PORTADA
CATECISMO SOBRE EL MODERNISMO

CAPÍTULO V
 EL MODERNISTA
  HISTORIADOR Y CRÍTICO

   I
 
APLICACIÓN DEL AGNOSTICISMO 

   Preg. 242. — "Después de haber estudiado en los modernistas al filósofo, al creyente y al teólogo" ¿qué nos falta considerar?

   Resp. — "Resta que igualmente examinemos al historiador, al crítico, al apologista y al reformador".

   Preg. 243. — ¿Qué parecen temer ciertos modernistas dedicados a los estudios históricos?

   Resp. — "Algunos de entre los modernistas, dedicados a escribir historia, se muestran en gran manera solícitos para que no se los tenga como filósofos".

   Preg. 244. — ¿Qué dicen a propósito de su competencia en filosofía?

   Resp. — "Incluso confiesan no saber absolutamente nada de filosofía".

   Preg. 245. — ¿Es sincera esa declaración de ignorancia?

   Resp. — No. "Es una actitud de lo más astuta".

   Preg. 246. — Entonces, ¿por qué los historiadores modernistas pretenden aparecer como ignorantes en filosofía?

   Resp. — "Porque no sea que a alguno se le ocurra que están llenos de prejuicios filosóficos y que no son, por consiguiente, como afirman, enteramente objetivos".

   Preg. 247. — ¿Los historiadores modernistas se dejan sin embargo influir por sistemas filosóficos, pese a que lo nieguen?

   Resp. — "Es, sin embargo, cierto que toda su historia y crítica respiran pura filosofía, y sus conclusiones se derivan, mediante ajustados raciocinios, de principios filosóficos. Lo cual por cierto es fácilmente evidente para quien lo considere".

   Preg. 248. — ¿Cuáles son los tres principios filosóficos de los cuales los historiadores modernistas deducen las tres leyes de la historia?

   Resp. — "Los tres primeros cánones de dichos historiadores o críticos, como dijimos, son aquellos principios mismos que hemos atribuido arriba a los filósofos; es, a saber: oí agnosticismo, el teorema de la transfiguración do las cosas por la fe, y también el otro, (U u; nos pareció podía llamarse de la desfiguración".

   Preg. 249. — Para los modernistas ¿qué ley histórica deriva del principio filosófico del agnosticismo?

   Resp. — "Del agnosticismo se desprende que la historia, no de otro modo que la ciencia, versa únicamente sobre fenómenos".

   Preg. 250. — ¿Qué conclusión se desprende inmediatamente de esta primera ley histórica, deducida del agnosticismo?

   Resp. — "Por consiguiente, tanto Dios como toda otra intervención sobrenatural en las cosas humanas deben ser relegados al campo de la fe, pues sólo a ella pertenecen".

   Preg. 251. — Si en la historia se presentan cosas en las que se mezclan lo divino y lo humano, ¿cómo procederá el modernista?

   Resp. — "Por ello, si se encuentra algo que conste de dos elementos, uno divino y otro humano, como sucede con Cristo, la Iglesia, los Sacramentos y muchas "otras cosas de ese género, de tal modo se ha de dividir y separar que lo humano vaya a la historia, lo divino se atribuya a la fe".

   Preg. 252. — ¿Habrá pues que distinguir dos Cristos, dos Iglesias, etc.?

   Resp. — "De aquí, la separación corriente entre los modernistas entre el Cristo histórico y el Cristo de la fe; la Iglesia de la historia y la Iglesia de la fe; los Sacramentos de la historia y los Sacramentos de la fe, y otras semejantes por doquier".

   Preg. 253. — Respecto de ese único elemento humano que el agnosticismo permite retener para la historia: ¿qué nos dice el segundo principio filosófico o principio de la transfiguración, en el que se inspira el historiador modernista?

   Resp. — "Después debe decirse que este mismo elemento humano, que, según vemos, el historiador reclama para sí tal como aquél aparece en los documentos, es elevado por la fe, a través de la transfiguración, más allá de las condiciones históricas".

