. Queridos
compañeros:
Sean mis primeras palabras para pedir la libertad de todos los presos políticos,
y rendir un homenaje a Domingo Quarracino.
Es necesario hoy más que nunca desarrollar el P.S.A. en todos los
terrenos.
En el político para que se desplliegue con intensidad en el seno de la
sociedad. En lo doctrinario para no perder la orientación estratégica sobre la
finalidad última de construir la sociedad socialista.
En lo organizativo para desarrollar el partido entre los trabajadores,
los estudiantes, en el territorio, en las organizaciaones intermedias, en las
asambleas y los piquetes, para estar indisolublemente ligado a nuestro pueblo, y
no pretender ser otra cosa que una herramienta a su servicio. La situación actual
En 1997 los tigres y dragones del sudeste asiático, amanecieron como
gatos mojados y osos perezosos, a la hora de afrontar la crisis que se iniciara
en Tailandia. Impotentes para controlarla sus conselcuencias también se
hicieron sentir en todo el planeta.
Pocos meses después se derrumba Rusia dejando de pagar su deuda. Hacia
1998 se inicia la crisis en la Argentina y América Latina.
En 1999 Brasil devalúa fuertemente el Real agudizando los problemas de
nuestra economía. Se debilitaba aún más nuestra capacidad de exportar a
nuestro principal socio y cliente.
Por ese entonces la Argentina, como alumno abanderado del FMI, y habiendo
cumplido los deberes de privatización, desregulación,
apertura indiscriminada del mercado financiero y comercial –convertibilidad
mediante-, entrega de la seguridad social, disprotección de los trabajadores,
ve agudizarse aún más la recesión que se iniciara en 1998.
El presidente De la Rua desde el momento mismo de su asunción, se
disciplinó detrás de la ortodoxia de los organismos financieros
internacionales –hoy duramente cuestionados por Josep
Stiglitz- produciendo ajuste tras ajuste. La consecuencia inevitable y
previsible fue la agudización de todos los problemas, poniendo además, en
crisis, al propio régimen constitucional que con tanto esfuerzo y sangre habíamos
conquistado.
En 2001, como en un cine en llamas, los capitales fugaron aceleradamente
de la Argentina. Alrededor de 20.000 millones hasta fines de noviembre. Los
sectores más acomodados y más ricos, nativos o extranjeros, que estuvieron en
condiciones de advertir que se venía la debacle, pusieron a salvo sus divisas.
Con la pasividad cómplice del gobierno, dejaron sin respaldo a miles de pequeños
y medianos ahorristas. Consumaron literalmente una estafa, los bancos y el
gobierno. La crisis en EE.UU.
En ese mismo momento, mientras la Argentina ardía en medio del hambre,
los saqueos y las luchas callejeras, con su secuela de muertos, en los EEUU se
ventilaba la mentira sobre la que se había montado buena parte del milagro de
los años 90, la contabilidad creativa.
Así es; el capitalismo que desde tiempos remotos superó sus crisis económicas
y su tendencia declinante en la tasa de ganancia a través de: la ampliación de
los mercados o la creación de nuevas mercancías, ahora lo hacía con una
metodología mucho más frágil.
La crisis se instaló y no solo es económica. Es política y moral. Las
grandes estafas de las principales compañías Enron, Worldcom, la Consultora
Anderssen –que lo es de Repsol- y otras, configuran una estafa a millones de
accionistas que depositaron su confianza en estas empesas.
Sólo la multinacional texana de la energía mostró irregularidades como
que: 144 ejecutivos durante 2001 embolsaron casi 750 millones de dólares en
sueldos, remuneraciones y bonos, y fraguaron balances, haciendo pasar por
inversión lo que fueron gastos corrientes.
La crisis de confianza está en el centro. Han mentido y fueron
desubiertos. El 2 de diciembre el mismo día en que se implementaba el corralito
en Argentina, Enron suspendió sus pagos. Su deuda ascendía a 31.000 millones
de dólares, su cotización en bolsa fue cancelada y 4.500 empleados quedaron
sin trabajo.
La cuestión no solo envolvió a los EE.UU. También Auropa mostró ante
el mundo que sus empresas utilizaban las mismas prácticas.
