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UNA PERSONA QUE, CUANDO ESCRIBE,

SE PARECE A MI HERMANO

(Sobre la traición a los camaradas)

Juan Pampero

 

El beso del judío Judas. ¿Acaso será como éste el beso

que nos dan como retirados nuestros “camaradas” en actividad?

O es peor: porque cada día que pasa se crucifican a uno nuevo.

 

Los Colorados del Monte, marzo de 2008.  

   Carta a don Carlos Fernández.

   Mi Viejo Camarada y meritísimo compatriota:

   Sepa don Carlos que en el día de ayer recibí correspondencia de un Viejo Camarada como usted. Un tipo al que, particularmente, quiero mucho. Larga la carta que me envió, y a tan, que es imposible de transcribírsela por razones de tiempo y espacio, lo que usted, indulgente siempre, sabrá comprender. Muchas noticias había en aquella misiva: amargas las más, otras no tanto y hasta alguna que creo que me hizo sonreír, lo que raya en el milagro.

   Bueno: ¿y entonces qué?, dirá usted en su acostumbrado desasosiego. Es que lo interesante de esto resultó una carta, que se la traslado más abajo y textualmente, aunque le confieso, haciendo gala de la sinceridad que me adorna, ganas no me faltaron de meter cosas de mi coleto. Pero no. Después usted se enterará del fraude y caeré en el más completo descrédito. Y este oficial que escribe tiene la misma forma de pensar que mi hermano menor. Más aún: parecería una de las cartas que él me hace llegar para descargar la pelotera acumulada. Esta carta dice así:

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   “A los compañeros que alguna vez tuvimos por lema Del mar a las estrellas:

   El lunes próximo pasado, visité a Juan Carlos en Marcos Paz y pude apreciar in situ hasta dónde hemos llegado por el camino del chivo expiatorio, la falta de compromiso y la indiferencia.

   Nuestro compañero, mi amigo y el de muchos de ustedes, un oficial brillante, de carrera distinguida, condecorado por la Armada y por el Congreso de la Nación, como todos saben, detenido injustamente desde hace más de siete años vive en una cárcel de máxima seguridad y es tratado como si fuese un delincuente con condena firme, peligroso y de alto riesgo para el resto de la sociedad.

   No puede tomar Coca-Cola porque no es transparente, ni comer facturas o tortas con rellenos, ni hablar por celular, ni acceder a Internet, ni recibir o poseer dinero, y, lo que es peor, ni siquiera recibir a su familia en conjunto porque sus hijos varones, Juan Martín y Bautista, no pueden entrar simultáneamente con Cristina y Macarena, amén que no puede recibir visitas con excepción de los días establecidos, lunes los varones (2 horas) y martes y jueves las mujeres, o sea que Navidad, Año Nuevo, Pascuas, cumpleaños, enfermedades y aniversarios, se pasan en soledad.

   A pesar de todo ello su coraje, su temple y su fortaleza -un verdadero ejemplo de hombre extraordinario- se siguen traduciendo en sus actitudes, su salud física e intelectual y su entereza que le permiten seguir soportando con integridad y valor la injusticia y el abandono que debe soportar en estas condiciones; condiciones que ha permitido y permite la conducción superior de la Armada, tristemente en manos de compañeros.

   Desde que uno inicia el trámite de ingreso percibe el ambiente hostil que prevalece en el lugar. Morosidad, mal trato, tramites interminables, esperas y más esperas, cacheos y revisaciones, fotos, impresiones digitales, certificados de domicilio, etc., etc. La bronca, la impotencia, el dolor hacen difícil que por momentos las lágrimas no te nublen la vista, paradójicamente vas a confortar al amigo y el amigo te conforta a vos... a eso hemos llegado.

   Imaginen el calvario de la familia, de Cristina -otra mujer de ley- que pasa por esto dos veces por semana. ¿Es esto lo que debe padecer un hombre de honor que dedicó su vida a la Armada, que creyó y defendió sus valores, que tuvo brillo propio por sus condiciones intelectuales y morales, que fue y es intachablemente honesto, que hizo un verdadero culto de la camaradería, la amistad, la lealtad y el liderazgo ???