   Preg. 254. — ¿Cuál será, pues, en virtud de ese principio de "transfiguración", la segunda ley que regirá la historia modernista?

   Resp. — "Por lo tanto, es necesario distinguir nuevamente las adiciones hechas por la fe para relegarlas a la fe misma y a la historia de la fe".

   Preg. 255. — En consecuencia ¿qué cosas eliminará un historiador modernista de la historia de Jesucristo?

   Resp. — "Así, cuando se trata de Cristo, todo lo que supera su condición humana, tanto natural, según es presentada por la psicología, como la forjada por el lugar y el tiempo en que vivió".

   Preg. 256. — ¿Cuál es la tercera ley que se impone el historiador modernista en virtud del principio filosófico llamado de la "desfiguración"? 

   Resp. — "Además, en virtud del tercer principio filosófico, pasan también como por un tamiz las cosas que no exceden el ámbito de la historia y eliminan, relegándolo u la fe todo lo que, a su criterio, no está en la lógica, como dicen, de los hechos, o no se acomoda a las personas".

   Preg. 257. — De esta tercera ley ¿qué conclusión infieren respecto de las palabras que los Evangelios atribuyen a Nuestro Señor?

   Resp. — "Así, pretenden que Cristo no dijo lo que parece sobrepujar al entendimiento de un oyente vulgar. De allí que borran de su historia real y abandonan a la fe todas las alegorías que se encuentran en sus discursos".

   Preg. 258. — Querríais decirnos ¿"en virtud de qué ley se hacen tales discriminaciones"?

   Resp. — "En virtud del carácter del hombre, de la condición de que goza en la ciudad, de la educación, del conjunto de circunstancias de un hecho cualquiera".

   Preg. 259. — ¿Es éste un criterio "objetivo" tal como lo exigiría una verdadera historia?

   Resp. — "En una palabra, si lo entendemos bien, en virtud de una norma que se resuelve por fin en una meramente subjetiva".

   Preg. 260. — Demostrad que se trata de un criterio puramente "subjetivo".

   Resp. — "Se esfuerzan en asumir ellos la persona de Cristo y ponerse en su lugar: todo lo que ellos hubieran hecho en circunstancias semejantes, todo eso lo transfieren a Cristo".

   Preg. 261. — ¿Cómo tratan los modernistas a Jesucristo Dios, en virtud de los tres principios filosóficos que rigen su historia?

   Resp. — "A priori y en virtud de ciertos principios filosóficos que sostienen pero que dicen ignorar afirman que en la historia que llaman real, Cristo no es Dios ni ejecutó nada divino".

   Preg. 262. — Después de haber eliminado todo carácter divino de Cristo en la historia real, ¿dejan, al menos, intacto a Cristo-Hombre?

   Resp. — "En cuanto hombre, empero, realizó y dijo sólo lo que ellos, refiriéndose a los tiempos en que vivió, le dan derecho de hacer o decir".

   Preg. 263. — ¿Qué nexo de subordinación existe, para los modernistas, entre la filosofía, la historia y la crítica?

   Resp. — "Así como la historia recibe de la filosofía sus conclusiones, así la crítica las recibe de la historia".

   Preg. 264. — ¿Cómo tratará el crítico modernista los documentos sobre los cuales trabaja?

   Resp. — "Y, en efecto, el crítico, siguiendo los datos ofrecidos por el historiador, divide los documentos en dos partes. Lo que queda después de la triple partición dicha, lo adjudica a la historia real; lo demás lo relega a la historia de la fe o interna".

   Preg. 265. — Entonces, ¿hay dos historias, según los modernistas: la historia de. la fe y la historia real?

   Resp. — "En efecto, distinguen cuidadosamente estas dos historias".

   Preg. 266. — ¿La historia que llaman de la fe no sería entonces para los modernistas una historia verdadera?

