CIUDADANOS ALERTA

   

ÍNDICE

PERSONAJES

MEMORIA

OPINE

NOTICIAS

MAPA DEL SITIO

 

UN POLÍTICO Y UN ESCRITOR:

¡QUE TAMBIEN FUERON NAZIS!

(Y pensar que uno los tenía por verdaderos santitos)

Juan Pampero 

      Difícilmente el lector pueda encontrar, en la historia contemporánea, a una figura tan enigmática, misteriosa, como fue la de Sir Wiston S. Churchill (1874 – 1965). Ocupó eminentes cargos al servicio a su Graciosa Majestad. Durante la Primera Guerra Mundial se desempeñó como Primer Lord del Almirantazgo. Fue Premio Nóbel de la Paz en 1953. Dentro de su obra literaria se destacan sus Memorias. Entre el Churchill como Lord del Almirantazgo y el Churchill como Primer Ministro, que alcanzó la victoria aliada en 1945, hay algunas diferencias notables. Por ejemplo: observe el lector sus dichos, entre 1919 y 1925, que son diametralmente opuestos a los de 1939 en adelante:

   Hay personas en este país –ellas serían las primeras en rechazar el calificativo de patriotas- que se alegrarían si Lenín y esa extraña y tenebrosa banda de anarquistas y aventureros judíos logran, sin obstáculos ni rivales, subir al elevado trono de los Zares, y al despotismo de un sistema tiránico unieran una propaganda destructora. Se apresurarían a ser los primeros en arrojarse a los pies de estos nuevos tiranos (Palabras con motivo de una recepción en el Club British-Russia, el 17 de julio de 1919, publicado en el Manchester Guardian del 18 de julio de 1919).

   Esta terrible catástrofe ha sido producida por una banda relativamente pequeña de revolucionarios profesionales, la mayor parte judíos, que ha sorprendido al desgraciado pueblo ruso en un momento de debilidad e ignorancia, que han experimentado en ella con lógica cruel todas las doctrinas comunistas que aquí, en nuestro país, podemos proclamar tan libremente. En Rusia las han realizado. Han convertido, en efecto, las palabras en hechos, asesinando desconsideradamente a todo el que se le pusiera adelante (Alocución en el Caird Hall de Dundee el 24 de agosto de 1921, según lo publica el Morning Post del 26 de agosto de 1921).

   Es un espectáculo nunca visto, el que una banda de judíos conjurados sin patria, salidos del hampa de las grandes urbes europeas y americanas, trabaje bajo la dirección despótica de un país que un día fue el poderoso e imponente imperio ruso (Palabras pronunciadas en Tunbridge Wells el 28 de noviembre de 1925 y publicadas en el WTB del 29 de noviembre de 1925).

   El eminente novelista español Pío Baroja (y Nessi) [1872 -1958], es una de las figuras de la llamada Generación del 98. El narrador de la región vascongada y de su tiempo, ha sido causa de vivas polémicas por su obra Comunistas, judíos y demás ralea y por esta causa virtualmente echado al olvido en la literatura castellana, por lo menos en esta parte del mundo. La obra es, en realidad, una recopilación de artículos aislados que fue publicando este gran autor de las letras castellanas. Sus descendientes han salido a la palestra para borra primero y justificar después este trabajo, para zafar, según lo dicen ellos, del acoso israelita. Pero todo ha sido en vano porque su trabajo sigue en pie, aunque hoy para encontrar esta obra en algún escaparate de Buenos Aires, es rondar el milagro. Una o varias manos peludas la han hecho desaparecer con suma prolijidad. Pío Baroja no sólo se ocupa del problema judío si no que, además, lo hace con profundidad y con gran conocimiento del problema. De esta obra he extraído seis citas que prueban que, aunque viejito, fue un terrible nazi:

   El judío tiene un fondo de rencor contra Europa, considera que el europeo lo ha ofendido y entra con placer en todo lo que pueda desacreditar nuestro continente. Así se lo ve figurar en el teatro, en la novela y en el cine erótico, en el cubismo, en las falsificaciones y en la legitimación del homosexualismo con Freud y sus discípulos (Aclaración: Pío Baroja está hablando de Europa, no de la Argentina).

   El comunismo es hoy la gran cruzada que la raza judía hace contra el mundo europeo y su cultura con una fe catequista.

   Al judío, para mandar, le estorban las diferenciaciones nacionales de Europa que fueron humillantes para ellos. De aquí ese fondo de odio semítico contra las naciones europeas, el deseo de que se hundan (¿se estará refiriendo a que la Primera y Segunda Guerra Mundial fueron desatadas por los judíos?). El judío quiere pasar a ser apisonadora por el continente, que no haya particularismo, que no haya más valor que el dinero.

   Los judíos han tenido siempre demasiado amor al poder para tener afición a la ciencia o al arte.

   El judío que casi nunca ha sido inventor, sino más bien compilador, divulgador y en ocasiones plagiario inmisericorde, aceptó con gran entusiasmo la teoría comunista de un hombre de su raza, como Kart Marx y la propagó y la difundió con el arte que tienen para ello.

   El judío cree que está destinada para él la soberanía de los pueblos. Tiene una gran idea de su superioridad, un profundo desprecio por los demás y es hombre de pocos escrúpulos.  

VOLVER A ÍNDICE DE "LA CUESTIÓN JUDÍA" 

kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk