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TODOS ESTOS TIPOS,

¡ERAN NAZIS REMACHADOS!

Juan Pampero 

   ¡Ah, no! No, no y no. A mí, queridos amigos no me van a venir a vender verduritas. No. ¿Qué se habrán pensado estos cosos? ¿Eh, qué? Por eso, desde que me he dedicado con ínclito fervor, a la caza de los nazis que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas, analizo con lupa a cada tipo que se apersona. Uno por uno. Sí, señor. De esta manera evito que buscando las hormiguitas del jardín, no me pasen al lado los elefantes al trote. Y, como de seguro, no me creerán, miren lo que encontré últimamente. 

   Honorato de Balzac (1799 – 1850) fue un gran novelista francés nacido en Tours. Tuvo el privilegio de ser el fundador de la novela psicológica y el precursor de la escuela realista. Es el autor de la Comedia Humana, que es una serie de 97 novelas, si no he contado mal, que pinta un notable fresco dotado de un sentido agudo de la realidad que pone de manifiesto la imaginación portentosa de este escritor. Sus obras principales son: El Coronel Chabert; El médico de aldea; Eugenia Grandet; Papá Goriot; En busca de los absolutoAzucena del valle; César Birotteau; El Primo Pons, etc.

   En El avaro dice: 

   Había nacido hacia 1740 en uno de los suburbios de Amberes, de una judía y un holandés (…) Si todos los usureros se parecen a aquél, creo que son de género neutro. ¿Había permanecido fiel a la religión de su madre y miraba a los cristianos como presas?

   ¡El mundo dirá que soy judío, un bárbaro, un usurero, un corsario, que lo he arruinado! ¡Me da igual! Si se me insulta pongo a quien sea en la calle.

   En París existimos una docena así, todos reyes silenciosos y desconocidos, árbitros de los destinos de ustedes.

   Unidos por el mismo interés nos congregamos ciertos días de la semana en el café Themis, cerca del Puente Nuevo. Allí nos revelamos los secretos de las finanzas. Ninguna postura puede engañarnos. Tenemos una especie de “libro negro” donde se escriben las notas más importantes sobre el crédito público, la banca y la prensa. 

   Jacinto Benavente (1866 – 1954), es un autor dramático español, madrileño para más datos, cuya abundante producción le valió en 1922 el Premio Nóbel de Literatura. Benavente se destaca, a mi modo de ver, por tres cosas: la pulcritud de su diálogo, un manejo impecable del idioma y el fondo satírico de sus piezas. Entre cerca de doscientas obras, sobresalen nítidamente: Los intereses creados, una comedia italiana que lo hizo alcanzar su reputación; La Malquerida, que es una intensa tragedia rural; Señora Ama; La noche del sábado; Pepa doncel; La ciudad alegre y confiada; Rosas de Otoño, de gran divulgación aquí; Vidas cruzadas y Campo de armiño. De sus Memorias, Parte I, he extraído el párrafo que sigue: 

   El amor de los judíos a su pueblo sólo se traduce por el odio a los demás pueblos de la tierra; odio disfrazado de amor a una idea, que es lo más abstracto que pueda amarse y en nombre de la cual se predica la destrucción de todo lo existente: las patrias ajenas y la Humanidad inclusive. Donde veáis ruinas y estragos, podéis asegurar que por allí ha pasado el judío. 

