EL SER HUMANO
ES LO MEJOR DEL UNIVERSO
(Mons. Carlos
Talavera Ramírez)
Las cosas son más o
menos dignas, o les atribuimos una nobleza, por lo que son.
Así damos más valor a la plata que al barro por lo que ellos
son en si. También sabemos que tiene mayor dignidad un ser
vivo que uno carente de vida; y entre los seres vivos son
más dignos los animales que los vegetales. A los animales
les reconocemos diferente valor; estimamos diferente a una
hormiga que a un conejo. El diferente aprecio que hacemos de
los seres, se funda en lo que ellos son en sí mismos, en la
diferente naturaleza de ellos. Unos son superiores a otros
por las diversas cualidades que tienen, por la mejor calidad
o la mayor perfección de su ser. Un ser es más perfecto
cuando tiene mayor capacidad para subsistir, y cuando mejor
puede determinarse por si mismo y realizar su destino.
El ser humano, a diferencia de todos los demás seres
naturales, es el que más capacidad tiene para realizar su
destino, es el más perfecto entre ellos por su inteligencia,
su voluntad, su libre albedrío y su conciencia. Por esta
razón es más estimable que cualquier animal y que cualquier
cosa material o que cualquier obra del mismo hombre.
En efecto, al encontrarnos con un ser humano, nos
enfrentamos a un ser inteligente, aun cuando su inteligencia
no tenga suficiente desarrollo, como en un niño o en un
analfabeta. Es alguien que de alguna manera me entiende, me
comprende, me abarca, se forma una opinión de mí, aunque sea
confusa. Además me encuentro ante una voluntad, ante una
capacidad de amor o de rechazo, de bien o de mal. Por otra
parte, me encuentro ante alguien a quién no puedo penetrar
muy plenamente a quién alcanzo a conocer en la medida en que
él se deja conocer una interioridad inviolable, de la que
sólo él dispone ¡Qué‚ misterio!, ¡Qué ser tan especial y tan
distinto a todos los demás!.
Definitivamente no puedo
encontrarme ante un hombre como me encuentro ante cualquier
otro ser, y nadie puede encontrarse conmigo, como si se
encontrara un animal o un mineral. ¡Cuántas posibilidades y
capacidades tiene el ser humano!, ¡Cómo está abierto al
infinito con todas esas facultades!, ¡Cómo, por otra parte,
es importante que tengamos el sentido de ser criaturas,
unida a todos los seres creados! “hermana agua, hermano
lobo”, decía San Francisco de Asís.
EL HOMBRE SE HACE HOMBRE
Por su libertad, el hombre puede disponer de sí mismo: puede
salir de sí mismo hacia los demás o puede encerrarse en su
soledad; puede dedicar su persona al bien o puede poner su
ser al mal; puede buscar su crecimiento o puede permanecer
perezoso. Puede igualmente hacerse esclavo de otros hombres
o cosas, o puede conservarse dueño de sí mismo y sacudir
todo intento de sujetarlo y someterlo; puede adherirse a la
verdad, al bien, a la justicia y al amor, o puede someterse
a sus antojos, a sus vicios, a los poderes perversos y al
mal. Por su libertad el hombre está abierto a todo tipo de
orientaciones: a hacerse sabio o mantenerse en la
ignorancia, hacerse fuerte o a hacerse débil, a llegar a la
santidad o a destruirse en la maldad.
Como todo ser, el hombre está en un ambiente material. Por
su libertad, por su inteligencia y su imaginación, el hombre
puede modificar para su provecho el medio en el que vive.
Necesita de el, no puede vivir sin el, pero no está
determinado totalmente por el. Puede cambiar sus condiciones
de vida para que se adapten mejor sus necesidades reales:
puede transformar un desierto en un vergel para obtener el
alimento que necesita, puede crearse un clima artificial que
modifique las inclemencias del tiempo, puede crearse
aparatos que le faciliten el trabajo y el transporte.
¡La capacidad del hombre es grande, sus posibilidades de
esfuerzo son inmensas!.
Parte de ese ambiente que necesita el hombre para vivir, y
ciertamente la parte más importante de él son sus relaciones
con los demás hombres: los necesita para existir, para
crecer y para madurar. Por su misma naturaleza, el hombre
vive en y de comunicación con los demás; si no la tiene no
desarrolla sus facultades, su existencia se agota e incluso
llega hasta la muerte. Su necesidad de comunicarse no es
pura conveniencia, el hombre lleva esta necesidad dentro de
su ser, como una exigencia de su naturaleza. El hombre se va
haciendo persona por su realización y la puesta en acción de
su naturaleza, cuando en libertad sale de sí mismo para
comprenderse a sí mismo y para unirse a los demás en la
realización de su destino común.
El hombre como dijimos, es una gama inmensa de
posibilidades, pero la realización de estas posibilidades y
su puesta en acción, dependen en gran parte del intercambio
que haga con los demás.
En esta serie de encuentros e intercambios, a lo largo del
tiempo, el hombre va dando forma concreta a su ser de
hombre: va formando su inteligencia, su comprensión y
conocimiento de la naturaleza, almacenando en su memoria
experiencias, dando contextura y determinado carácter o
sello distintivo a su voluntad, desarrollando el modo de
reacción de sus sentimientos. Así también el hombre va
haciendo su ambiente social, su manera de vivir, su tipo de
habitación, su ecología, su lenguaje, su pensamiento, sus
relaciones, su cultura, su organización social, su modo de
trabajar y de consumir, su sociedad. El hombre, aunque es
hombre desde que nace, no está totalmente formado como
hombre; se va haciendo hombre, se construye en la historia
que el hace a través del tiempo ¡ese precioso don del que
podemos disponer en ésta vida!.
Por eso el hombre, si bien tiene una dignidad por lo que
es, también tiene que construir su dignidad y es responsable
de formársela; es inteligente, pero tiene que formar su
inteligencia; es libre, pero tiene que conquistar su
libertad; está hecho para vivir en su sociedad, pero tiene
que construir su sociedad; posee una voluntad; pero tiene
que formarla y fortalecerla.
¡Nuevamente, que maravilloso es el hombre, ese ser libre,
social e histórico!. ¡A diferencia de los demás seres que
impulso y que tensión estimulante tiene el hombre en su ser
mismo, en su libertad, en sus relaciones con los demás y en
el proceso del tiempo!. ¡Qué modo de ser tan diferente del
de los demás vivientes: él puede construirse así mismo, es
capaz de llevar su plenitud, no es un ser estético y algo ya
terminado, él necesita de los demás y del tiempo para llegar
a ser, requiere de la colaboración de los demás, no como
algo externo, sino como parte de su propia existencia y de
su propia realización!. Y sobre todo ¡qué maravilla tener el
don de realización!. Y sobre todo ¡que maravilla tener el
don de la libertad, con el cual dispone de sí mismo y por el
cual no está estancada en una determinada forma de ser!.
¡Misterio que es el hombre!. ¡Es, pero limitado, es completo
en sí, pero necesita de los otros!.
¡ES, PERO TIENE QUE
HACERSE!.
TODO HOMBRE ES ADMIRABLE Y TODO HOMBRE ES AMABLE.
ADMIRARTE A TI MISMO Y AMATE A TI MISMO; ASÍ PODRÁS TAMBIÉN
AMAR Y ADMIRAR A TODOS, INCLUSO A AQUELLOS
A QUIENES HASTA AHORA HAS CONSIDERADO DESPRECIABLES E
INDIGNOS DE AMOR.
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