   Resp. — "Queremos se note bien que a la historia de la fe oponen precisamente la historia real en cuanto es real".

   Preg. 267. — Si la historia de la fe no es la historia real ¿qué afirman entonces los modernistas sobre los dos Cristos de que antes hablamos?

   Resp. — "De aquí, como ya dijimos, dos Cristos: uno real y el otro que nunca existió realmente sino que pertenece a la fe; uno vivió en determinado lugar y época, y el otro que sólo se encuentra con las piadosas especulaciones de la fe".

   Preg. 268. — ¿Este Cristo de la fe, Cristo no real según los modernistas, dónde está sobre todo descrito?

   Resp. — "Tal, por ejemplo, es el Cristo que presenta el evangelio de Juan".

   Preg. 269. — ¿Cuál es entonces la opinión de los modernistas respecto al evangelio de San Juan?

   Resp. — "Este Evangelio, por cierto, dicen, es de un extremo al otro una reflexión".

II
  APLICACIÓN DE LA INMANENCIA VITAL

 

   Preg. 270. — ¿La tutela de la filosofía sobre la historia se limita a imponer al crítico la división, de los documentos en dos grupos: documentos que sirven para la historia de la fe y documentos que sirven para la historia real?

   Resp. — "Pero, no se acaba aquí el dominio de la filosofía sobre la historia".

   Preg. 271. — Después de dividir los documentos en dos grupos, en nombre del agnosticismo, ¿qué otro principio de filosofía modernista reaparecerá para gobernar al crítico?

   Resp. — "Divididos, según indicamos, los documentos en dos grupos, de nuevo interviene el filósofo con su dogma de la inmanencia vital".

   Preg. 272. — Para el crítico modernista ¿cuál es la importancia del principio de la inmanencia vital?

   Resp. — "Él proclama que cuanto se contiene en la historia de la Iglesia se ha de explicar por la emanación vital".

   Preg. 273. — ¿Cómo según este principio los hechos que no son sino una emanación vital están subordinados a la necesidad de la cual emanan?

   Resp. — "Y puesto que la causa o condición de cualquier emanación vital se ha de colocar en cierta necesidad o indigencia, se deduce que el hecho se ha de concebir después de la necesidad y que históricamente es aquél posterior a ésta".

   Preg. 274. — Provisto de tal principio ¿cómo procederá el historiador modernista en la historia de la Iglesia?

   Resp. — "¿Qué hace entonces el historiador? Investigando otra vez los documentos, ya los que se hallan en los sagrados libros, ya los sacados de otro lugar, confecciona con ellos un catálogo de las sucesivas necesidades por las cuales pasó la Iglesia, sea respecto del dogma, del culto y de todo lo demás".

   Preg. 275. — Una vez confeccionado ese catálogo ¿qué hace con él?

   Resp. — "Una vez terminado ese catálogo lo entrega al crítico".

   Preg. 276. — Con ayuda de ese catálogo de las necesidades sucesivas de la Iglesia ¿qué trabajo realizará el crítico sobre los documentos de la historia de la fe?

   Resp. — "Éste pone mano en los documentos destinados a la historia de la fe y los distribuye de edad en edad, de forma que cada uno responda al catálogo, acordándose siempre del precepto: la necesidad precede al hecho y el hecho a la narración".

   Preg. 277. — Ciertas partes de los Libros Sagrados, en lugar de revelar simplemente una necesidad, ¿no son ellas el hecho creado por la necesidad?

   Resp. — "Puede por cierto alguna vez acaecer que ciertas partes de la Biblia, por ejemplo, las Epístolas, sean el mismo hecho creado por la necesidad".

   Preg. 278. — Pero, sea lo que fuere de tales excepciones, ¿cuál es, de modo general, la ley que sirve para determinar la fecha de origen de los documentos de la historia eclesiástica?

   Resp. — "Sea lo que fuere, hay una ley: la época de un documento cualquiera se ha de determinar solamente por la época en que surgió cada necesidad en la Iglesia".

III
APLICACIÓN DEL EVOLUCIONISMO 

   Preg. 279. — Después de ese trabajo de clasificar los documentos según su fecha de origen arbitrariamente determinada, ¿no hay una nueva operación a la que se dedicará el crítico? 

   Resp. — "Sigue otra operación".

   Preg. 280. — ¿Qué distinción hace necesaria, a los ojos del crítico modernista, esta nueva operación?

   Resp. — "Hay que distinguir además entre el origen de un hecho cualquiera y su desarrollo: en efecto, lo que puede nacer en un día, no se desarrolla sino con el andar del tiempo".

   Preg. 281. — En virtud de tal distinción entre el origen de un hecho y su desarrollo, ¿qué nueva división de los documentos realizará el crítico modernista?

   Resp. — "Por esta razón, los documentos distribuidos como dijimos, por épocas, el crítico deberá volver a dividirlos en dos partes: una referida al origen de la cosa, la otra al desarrollo".

   Preg. 282. — ¿Qué hará con los documentos relativos al desarrollo de un hecho?

   Resp. — "Los volverá a ordenar, según las épocas".

   Preg. 283. — ¿Qué principio lo dirigirá en la determinación de tal orden?

   Resp. — "En este punto entra de nuevo en escena el filósofo, que manda al historiador ordenar sus estudios conforme a lo que prescriben los preceptos y leyes de la evolución".

   Preg. 284. — ¿Cuál es el principio que, según el filósofo modernista, preside y rige la historia?

   Resp. — "Según el filósofo modernista, la evolución es la ley que preside y rige la historia"*.

   Preg. 285. — Provisto de la ley de la evolución ¿cómo tratará entonces el historiador modernista a la historia de la Iglesia?

   Resp. — "El historiador torna a escudriñar los documentos, a investigar detenidamente las circunstancias y condiciones por las que ha atravesado la Iglesia en cada edad, su fuerza conservadora, sus necesidades tanto internas como externas que la impulsan al progreso, los impedimentos que sobrevinieron".

   Preg. 286. — En una palabra ¿qué tusca el historiador modernista en los documentos de la historia de la Iglesia?

   Resp. — "En una palabra, todo cuanto contribuya a determinar de qué manera se observaron las leyes de la evolución".

   Preg. 287. — Después de este examen atento para descubrir en la historia de la Iglesia la ley de su evolución ¿qué hace el crítico?

   Resp. — "Tras esto, en fin, describe, como con ligeros trazos, la historia de la evolución".

   Preg. 288. — ¿Cuál es el último trabajo del crítico modernista una ves que ha trazado este esquema fantasioso de la historia de la Iglesia?

   Resp. — "Acude el crítico y adapta los restantes documentos. Se pone a escribir: la historia ya está concluida".

   Preg. 289. — Pero, si el historiador y el crítico en el modernista se dejan dominar asi por los principios del filósofo ¿cuál será, en buena lógica, el verdadero autor de la historia escrita de ese modo? ¿Será el historiador, será el crítico?

   Resp. — "Ahora, preguntamos: ¿a quién so ha de atribuir esta historia? ¿Al historiador o al crítico? Por cierto, a ninguno de los dos sino al filósofo".

   Preg. 290. — ¿Por qué al filósofo?

   Resp. — "Todo allí es obra de apriorismo".

   Preg. 291. — ¿Y cuál es este apriorismo?

   Resp. — "Y por cierto un apriorismo pululante de herejías".

   Preg. 292. — ¿Semejantes historiadores no inspiran compasión?

   Resp. — "Causan verdaderamente lástima estos hombres, de los que el Apóstol diría:

"Desvaneciéronse en sus pensamientos (...), pues diciéndose sabios se convirtieron en necios[18]".

   Preg. 293. — Pero, aunque esos historiadores modernistas inspiren compasión ¿no excitan también a justo título, nuestra indignación?