   Otto, Príncipe de Bismarck (1815 – 1898), fue un hombre de estado prusiano nacido en Schönhausen (digamos que Magdeburgo). Fue ministro del rey de Prusia Guillermo I, en 1862, y es uno de los fundadores de la unidad alemana. Con la victoria de Sedowa dio a prusia la posición preponderante ocupada hasta entonces por Austria. La guerra de 1870-1871 contra Francia fue otro de sus éxitos. Como Canciller del Imperio se dedicó a acrecentar el poder imperial; sostuvo contra el partido católico la guerra religiosa de la Kulturkampf, y fomentó el socialismo de Estado para ganarse a la clase obrera. En política exterior, formó con Austria e Italia una Triple Alianza contra Francia. De su Discurso en el Parlamento Prusiano en 1867 (citado por La Vielle France, marzo de 1921), se puede leer lo que traducido sigue:

   Conozco una región donde abunda la población rural judía, donde hay agricultura sin propiedad sobre su terreno. Desde la cama hasta los enseres de la cocina, todo es propiedad judía. El ganado del corral es judío y el agricultor para a diario alquiler por cada cabeza. El grano en el campo y en los depósitos pertenece al judío y éste vende al agricultor el pan, siembra el grano para los animales, por gramos. Nunca he escuchado nada, por lo menos en mi actividad práctica, de una usura cristiana parecida.

   La división en Estados Unidos en dos federaciones de igual fuerza se decidió mucho antes de la Guerra Civil por el poder financiero superior de Europa. A estos banqueros los asustaba la idea de que Estados Unidos, en caso de permanecer en un solo bloque y una sola nación, alcanzaría la independencia económica y financiera, lo que destruiría su dominio total del mundo. La voz de los Rothschild predominó.  

   Proveyeron un tremendo botín si podían subsistir dos débiles democracias, endeudadas con los financieros judíos, por la vigorosa República, de confianza y autárquica. En consecuencia, enviaron a sus emisarios a fin de explicar la cuestión de la esclavitud y de este modo establecer un abismo entre ambas partes de la República.

   La personalidad de Lincoln los sorprendió. Su candidatura no los molestó: pensaron embaucar fácilmente al candidato. Pero Lincoln adivinó sus planes y pronto comprendió que el peor enemigo no era el Sur, sino los financistas judíos. No confió sus temores, vigiló los movimientos de la Mano Oculta, no quiso exponer públicamente las cuestiones que desconciertan a las masas ignorantes. Decidió eliminar a los banqueros internacionales estableciendo un sistema de préstamos, permitiendo a los estados pedir préstamos directamente del pueblo, mediante la venta de Bonos de los Estados. El gobierno y la nación escaparon de las conspiraciones de los financistas hebreos. Pero Lincoln no pudo escapar de la mano de los judíos que decidieron su muerte. No hay nada tan sencillo como encontrar un fanático bien rentado para asestar el golpe de muerte. 

   Sir Richard Francis Burton (1821 – 1890), fue uno de los más famosos exploradores ingleses que dedicó toda su vida al conocimiento de África, y al que se debe el descubrimiento del Lago Tanganica. Durante sus estancias en Asia se familiarizó con el problema judío a raíz de un crimen ritual ocurrido en Damasco. Tuvo a partir de entonces grandes problemas por culpa de sus escritos, especialmente el titulado Te jew, the gipsy and El Islam, que se publicó después de sortear grandes dificultades. De este libro he tomado la siguiente frase: 

   El judío no come el pan con el sudor de su rostro, sino con el sudor del rostro de su prójimo. 

   Lord Byron, cuyo verdadero nombre fuera George Noel Gordon (1788 – 1824), fue un poeta inglés nacido en Londres muy apreciado en su país y en todo el mundo. Es autor de La peregrinación de Childe Harold y Don Juan, sus dos obras más importantes, además de El corsario, La prometida de Abydos; todas ellas son obras atormentadas, impetuosas y violentas como su carácter y su propia vida, adornadas de un verbo satírico incomparable. Marchó a Grecia para luchar a favor de los helenos y murió en Misolonghi (a orillas del mar Jónico) durante la heroica defensa que Botzaris le ofreció a los turcos (1822, 1823 y 1825). En la Edad de Bronce pude encontrar el siguiente párrafo: 

   ¿Cómo es rica Inglaterra? No en piedras preciosas. Tampoco en abundancia y paz, aceite y vino, en leche y miel, como la tierra de Canaán una vez, tampoco en dinero en efectivo, que no es dinero de papel. Entretanto, sí nos vemos privados de estos tesoros. ¿Hubo jamás un país cristiano tan rico en judíos? Ellos disponen a su antojo del Trono y del bien de los pueblos. ¡Sus pagarés vuelan desde el Indo hasta el Polo!