Después del primer caso se sumaron Xerox,
Johnson and Johnson, Global Crossing, IBM,Carlsberg, ABB, Nortel, Dynegy, Duke
Energy, Adelphia, Tyco, Computer Associates, Enterasys, Imclone Systems, Kmart,
Lucent, Network Ass., Peregrine Systems, Qwest Aid, hasta llegar a WorldCom
cuya suspensión de pagos superó a Enron.
Worldcom,
empresa lider en EEUU en telecomunicaciones y transmisión de datos con alcance
en más de 60 países, es la segunda compañía detrás de AT&T, es el
primer proveedor mundial de redes de Internet. Mintió en sus libros contables
por mas de 3.800 millones de dólares. Con aquella contabilidad creativa los
papeles que cotizaban a 16 dólares por unidad cayeron, el 25 de junio de 2002 a
20 centavos. Inmediatamente despidió a 17.000 trabajadores. Arthur Anderseen tuvo la auditoría de las dos empresas; está procesado. Hay procesados y detenidos.
La caída en las acciones en Wall Street fue desde 17,2 billones en el
mejor momento de los ’90 a 10 billones. Se perdieron 7,2 billones de dólares
en pocos meses. Algo así como 70 veces el actual PBI argentino.
El desplome afectó principalmente a las empresas tecnológicas.
Microsoft pasó de 581 a 277 mill millones. Citygroup de 204 a 150; General
Electric de 522 a 275; Exxon de 267 a 236.
Nuevamente la crisis no puede mirarse a través de la lente reducida del
mal comportamiento ético de un conjunto de gerentes bandidos. Se trata de una
crisis sistémica retrasada artificialmente pero que, inevitablemente, debía
aparecer.
Hoy la amenaza sobre Irak se parece mucho
a las viejas campañas romanas. Cuando la situación interna del Imperio
entraba en crisis, una campaña sobre otros pueblos galvanizaba la situación
interna y el emperador victorioso acrecentaba su poder político. Irak aparece
como menos amenaza para la hegemonía de los EE.UU. que su propia crisis
interna.
A un año de los atentados contra las torres gemelas y el Pentágono, y
sin que dejemos de expresar nuestro total repudio a estos actos, debemos
manifestar con sinceridad que muchas son las dudas acerca de quienes fueron los
verdaderos autores intelectuales.
Lo ciertos es que este Congreso Extraordinario del Partido Socialista Auténtico se realiza en un momento histórico
de crisis del modelo neoliberal en los países centrales y crisis del modelo
neo-colonial en la Argentina y la periferia. Crisis integral de un mundo que
puede estar anunciadno el inicio de una nueva etapa. La
crisis del Modelo
Volviendo a nuestra actualidad resulta que el bloque de sectores
dominantes, aún hoy hegemónico, no logra controlar la situación económica,
social, política e institucional.
La legitimidad moral del modelo impuesto a nuestro pueblo está en su
origen. Golpe de Estado, represión, muerte, desaparecidos, tortura, miedo,
mentrias, desconcierto, claudicación, traición y corrupción, constituyen los
elementos sin los cuales sería imposible explicar la realidad actual. Ahora se
expresa en una Corte Suprema repudiada por el conjunto de la sociedad, un
Congreso totalmente descreditado y un Poder Ejecutivo cuyo mayor sustento es la
fecha de su finalización.
Con todo esto, las estructuras de poder dominante lograron resistir y
avanzar durante todos estos años por efecto de varias causas entre las que podríamos
señalar: el quiebre de la resistencia popular, la destrucción más amplia de
las organizaciones del pueblo, el derrumbe del antiguo modelo diseñado al calor
de la II Guerra Mundial, de sustitución de importaciones, la ejecución de un
cuidadoso plan de cambios estructurales elaborado por la derecha, la debilidad
ideológica, política y moral de los dos partidos mayoritarios, el
debilitamiento internacional del campo socialista, la avalancha neoliberal y la
prepotencia avasallante del imperialismo sintiéndose dominador absoluto de la
escena internacional.
Ahora, en esta transición en nuestro país están desorientados y
empantanados. No logran siquiera lo que ayer les hubiera resultado sencillo: la
privatización del Banco Nación, el Ciudad y el Provincia.
