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UNA YUNTA QUE SE NOS

ESCAPÓ DEL INVENTARIO

(Gracias a Dios que los pescamos a tiempo) 

Juan Pampero

   Sabrán mis sufridos lectores que tengo un montón de hijos engendrados, pero nonatos. Pero, ¿cómo es esto? Si, en ocasiones que me pongo a hacer balance, llego a esta desabrida conclusión. Se trata de un montón de artículos que he comenzado y, llegando a la mitad en el mejor de los casos, los abandono sin más ni más, por distintas razones: sea porque alguna otra cuestión me llamó la atención; ora porque mientras escribía me acordé  de algo muy importante y dejo en las astas del toro lo hecho; aunque otras muchas veces es porque me voy a pescar y algunos días para hacerles una entrada a las perdices con mis perros queridos. Que digo ahora no tanto porque ya se pasó la temporada y andan todas cluecas. Después, cuando uno se da cuenta, viene la desazón y el reproche por tanta idea inconclusa. Y estando en estas cavilaciones, me encontré con lo que siguiendo les digo.

   Giovanni Papini fue un escritor italiano, nacido en Florencia en 1881, y que se murió en 1956. Papini fue polemista fogoso y espíritu escéptico. Papini aprendió como autodidacta cinco idiomas. Se hizo famoso por su actividad periodística, aparte de su creación literaria. Con Un hombre acabado, nos ha dejado su autobiografía llena de cuadros patéticos, reflejos de los tiempos que le tocó vivir. Del ateísmo donde militó terminó desengañado, convirtiéndose al catolicismo: la Fe que abrazó hasta su muerte. De este trance nos ha dejado Vida de Cristo con la que alcanzó su celebridad, y las biografías de Dante y de Miguel Angel. También frecuentó el ensayo entre los cuales puedo mencionar Gog y Don Quijote del engaño. En esta obra Gog pone en boca de un supuesto judío llamado Benrabí la historia del judaísmo en su accionar destructivo de los principios éticos y morales de los demás hombres. De allí he extractado los siguientes párrafos (Cartas del Papa Celestino VI)

   No pudiendo adoptar el hierro, los hebreos se protegieron con el oro, el metal más estético y más noble. Los florines fueron sus lanzas, los ducados sus espadas, las esterlinas sus arcabuces y los dólares sus ametralladoras. 

   El romanticismo alemán había creado el idealismo, y rehabilitado al Catolicismo; viene un hebreo de Dusseldorf, Heme y, con su genio alegre y maligno, se burla de los románticos, de los idealistas y de los católicos. 

   Los hombres siempre han creído que política, moral, religión, arte, son manifestaciones superiores del espíritu; llega un hebreo de Tréveris, Marx, y demuestra que todas aquellas idealísimas cosas vienen del barro y del estiércol de la baja economía. 

   Todos imaginan al hombre de genio como un ser divino y al delincuente como un monstruo; llega un hebreo de Verona, Lambroso, y nos hace tocar con una mano que el genio es un semiótico epiléptico y que los delincuentes no son otra cosa que nuestros pasados sobrevivientes , es decir, nuestros primos carnales. 

   Cada uno de nosotros está persuadido de ser, en conjunto, un hombre normal y moral; se presenta un hebreo de Freiberg, en Moravia, Sigmund Freud, y descubre que el más virtuoso y distinguido caballero se halla convertido en un invertido, un incestuoso, un asesino en potencia.  

   Desde los tiempos de las Cortes de Amor y del Dulce Estilo Nuevo, estamos habituados a considerar a la mujer como un ídolo, como un caso dentro de las perfecciones; interviene un hebreo de Viena, Weininger, y demuestra científicamente y dialécticamente que la mujer es un ser innoble y repugnante, un abismo de porquería e inferioridad. 

   El pueblo acusado de haber matado a Dios ha querido también matar a los ídolos de la inteligencia y del sentimiento y os obliga a arrodillaros ante el ídolo máximo, el único que permanece en pie: el Dinero. 

   De hecho, desde un siglo a esta parte, la inteligencia judía tan sólo se ha dedicado a enterrar y a ensuciar vuestras creencias más caras, las columnas que sustentan vuestro pensamiento. 

   En aquel tiempo vivían sobre la capa de la tierra centenares de pueblos y Cristo podía haber escogido cualquiera para nacer. Pero El quería a los malditos, a los repudiados, a los perseguidos, a los oprimidos, y por eso quiso nacer entre los hebreos. 

   Arturo Schopenhauer (1788 – 1860), fue un filósofo alemán nacido en el famoso Dantzig, ciudad ubicada en la Prusia Oriental. Representante del pesimismo con su obra capital El mundo como voluntad y como representación, que se basa en la oposición de la voluntad, substrato de los fenómenos, y de la representación del mundo en la conciencia. Se distinguió por su oposición a Fichte y a Hegel particularmente, contra los cuales arremetió duramente en sus escritos. Entre otras de sus obras se pueden destacar Parerga y Paralipomena, De la cuádruple raíz del principio de razón suficiente, Sobre la voluntad de la naturaleza, etc. Su pensamiento influyó particularmente en Wagner y Nietzsche. De sus Pensamientos escogidos, Eudemonología y El Fundamento de la moral, he tomado los siguientes párrafos: 

   Los judíos son, según dicen ellos, el pueblo escogido de Dios. Es muy posible, pero difieren los gustos, pues no son mi pueblo escogido. Quid multa? Los judíos son el pueblo elegido por su Dios y él es el Dios escogido por su pueblo: lo que a nadie le interesa sino a ellos. El buen Dios, previendo en su sabiduría que su pueblo elegido sería disperso por el mundo entero, dio a todos sus miembros un olor especial que les permitiese reconocerse y encontrarse en todas partes: es el faetus judaicus. Consideramos pues a la religión de los judíos como la más inferior entre las doctrinas religiosas de los pueblos civilizados, lo cual concuerda perfectamente con el hecho de que también es la única que, en absoluto, no tiene ninguna huella de inmortalidad. 

   La piedad, principio de toda moralidad, toma también a los animales bajo su protección. La pretendida carencia de derechos de los animales, el prejuicio de que nuestra conducta con ellos no tiene importancia moral, de que como se suele decir, no hay deberes para con los irracionales, todo esto es ciertamente una grosería que repugna, una barbarie de Occidente, que toma su origen del judaísmo. Es necesario recordarles a estos desdeñosos de los brutos, a esos occidentales judaizantes, que igual que ellos fueron amamantados por sus madres, el perro también lo fue por la suya. 

   Ojalá que todo pueblo que adora un Dios que hace de los vecinos “tierras de promisión” encuentre su Nabucodonosor, así como su Antíoco Epifanes, no guardando para él ninguna consideración (welter keine Umstánde mit ihm gemacht werden). 

   Como pueden apreciar no me he equivocado en estos dos pescaditos de peso pesado. ¡Y todos los que faltan, Santo Cielo! Que serán como 150. De manera, sufrido lector, que usted al final de este esfuerzo cazador, se podrá armar un bello libro de estos trofeos que le voy mandando en dosis farmacológicas. 

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