   Resp. — "Causan indignación cuando acusan a la Iglesia de mezclar y barajar los documentos en forma tal que hablen en su favor".

   Preg. 294. — ¿Qué sentimiento los impulsa a recriminar a la Iglesia de alterar los textos?

   Resp. — "En efecto, achacan a la Iglesia aquello mismo que sienten que su conciencia les reprueba abiertamente".

IV
CRÍTICA TEXTUAL

   Preg. 295. — Si el historiador modernista escalona arbitrariamente los documentos a lo largo de los siglos, según las exigencias de la pretendida ley de la evolución ¿qué se sigue respecto de los Libros Sagrados?

   Resp. — "De dicha división, y disposición por edades de los documentos se sigue espontáneamente que los Libros Sagrados no pueden atribuirse a los autores a quienes realmente se atribuyen".

   Preg. 296. — Ante esta consecuencia ¿los historiadores modernistas no retroceden?

   Resp. — "Por esa causa, los modernistas no vacilan en asegurar por doquier que esos mismos libros, y en especial el Pentateuco y los tres primeros Evangelios, de una breve narración primitiva, han ido poco a poco creciendo con nuevas adiciones o por interpolaciones hechas a modo de interpretación ya teológica, ya alegórica, o por intercalaciones para dar unidad entre sí a las diversas partes".

   Preg. 297. — ¿Con qué derecho recurren para explicar la formación de nuestros Libros Sagrados a la hipótesis de sucesivas adiciones hechas a una redacción primitiva muy breve?

   Resp. — "Para decirlo con mayor claridad y concisión: es necesario admitir la evolución vital de los Libros Sagrados que se origina de la evolución de la fe y que a ella corresponde".

   Preg. 298. — Pero, ¿dónde encuentran huellas de esa pretendida evolución vital?

   Resp. — "Añaden, además, que las huellas de esa evolución son tan manifiestas, que casi se podría escribir su historia".

   Preg. 299. — ¿Intentaron los modernistas escribir esa historia de la evolución vital que, según ellos, ha presidido las sucesivas adiciones hechas a nuestros Libros Sagrados?

   Resp. — "Y aún la escriben en realidad con tanta seguridad, que uno creería que ellos han visto con sus ojos a cada uno de los escritores que, en las diversas edades, pusieron sus manos en la ampliación de los Libros Sagrados".

   Preg. 300. — ¿De qué instrumentos se valen para confirmar esa historia de la formación del texto sagrado? 

   Resp. — "Para confirmarlo llaman en ayuda a la crítica que denominan textual y se esfuerzan en persuadir que este o el otro hecho o dicho no están en su lugar, y traen otras razones por el estilo".

   Preg. 301. — ¿Qué pensar de esta seguridad con que nuestros modernistas proceden para explicar la formación de nuestros Libros Sagrados?

   Resp. — "Se diría en verdad que se han formado como ciertos tipos de narración o discurso por los que juzgan con toda certeza qué es lo que está en su lugar y qué lo que está en lugar ajeno".

   Preg. 302. — ¿Llevan la ingenuidad y la presunción hasta decirnos ellos mismos "cuan aptos son para este género de crítica"?

   Resp. — "Por este camino, cuan aptos pueden ser para juzgar, aprécielo el que quiera. Sin embargo, quien los oiga hablar de sus investigaciones sobre los Libros Sagrados, en las que es dado descubrir tantas incongruencias, creerá que casi ningún hombre antes que ellos los ha hojeado ni que una multitud casi infinita de doctores muy superiores a ellos en ingenio, erudición y santidad de vida los ha escudriñado en todos sus sentidos".

   Preg. 303. — ¿Cuál era respecto de los Libros Sagrados la conducta del todo diferente de los antiguos doctores, infinitamente superiores a los modernistas?

   Resp. — "En verdad que esos sapientísimos doctores tan lejos estuvieron de censurar en nada las Sagradas Escrituras, que al contrario, cuanto más profundamente las estudiaban, tantas mayores gracias daban a Dios porque así se dignó hablar con los hombres".