   Y la Bolsa y Banca, Barón y Compañeros se apresuran a salvar al príncipe de los mendigos de la bancarrota. El oro; no el acero, les abre la puerta del triunfo. Un pueblo elegido, un simple par de judíos, encontrará su tierra de promisión en cualquier país.

   Dos judíos, bien se ve que no son samaritanos, son ahora dueños judíos del Globo Terrestre. ¿La felicidad de los pueblos? La menosprecian. Su nueva Jerusalén es un Congreso, donde se ostenta el orden y el derecho de los hombres libres.

   El 2 de agosto de 1973, es decir hacen más de treinta y cuatro años, el Viejo Camarada Padre Julio Meinvielle entregaba su alma de Cruzado a su Creador. Fue un accidente de tránsito, inexplicable, ocurrido en una época turbulenta. Y eran muchos los interesados en su desaparición física, particularmente para la ejecución de una venganza. En una fría mañana del día siguiente le dimos sepultura en la bóveda de una familia entrañablemente amiga, hasta que pudo ser trasladado al atrio de su amada Parroquia de Versailles, Nuestra Señora de la Salud, donde reposa en la Paz de los Justos que agradaron a Dios en este mundo. Escribió un conjunto de libros que bastarían para dar fecundidad y justificar su vida. Unos seis años después también se nos iría para reunirse con Dios, el Padre Leonardo Castellani, ya muy viejito. Estas dos columnas de Nuestra Catedral aún no han sido restauradas.

   De su libro El judío en el misterio de la Historia (pág. 87, Ed. Teoría, Bs. As. 1963), he tomado el siguiente párrafo: 

   El crédito es moneda. Y el banquero, al crear el crédito crea moneda. Y al crear moneda se enriquece rápidamente. Sabido es que el sector judío, siendo relativamente pequeño en comparación del sector de los gentiles (los goim) que se dedica a la creación de las riquezas, maneja sobre todo el poder financiero, que se ejerce a través de los bancos. ¿Qué pasa, entonces, en la economía?

   Los no-judíoes cultivan la tierra, hacen florecer los campos, crean poderosos establecimientos agrícola-ganaderos, levantan industrias, descubren y utilizan nuevas invenciones, hacen surgir de la tierra las verdaderas riquezas, y sin embargo son, en gran parte, miserables deudores.

   Los judíos, en cambio, ni cultivan, ni inventan, ni producen, y son los dueños de todo.

   Siempre se los ve prendidos al oro; siempre manipulando mil papeles que se llamarán letras de cambio, cheques, pagarés, acciones, obligaciones, títulos, cuyos secretos sólo ellos conocen; siempre se quedarán con el oro, aún cuando a los demás les dejan estos papeles.

   Y ellos, dueños del oro, que es el polo hacia donde todo converge, serán por lo mismo, dueños de todo el movimiento financiero, de todo el movimiento comercial, de todo el movimiento industrial, de todo el movimiento agrícola-ganadero.

   Ellos que no cultivan un grano de cereal, tienen el monopolio del trigo, del arroz, del lino, del algodón, de la cebada y de todos sus derivados, del mundo entero; ellos, que no crían una oveja, poseen el monopolio de los ovinos, vacunos, porcinos, y en general de todas las carnes del mundo entero; ellos que no explotan una sola mina, son dueños de los yacimientos hulleros y petroleros; dueños del oro, de la plata, del estaño, del hierro, del cobre, de las fuerzas eléctricas; ellos, que no saben fabricar más que artículos de miserable calidad, controlan las fábricas más importantes de todos los países.  

Despedida y firma en una carta personal del Padre Meinvielle.

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