Es que a lo largo de los últimos años, pequeños núcleos,
organizaciones sociales, gremiales, barriales, estudiantiles y hasta
empresariales, partidos políticos de izquierda o del campo popular, fueron
desarrollando de diversas formas, en distintos tiempos y lugares, distintas
maneras de resistencia a la oleada reaccionaria.
Luchamos contra el bombardeo permanente de los grandes medios de
comunicación, que anaunciaban el fin de la historia, elderrumbe definitivo del
socialismo, el sin sentido de luchar por sueños y utopías sociales, la
exacerbación del individualismo y el desaliento a pelear por cualquier
reivindicación. Esta prédica hizo mella en la voluntad de millones de personas
que perdieron la fe en los resultados de la lucha. La situación supo llegar al
extremo que el 10% más rico de la sociedad, impulsor ydefensor del modelo, tuvo
como aliado principal al 40% más pobre. Esta extraña alianza tiene componentes
históricos, materiales y políticos que exceden la intención de estas breves
palabras, pero que sin lugar a dudas será tema de análisis por parte de
historiadores y sociólogos del futuro.
Asimismo, las enormes capas medias recibieron algunos beneficios del
modelo como: incremento en el consumo, modernización de los servicios, acceso a
bienes deseados durante mucho tiempo y finalmente alcanzados; mantuvo entonces
una actitud dura desde lo político, pero flexible respecto del modelo. Pero la
sociedad se ha recompuesto y hoy está en mejores condiciones subjetivas de
emprender una nueva oleada popular.
La situación objetiva parece favorable; al abrirse grietas muy fuertes
en las estructuras dominantes, se crean posibilidades de una inteligente
ofensiva política de parte de los sectores que planteamos el cambio
revolucionario. La suerte de dicha posibilidad está por verse. La situación nacional
La derecha puso en práctica todo tipo de resupuestas, a sus mejores
hombres: Cavallo, López Murphy, Stuzzeneger, Machinea, las consultoras locales
y la tecnocracia del FMI, y no logró resultados prácticas, ni explicaciones
satisfactorias.
El derrumbe de 2001 se produjo cuando la crisis llegó al corazón del sistema: el aparato financiero. La crisis estructural emergió con toda su potencia al quedar sin respaldo líquido los depósitos de cientos de miles de ahorritas. Sobrevino entonces la desmonetización total de la economía; se agudizó aún mas la recesión, millones de familias perdieron acceso a ingresos mínimos en buena medida provenientes de la clase media, el hambre se apropió de los hogares –como tal vez nunca antes en nuestro país- y los saqueos se hicieron hora tras hora más corrientes extendiéndose en la geografía nacional. El caos social se apropió de la situación y el 19 de diciembre de 2001 al llegar el gobierno al extremo de declarar el Estado de Sitio, el estallido de los sectores medios a través del cacerolazo produjo tal vacío de poder que el derrumbre se hizo inminente. La jornada del 20 de luchas callejeras impulsadas por miles de jóvenes selló el final de De la Rua.
Si alguien alguna vez sostuvo que la revolución presupone: descontento
con la situación presente, representación de un futuro distinto y voluntad y
organización para cambiar la historia, en esos días solo se dieron algunas de
las condiciones, pero no todas. No hubo revolución. Solo una crisis terminal de
un modelo, que de todas maneras no llegó a modificar la composición de los
sectores políticos dominantes, a pesar del “que se vayan todos”.
No hubo revolución, pero ya nada será igual.
Devaluación, mayor caída de la actividad interna, inflación,
achicamiento del poder adquisitivo del salario, mayor desocupación, hambre, son
secuelas de las políticas aplicadas a partir del 1° de enero por Duhalde.
No obstante estas verdades incontrastables, han logrado algunos avances.
Estabilizaron el dólar, desaceleraron la inflación, se hicieron rentables
algunas actividades como la producción agropecuaria, algunas industrias
exportadoras y sustitutivas de importaciones, turismo. La balanza comercial
comenzó a dar un gigantesco superávit (15. Mil millones) producto de la caída
estrepitosa de las importaciones. La recaudación impositiva se estabilizó
producto del nuevo impuesto (retenciones a las exportaciones agropecuarias) y
lograron superavit fiscal primario. Licuados en gran medida, los ahorros
comienzan a ser devueltos en cuentagotas, encaminando el tema del corralón y el
corralito.
