El hombre de las tres piernas

Al nacer, hubo algunos médicos del hospital de Sicilia, que sugirieron que debían dejarlo morir por el monstruoso aspecto que presentaba: junto a su pierna derecha aprecía otra que lo transformaba en un fenómeno mundial. Afortunadamente el sentido de la vida prevaleció y Francesco Lentini vivió -con tres piernas- hasta los 77 años, como si nada. Incluso se dió el lujo, a lo largo de su existencia, de bromear cuando en una zaparería exigía calzado para sus impares pies lo cual, como es obvio, era una pequeña complicación. En esos casos y después de la broma habitual, terminaba comprando 2 pares de zapatos, y mostraba otra muestra de su sentido del humor: "El zapato restante se lo regalo a un amigo mío que tiene una pierna amputada", decía. Al principio la cosa no daba para hacer bromas, ya que desde pequeño todos lo veían como una suerte de monstruo vivo al cual iban a visitar desde otros pueblos, pero luego todos se acostumbraron a él, y -aunque suene a una broma- se destacaba de manera especial en jugar al fútbol. Tenía7 años cuando sus padres -que lo eran, también, de otros once hermanos completamente normales- lo llevaron a un hospital especializado en chicos con severas disminuciones físicas. La idea no era internerlo sinó mostrarle que había otros que estaban peor que él Y la inteligente medida de los Lentini, una familia adinerada y de buena cultura, dió resultado: el niño deforme vió allí otros pequeños que soportaban con coraje su ceguera, la falta de brazos o piernas, la invalidez total o el desamparo. Francesco entendió, y casi se sintió afortunado. Al crecer se fué a vivir a los Estados Unidos, una vez allí pese a la oposición familiar, decidió integrarse a varios famosos circos del país donde se había mudado. Su éxito fue clamoroso y ganó mucho dinero. Era todo un caballero. Vestía impecablemente y tenía exelentes modales assí como también una vasta cultura que lo hacía centro de las reuniones ya no por su defecto, sinó por su don de gentes. Se casó y fué padre de cuatros hijos absolutamente normales. Se supone que lo suyo se debió a un gemelo que no llegó a gestarse pero le dejó algo de él: esa tercera pierna que lo hizo luchar mas que nunca. Murió en 1966. "La vida es hermosa", era su frase favorita. Esto, que es un ejemplo para todos, resulta también una historia asombrosa mas...

 

El misterio de Caspar Hauser

El chico tenía 16 años cuando llegó, tambaleante y vestido con harapos, al cuartel militar de Nürembrerg, en aquella tarde de otoño de 1828. El no podía saberlo, pero sería -para siempre- uno de los enigmas mas grandes de la historia de las luchas por el poder. Apenas balbuceaba. Llebaba con el una carta sin firma donde contaba que álguien lo había cobijado desde su nacimiento y que no lo había dejado salir a la calle durante esos 16 años. Un piadoso oficial lo llevó a su propia casa y comprobó, pasados dos meses que ese jovencito era brillante a pesar de que apenas sabía hablar y lo único que podía escribir piadosamente era su nombre: Caspar Hauser. Le enseñó a hablar, a leer, y -entre muchas otras cosas- a usar cepillo de dientes, adminículo que el adolescente desconocía. Al tiempo pudo contar que dunate toda su existencia había estado encerrado en un cuarto lóbrego y sucio de 1,80 metros por 1,20 de ancho, a donde jamás se acerco persona alguna. El alimento -pan y agua- lo encontraba todoas las mañanas en su celda, al despertar. Un día lo sacaron de allí y lo llevaron, completamente mareado hasta las cercanías de Nürembrerg. No recordaba nada más. Se hizo cargo de su educación un profesor de apellido Daumer que descubrió un increíble talento en el chico, además de modales que hiba refinando día a día, como si poco le costara.
Allí nació la leyenda. Se dijo que era hijo del duque Karl y la duquesa Stephanie, que gobrnaban la región. Stephanie, en efecto había dado a luz a un bebé 16 años atrás, pero le dijeron que había muerto al nacer. Dos años mas tarde a su llegada a Nürembrerg, el joven mostraba una inteligencia y don de gentes poco común. En ese momento -1830- el duque Karl enfermó. Y fué entonces que un hombre atacó una noche a Caspar Hauser apuñalándolo. Pero el muchacho curó de sus heridas. si el duque moría, al no tener descendencia, tomaría el poder la familia Hochberg. Un enviado de ellos, lord Philip Stanhope, ganó un juicio por la tencencia de Caspar y lo encerró en un monasterio. El duque Karl murió. Caspar sería su susesor si se demostraba que era su hijo. Pero alguen entró en su cuarto y lo apuñaló hasta matarlo. Tenía 21 años. Nunca se supo la verdad. La lápida de su tumba dice: "Caspar Hauser, un enigma". Ciento setenta años después, sigue siendo, un enigma...

