Conciencia Ambiental

Un Aporte para la Construcción de una Sociedad Sustentable

SERVICIO DE PAZ Y JUSTICIA REGION NORTE

                                                                                             Buenos Aires, 9 de abril de 2003

 

 

Sr. Presidente de los EE.UU.

de Norteamérica.

 George Bush:

                                 No se si leerás ésta carta, no porque no te llegue, sino porque eres incapaz de leerla, porque tu corazón está endurecido por el odio y los miedos,  no tienes  capacidad ni coraje para abrir tu mente y espíritu a la compasión. A pesar de todo, no puedo dejar de enviártela, porque si tú no la lees, estoy seguro que la leerán muchos hombres y mujeres, los que te piden que detengas la masacre contra el pueblo iraquí.

 

                                 Cuando decidiste la invasión a Irak, a pesar de la oposición de los pueblos del mundo,  no escuchaste su clamor de “No a la Guerra, si a la Paz”; cerraste tus oídos y tu corazón cuándo las Naciones Unidas, las iglesias, las organizaciones humanitarias y de derechos humanos, reclamaban que debía imperar el Estado de Derecho y el respeto de los pueblos. Tú no estabas dispuesto a oírlo.

 

                                 Te expresaba en otra carta,  que no desafíes a Dios, que no construyas la torre de Babel de la in-misericordia y el odio,  que no  te dejes dominar por la ambición del poder para imponer tus intereses políticos, económicos y militares. Te decía que reflexiones, porque  lo que siembras, recoges. Lamentablemente no sabes honrar la vida,  haz dañado profundamente a toda la humanidad y a tu propio pueblo.

 

                                 Ganarás batallas con tu ejército imperial y el de tus aliados; podrás demostrar el poderío de las armas y la alta tecnología de muerte; pero nada de eso te da la razón  La mayor de tus derrotas es que perdiste el respeto de los pueblos del mundo, y ganado  el rechazo  en la conciencia de la humanidad, por todos los crímenes cometidos.  En ésta fuga hacia adelante te acompañan tus aliados de la muerte: Tony Blair, José María Aznar y Australia.

 

                                 Ocultas los verdaderos motivos de la invasión a Irak y buscas justificar las masacres para  apoderarte de los recursos del petróleo iraquí, y dominar el Medio Oriente para imponer tus planes de hegemonía mundial y la dictadura globalizada. Has  transformando a los EE.UU. en un Estado terrorista. ¿Necesitaste masacrar al pueblo de Irak, matar niños y mujeres para sacar a un dictador que fue tu  aliado?.

 

                                 Es necesario hacer memoria, no para quedarse en el pasado; nos debe iluminar el presente. La larga historia de invasiones lo confirma, Vietnam, Camboya, Yugoslavia, Nicaragua, El Salvador, Santo Domingo, Haití, Cuba, y las dictaduras militares que los EE.UU.impusieron; la actual militarización y bases militares en toda América Latina, y en otras partes del mundo. Podrás dominar militarmente, pero nunca podrás convencer.

 

                                 Los pueblos no se dejan engañar por las campañas de desinformación y mentiras, que los medios de comunicación cómplices utilizan como acción sicológica,    mostrando a los soldados norteamericanos  y británicos en actos caritativos, regalando caramelos a los niños iraquíes, después de masacrar a sus familias y bombardear a la población ¿Cómo tratarás de justificar tus crímenes, que llamas “daños colaterales”?.¿Cómo explicarás al mundo que buscas destruir las Naciones Unidas y desconoces el derecho internacional, para aplicar tus políticas de dominación, sin importarte el costo humano y la destrucción de otro países, aplicando el terrorismo de Estado?.

 

                                 ¿Cómo  justificar lo injustificable? ¿Puedes dormir sin que tu conciencia te castigue? Tu ejército bombardea con miles de misiles, ciudades y  población civil; arroja  “bombas racimo”, de color amarillo y paquetes de comida de color amarillo, contra el pueblo; métodos aberrantes empleados en Vietnam, Camboya  y en  la guerra del Golfo Pérsico. Bombas y comida son tus “medicinas de la muerte”. Tus generales dicen que ellos no cuentan cadáveres; cuentan las bombas que los producen.

 

                                 La perversión no tiene límites; pero dices orar a Dios y te crees un predestinado para la humanidad. Lo mismo pensaba Hitler al desatar su locura y querer dominar el mundo. El Dios de la Vida te pedirá cuenta de tus crímenes. Eres responsable de crímenes de lesa humanidad y serás juzgado por tantas muertes y dolor contra el pueblo de Irak y otros pueblos.

 

                                  El mundo ve con horror que repartes lo que no te pertenece, que las aves de rapiña que te rodean, están al acecho para lanzarse sobre los despojos y la sangre del pueblo iraquí, para hacer negocios con el petróleo. Hablan de la  “reconstrucción de Irak”, colonizado y sometido a los intereses de los EE.UU., y piensan cuanto ganarán.

 

                                 Hablas de Dios. Y reniegas de Dios. Hablas  de  libertad y destruyes la libertad. Hablas de democracia y  dignidad,  y no vacilas en sacrificarlas en el altar del dios Molok, tu dios de destrucción y muerte. Hablas de los derechos humanos, violándolos sistemáticamente.

 

                                 Las Naciones Unidas son un estorbo para tus intereses. O se someten a tu voluntad, o la destruyes. Pretendes constituir un tribunal para  juzgar a tu ex aliado,  Saddan Hussein, porque  ya no te sirve; pero desconoces la Corte Penal Internacional para juzgar los crímenes de lesa humanidad. Quieres lograr la impunidad de los crímenes de tus soldados y la de ti mismo. No desafíes a Dios y a los Pueblos del mundo. Los imperios caen, por más poderosos que sean.

 

                                  Pudiste sembrar la Paz y la Solidaridad y no lo hiciste. Pudiste generar programas para la vida y desarrollo de los pueblos y no lo hiciste. Elegiste el peor de los caminos. ¿Quiénes serán tus próximas víctimas?

 

No puedo darte mi saludo de Paz y Bien, porque no crees en la Paz y no practicas el Bien. Sí puedo decirte que te arrepientas de tus crímenes y repares el Mal que haces.

 

 

ADOLFO PEREZ ESQUIVEL

PREMIO NOBEL DE LA PAZ

 

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