Y miremos las asambleas populares. Han cumplido una misión histórica.
Rompieron el cascarón neoliberal con el que habían aislado a un vecino de
otro. No importa si hoy son mas o menos los participantes. El parto ya se ha
dado y la criatura se ha hechado a andar. Ahora millones de argentinos saben que
no hay soluciones personales. Que estamos en el mismo barco. Unidos
indisolublemente. Con un destino común y que la suerte de mi semejante no me es
ajena. Ningún dolor o injusticia de otro argentino me es ajena. Y allí con la
creatividad propia de un pueblo que visualiza el camino, surgió el canto: “piquete
y cacerola, la lucha es una sola”. Las
asambleas tuvieron la impronta de las capas medias.
El movimiento obrero no aparece a la altura de las circunstancias. O bien
porque cada obrero ocupado está sometido a la presión del ejército de reserva
o porque está a cargo de una familia donde abundan los desocupados y con la
comida no se juega, lo cierto es que su rol actual ha pasado a un segundo plano.
Lo cierto también, creo yo, es que llegada la etapa histórica del
cambio, los trabajadores van a aportar en el sentido esperado. Está en su
naturaleza y no deberíamos desconfiar a pesar de dirigencias traidoras y
claudicantes.
Allí
están los vastos sectores que deberían conformar un frente común: la clase
trabajadora, los expulsados del sistema productivo y las amplias capas medias. Por un gobierno popular ¿Qué tareas debería darse un gobierno popular?
Un Programa Mínimo que ponga fin a la situación de pobreza y miseria de
millones de compatriotas a través de una fuerte redistribución de la riqueza,
que reactive la economía a través de la obra pública y la reindustrialización,
que cree fuentes de trabajo a través de la pequeña y mediana empresa, que
recupere para la Nación la energía y los resortes estratégicos para un
desarrollo sostenido, que revise en forma inteligente todas las privatizaciones,
que termine con la prevalencia del capital financiero y de solución al problema
de la deuda.
¿Cuáles son las primeras medidas de un gobierno popular? Darle alimento
y techo a todos los que lo necesitan. Con un gobierno popular el hambre
desaparece de nuestra tierra en pocos días. Se deben movilizar todos los
recursos necesarios –económicos, los trabajadores del Estado, todas las
instituciones intermedias de la sociedad- con el fin de que todos tengan comida.
Comida que no deberemos importar dado que como todos saben la Argentina produce
mucho más alimento del que estamos en condiciones de asumir.
Tenemos denuncias sobre la depredación de la riqueza ictícola, donde
buques factoría extranjeros están tirando diariamente 50 toneladas de merluza
al mar. Proteínas de gran calidad que podrían ayudar a resolver el drama del
hambre de nuestros niños.
Además y dentro de lo urgente, un gobierno popular, debe garantizar la
educación para los más pobres –incluso dando tres comidas en la escuela
cuando esto sea necesario- y la salud.
El Estado debe avanzar a través de todas sus posibilidades en la
producción de medicamentos, sea a través de los laboratorios de las FFAA, del
Malbrán, de las Universidades o las Municipalidades como es el caso de Rosario.
Sea a través de convenios con países latinoamericanos que a menor costo dan
una atención de la salud más eficiente.
Entonces: ni un argentino con hambre, ni un argentino sin techo, ni un niño
sin escuela, ni un enfermo sin atención, son las consignas inmediatas de un
nuevo gobierno popular.
De cumplirse este programa se recreará un poder político del pueblo
capaz de plantearse nuevos avances. La participación y la lucha
Dicen que esta convocatoria electoral es tramposa. ¡Qué sorpresa! ¿Cuándo
no fueron tramposas?
Pero la disyuntiva no es “ir o no ir” a elecciones. La cuestión está
en romper la trampa con protagonismo popular. Convocando a cargar las urnas con
cambio, con transformación, con protesta, con propuesta. Millones rompiendo la
trampa con su voto. Cuando el pueblo quiere no hay arriba que lo pueda impedir.
Cuando el abajo se mueve el arriba se pone nervioso y se cae. La Democracia es
el gobierno de los de abajo. Convocamos a la participación.
A los jóvenes en primer lugar. Que sepan que es bueno dedicarse a
defender causas justas y que esto dignifica la vida.