 

El verdadero Barba Azul

La leyenda y un famoso relato de Parrault que escribía cuentos para niños pero, como ocurre muchas veces en este género literario, más se parece aquí a una historia de terror como las de Cuentos de la Cripta, relata que un señor feudal enamoraba a las damas para casarse con ellas y luego matarlas, cosa que repitió varias ocasiones. Pero la historia habla de un fulano de similares características en cuanto a lo sangriento aunque no especializado en mujeres solamente sinó también en niños. Casi siempre la realidad supera la ficción, como ven. La leyenda era muy anterior y ya conocida en vida de este personaje siniestro, razón por el pueblo le dió el nombre de Barba Azul. Tenía en efecto una barba muy tupida, pero negra como el lomo de un cuervo. Se llamaba Gil de Rais y pertenecía a la nobleza francesa aunque esa calidad no alcanzaba a su espíritu, sin dudas. Vivió en su castillo de Cahtonce al que había convertido casi enuna fortaleza inexpugnable y donde llevaba a cabo sus perversas prácticas. Hoy diríamos que de él que era un psicópata y hubiera salido en varias ediciones de diarios, revistas y noticieros de TV. Por entonces, se descubrió que era un depravado inescrupuloso que, sin tener motivos, organizaba lo que daba a llamar "caza de niños". Ayudado por sus vasallos salía literalmente a cazar chiquitos que no eran mayores de 10 años, los llevaba a su castillo y los hacía pasar por tormentos tan espantosos que me niego a reproducir aquí. Luego los mataba. Este tenebroso personaje contaba a sus íntimos que tenía un pacto con el diablo: él asesinaba chicos y a mujeres a cambio del dinero y el poder que el demonio le entregaría por sus hechos. En verdad jamás logró ni dinero ni poder, pero parecía sentir un placer por matar y por el presunto pacto. Acusado por el duque de Bretaña, las autoridades, impulsadas por el clero, sitaron su castillo y lo obligaron a rendirse. Confesó sus crímenes, casi todos ocurridos entre 1434 y 1440. En los fosos de su fortaleza fueron hallados mas de doscientos cadáveres. Fué condenado a la horca y, una vez muerto, a ser incinerado en la hoguera. Según se cuenta, el verdugo, asqueado, no dejó que se muriera en la horca. Lo descolgó antes y, aún vivo, lo lanzó a las llamas. Nadie se quejó por eso. Gil de Rais pasó a formar de la galería de seres repugnantes que también los hay en las historias asombrosas.

 


Nunca se sabrá, nunca

Thomas Liney era, en 1770, un violinista impresionante. Nacido en Gran Bretaña, recorrió casi todo Europa y muy especialmente Italia, donde lo adoraban habiéndolo apodado II Tommassino. Asombraba a todos los públicos y deslumbraba a los conocedores de los secretos de la música que veían en él un portento vido con un futuro imposible de medir teniendo en cuenta que II Tommassino solo tenía 14 años de edad. Y hacían bien en no medir su futuro: el pobre Thomas, a tan temprana edad, y con todo su talento a cuestas murió ahogado en un accidente en su país natal. En ese mismo año de 1770 otro pequeño músico, tenía exactamente la misma edad, 14 años, siendo entonces honrado con la Orden de la Espuela de Oro por el Papa Clemente XIV, competía amable pero abiertamente con el desdichado Tommassino. Este otro genio de la música se llamaba Wolfgang Amadeus Mozart. ¿Que hubiera ocurrido si Thomas Linley no se hubiera ahogado? ¿Duelo de titanes?