   Preg. 304. — ¿Cómo explican irónicamente los modernistas ese respeto de los antiguos doctores por nuestros Libros Sagrados?

   Resp. — "Pero, ¡ay! nuestros doctores no estudiaron los Libros Sagrados con las ayudas con que los estudian los modernistas".

   Preg. 305. — ¿Cuáles son, en suma, esas ayudas para el estudio de que estaban privados los antiguos doctores pero de las cuales se benefician los modernistas?

   Resp. — "Esto es, no tuvieron por maestra y guía a la filosofía que toma su origen en la negación de Dios ni se eligieron a sí mismos por norma de criterio".

V
CONCLUSIÓN

   Preg. 306. — Entonces, ¿cuál es, por fin, el método histórico de los modernistas?

   Resp. — "Ya Nos parece que está patente cuál es el método de los modernistas en la cuestión histórica. Precede el filósofo; le sigue el historiador; viene detrás, por orden, la crítica interna y la crítica textual".

   Preg. 307. — Puesto que una cierta filosofía constituye la base de ese método histórico de los modernistas y es como su causa primera ¿cómo debemos calificar a su crítica histórica?

   Resp. — "Y porque es propio de la causa primera comunicar su virtud a las siguientes, síguese evidentemente que tal crítica no es una crítica cualquiera, sino que con razón se llama agnóstica, inmanentista y evolucionista".

   Preg. 308. — Por consiguiente, ¿puede emplearse esta crítica sin detrimento de la fe?

   Resp. — "Y por consiguiente quien la profesa y adopta, profesa los errores en ella implícitos y contradice a la doctrina católica".

   Preg. 309. — Si así es ¿qué debemos pensar de los elogios que ciertos católicos tributan a tal crítica?

   Resp. — "Por esto podría sorprender en gran manera que entre los católicos prevaleciera tanto esta clase de crítica".

   Preg. 310. — ¿Por qué, pues, ciertos católicos llegan a atribuir tanto valor a una crítica contraria a su fe?

   Resp. — "Esto tiene una doble causa: en primer lugar, la alianza que une estrechamente a historiadores y críticos de este tipo por encima de la variedad de naciones y las diferencias de religión; en segundo lugar, por una audacia sin límites".

   Preg. 311, — Los modernistas de todos los países ¿se apoyan entre sí?

   Resp. — "Por lo cual, todos a una voz alaban cuantas necedades dice uno cualquiera de ellos, atribuyéndolas al progreso de la ciencia". 

   Preg. 312. — ¿Y cómo se unen contra quienes los critican?

   Resp. — "Por lo cual, si alguien pretende examinar por sí mismo la nueva maravilla, arremeten todos unidos".

   Preg 313. — En fin ¿cuál es su táctica ante quienes defienden o atacan tal o cual de sus innovaciones?

   Resp. — "Quien las niega es acusado de ignorante, quien las abraza o defiende lo cubren de alabanzas".

   Preg. 314. — Esta táctica de los modernistas ¿no tiene por resultado conciliarle adeptos?

   Resp. — "De tal manera no pocos son engañados que se horrorizarían si considerasen más atentamente la cosa".

   Preg. 315. — ¿Qué ha sucedido como consecuencia de la audacia de los modernistas y de la imprudente ligereza de quienes se les someten?

   Resp. — "A causa, pues, de este despótico dominio de los que yerran, y de este incauto asentimiento de los espíritus superficiales se ha creado una como corrompida atmósfera que todo lo penetra, difundiendo su pestilencia. Mas pasemos al apologista".

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CAPÍTULO VI
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Índice general


NOTAS
  • * Esta frase no se encuentra en el texto oficial latino de la Encíclica (cfr. BAC: Doctrina Pontificia, Documentos Bíblicos. Madrid, 1955, p. 311). (N. del E.).

  • [18] Rom., 1, 21-22.