A participar a los descreídos, a los que han perdido la fe en las
instituciones, a los que creen que no vale la pena. Los que hemos luchado por
lograr los cambios en paz y nos esforzamos durante los años negros para
recuperar un régimen constitucional no estamos dispuestos a que una casta política
corrupta y decadente, tire por la borda tanto esfuerzo y tantas vidas como ha
costado.
Convoquemos a construir una democracia económica, social y cultural. Una
democracia participativa, para lograr un gobierno del pueblo, por el pueblo y
para el pueblo.
Esta convocatoria del P.S.A. y de todos nuestros amigos, para presentar
candidatos a presidente y vice, no es para hacer comparsa en una Democracia que
se ha vaciado de contenido. No. Esta convocatoria es para anunciar que este
grupo de compañeros, asociados a un número significativo y creciente de
compatriotas, tenemos la firme voluntad –junto a la mayoría de nuestro
pueblo- de iniciar una nueva etapa. La lucha electoral es solo un componente
significativo; la tarea se despliega en todos los terrenos. Los argentinos no merecen tanto sufrimiento Están los recursos, solo falta que dispongamos de ellos. Y la institución
que tiene la responsabilidad es el Estado. Un nuevo Estado democratizado,
abierto y transparente que cumpla el rol que la sociedad lo exige y no el que
dan las minorías corruptas del privilegio. ¿Qué país nos dejan?
Si una sociedad ante todo se mide por cómo se trata a sus niños y sus jóvenes,
y a sus ancianos, remitámonos a observar algunos datos oficiales. En todo el país
los menores de 18 años son 12,5 milones de compatriotas. El tercio joven de la
población que representa el futuro. De éstos, 8,6 millones (el 70%) están por
debajo de la línea de la pobreza; y de éstos a su vez, 4,4 millones de niños
y jóvenes se encuentran en la indigencia. Es decir, estos últimos 4,4 millones
no alcanzan a percibir una dieta c apaz de garantizar un crecimiento normal y
desarrollar la vida en plenitud. Muchos de ellos no alcanzarán la talla y el
peso. Y su cerebro no se habrá desarrollado con el potencial que su herencia
determina.
La extrema pobreza resta derechos. A la alimentación, a la salud, a la
educación, a una sana recreación. Deshace los hogares.
Crea condiciones para el surgimiento del delito y el crimen organizado;
la droga, el juego, la prostitución. Y nos resta futuro a todos los argentinos.
La situación de nuestros ancianos no es muy distinta. La mayoría de las
jubilaciones se ubican por debajo de la línea de indigencia. Y quienes no
tienen un ahorro previo o una familia en la que respaldarse, les espera un final
lleno de angustia y decaimiento.
Nuestros trabajadores sufren la doble consecuencia del desempleo y la caída
del salario que es el más bajo de los últimos 50 años.
Hace 10 años el desempleo rondaba el 6%; después de la consumación del
modelo llega al 25%.
En 1992 el 10% de los hogares estaba por debajo de la línea de la
pobreza; hoy, el 653%.
En la misma fecha la deuda externa se situaba en alrededor de 60 mil
millones de dólares; hoy alcanza los 150 mil millones.
Durante la última década y exceptuando los últimos meses el pago de
los intereses de la deuda fue lo único que creció en el presupuesto; incluso a
costa del presupuesto en salud y educación.
La política de ajuste signó los últimos años. Sin que el blindaje, el
canje, el megancaje o el presupuesto “cero”, modificaran un ápice la
situación. Y este año se estima una caída en el PBI del 15%.
Se concentró la riqueza de manera que el 10% más rico gana 37 veces más
que el 10% más pobre. Creando además las condiciones para una formidable fuga
de capitales que algunos estiman en 130 mil millones de dólares.
Sin abundar más en números, quiero dejar en claro que nos dejan una
Nación más pobre, más injusta, más inculta y con menos esperanza. Es tarea de los socialistas recrear las condiciones para el cambio. Es mucho lo que le podemos aportar a nuestro pueblo y no es hora de escatimar esfuerzos.
La consigna es trabajar, estudiar, luchar. Hasta la victoria. © El Socialista
Auténtico: http://www.oocities.org/ar/elsocialistaautentico Sugerencias u opiniones a: elsocialistaautentico@yahoo.com.ar
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