El ladrón vanidoso

Wilhem Voigth tenía 35 años cuando pensó que debía hacer algo con su vida que lo sacara de la rutina de su trabajo de zapatero remendón, en la Alemania de 1906. Por aquella época, el régimen prusiano hacía que los militares se los viera como un poder al que nadie podía resistirse y fue pensando en eso que Voigth ideó su plan.
En una vieja tienda de compra y venta de todo tipo de cosas adquirió un uniforme usado de capitán, lo reacondicionó, se lo puso y se dirigió resueltamente a las cercanías de un cuartel. Esperó hasta que vio marchar por allí a un sagento con siete soldados. Allí comenzó a poner en marcha su plan. Detuvo el pelotón con aires de mando y le dijo al que iba al frente que debían acompañarlo de inmediato -sin que importen las órdenes que llevaban- para cumplir con una misión importante encomendada por el propio Kaiser. El sargento se cuadró y se puso a su dispocición. De inmediato, seguido por sus hombres, requisó un autobús, hizo que el pelotón subiera a él y dispuso dirigirse al distrito de Köpernick, cercano a la capital. Una vez allí y encabezando al grupo con paso marcial, los llevó hasta el municipio del lugar. Sin pedir permiso a nadie, por supuesto entró al despacho del alcalde y amparándose en su presunta órden de la superioridad, hizo abrir la caja fuerte y requesó 5.000 marcos que allí había, firmando un recibo con nombre falso. Amonestó severamante al alcalde, que obedecía todo con temor evidente, prometiéndole una inspección para la siguiente semana. Luego hizo que los soldados llevaran al pobre hombre y a sus colaboradores a una amplia habitacióndel lugar, advirtiéndoles que debían cuidar a los prisioneros mientras él completaba la misión.
Ya solo, completó su misión. Fue hasta una calle cercana donde había escondido unas ropas de civil, se las calzó y desapareció con los 5.000 marcos y una sonrisa.
Durante semanas la prensa dedicó espacios considerables al curiso robo. No había una sola pista. Pero Voigth no estaba contento. Había hecho algo que lo hizo sentir ingenioso y fuera de rutina pero nadie lo sabía. Fue entonces que tomó la descición de enviar a los periódicos una foto suya con toda la historia. Salió en los diarios, claro, pero entró a la cárcel. El pueblo todo y hasta las autoridades tomaron aquello de manera tan risueña que el juez penó a Wilhem Voigth solo con 4 años y lo dejó en libertad al año y medio, ahora sí: todos lo conocían, su ego estaba satisfecho y consiguió estar en la galería de las historias asombrosas.

Barcos esfumados

El carguero Nordie Star, de bandera norteamericana, viajaba desde Filadelfia hasta el puerto de El Havre. El mar estaba calmo y el punto de llegada no estaba lejos. La primavera de aquel 1960 en el hemisferio norte cumplía al pié de la letra con los mandatos de la naturaleza. El operario de radio del buque -un carguero con 34 tripulantes- se comunicó con el Havre y anunció con toda tranquilidad el tiempo estimado para el arribo. Pero nunca se volvió a saber del Nordic Star ni de su tripulación. Se lo rastreó minuciosamente en el área desde donde se había enviado aquella comunicación, pero sin hallar una sola pista. El informe final del lapidario: "las circunstancias y los hechos por los que el buque ha desaparecido ne se aclararán jamás". Sin mas explicaciones ni conjeturas. Y así fue. A menudo se habla y se escribe mucho sobre el famoso triángulo de las Bermudas y las misteriosas desapariciones en esa zona, pero muy poco se mencionan casos como el del Nordic Star ocurridos sensiblemente lejos de la temida área caribeña. Son muchos, sin embargo.
El carguero español Castillo de Montjuich desapareció con sus 37 hombres en algún lugar cercano a las islas Azores.
Su similar estadounidense Cyclops se esfumó junto a sus 88 tripulantes en algún lugar del Atlántico.
Al buque petrolero Benetto Ríos, de bandera peruana, le faltaba menos de 20 horas para llegar a su destino, a juzgar por la última y muy normal comunicación radiada desde las costas chilenas. Pero el Pacífico lo devoró en algún momento y lugar ignorados desde aquel momento, en el año 1970.
Un año antes y frente a las costas de Turquía, el buque italiano Ricci III formaba parte de un convoy con otras dos embarcaciones, pero nunca llegó a puerto.
Hay decenas de casos similares y todos tienen en común: el hecho de no haber encontrado jamás ni el menor rastro a pesar de la intensa búsqueda que se llevó a cabo con cada uno.

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Autor: Diego Fernández ---- mailto:diego_fern17@yahoo.com.ar

Bibliografía: Revista "Conozca Mas" 1994

 

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