   ¿Podemos seguir indiferentes, mientras algunos siguen pagando por todos? ¿Podemos aceptar que algunos otros sigan repantigados entre alfombras, secretarios, lujos y viajes como si no tuviesen nada que ver, incapaces ni tan siquiera de expresar telefónicamente a la familia (desde un "locutorio", por supuesto, para no complicarse) su solidaridad?

   ¿Dónde mierda fuimos a parar...? ¡¡¡Nosotros que estábamos dispuestos a dar la vida por los ideales y los valores!!! ¿O éramos y somos de mentirita, muñequitos pelotudos que repetíamos frases sin convicción?

   ¿Dónde nos extraviamos, adónde vamos, qué valores nos quedan? (¿tuvimos alguna vez alguno?). Donde está la Promoción 97  la de ¡¡¡rompan todo!!! ¿Se terminó con el viaje?, ¿se convirtió en un fondo de promoción turística?, ¿en una manada de avestruces que entierra la cabeza para no enterarse que le están rompiendo el culo a uno por lo que hicimos todos?, ¿que se les acaba la tan mentada autoridad moral? ¿O no la tuvimos nunca? O... peor, quizás, ¿fuimos y somos una farsa? ¿Un rejuntado sin códigos, ni palabras, ni amigos... ni honor... que sólo los exaltamos después de abundantes libaciones colectivas de las que sólo queda, al día siguiente...un fuerte malestar estomacal?

   De todo esto no me excluyo, sólo reflexiono y los invito a que lo hagamos todos y luego, si queda algo, intentemos un cambio. Lo que no podemos es seguir haciendo... nada; otros han podido y hacen, tratemos de imitarlos".

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   Hasta aquí la carta don Carlos. Lamentablemente el hombre no ha colocado su nombre. Pero no es anónima, por cuanto el autor puede ser identificado fácilmente con la serie de datos que va proporcionando a lo largo de su dolido discurso. Ahora bien: seguramente usted se me descolgará con un qué opino yo. Sin hacerlo perder el tiempo le responderé.

   En otra de las mías le decía que un pensador y escritor de ese interregno que va de fines de la Alta Edad Media a lo que el vulgo ha dado en llamar renacimiento (Renacimiento de la Carne, que fue lo único que renació, y el Espíritu se fue do moran los detritus arrastrando a cuantas almas encontró a su paso rumbo al escusado; el Renacimiento se inicia con la sífilis y el Modernismo Globalizado con el SIDA: digamos que un par de bellecitas que Juan en el Apocalipsis ya las había anunciado hace 2.000 años solamente), dijo este coso, que las hacía de samaritano, que los hombres, por encumbrados cargos que ocupen, por mucho brillo y lustre que tenga y por ilustrados que parezcan, siempre tienden a volver a su origen. Es decir, caro amicevole, que un granuja de siete suelas, por más que usted le mande lavandina y creosota, y luego brilla metal y franela junto con un par de gargajos para que el trabajo luzca más fino, tarde o temprano hará cosas de un granuja de siete suelas. Mire vea: yo me resisto a creer esto por mi espíritu cristiano. Pero parece que es así nomás. Por esto fui a ver a mi confesor, el cura sotanudo de San Ramón, y me dijo que lo dejara de joder. Un guarango. Pero como de ahí me invitó a comer un corderito mamón asentado con unos morados y cigarros correntinos, ya lo perdoné. Después de todo es un Apóstol del Señor, ¿o no? Y amigo mío además: tientos de la misma correa para lo que guste mandar.

   Viene este asunto don Carlos a que estos que hoy la juegan de trepadores indiferentes, son una manga infernal de desaprensivos, venidos todos de cunas petulantes. Quiero decirle que cuando chiquitos fueron hijos de la desvergüenza, luego se disfrazaron de nosotros, se pusieron el uniforme para sorber estipendio, boato y pompa, y ahí les brotó el socarrón redomado que siempre se sintió tan cómodo en sus cuerpecillos. Ellos también deberán rendir cuentas. Algún día. Tarde o temprano. En lo personal la gente en actividad me provoca animosidad. Hacen unos 10 años a esta parte que no les dirijo la palabra a ninguno. Que se vayan con lo puesto que de nada les servirá. Y si alguna vez hay que hablar, que sea con las armas a la mano; si hay que elegirlas, me inclino decididamente por el hacha, bien afilada, de mango largo. Fachendosos de baja ralea. Han sembrado vientos: bien harían preparándose para cosechar las tempestades que ya se les avecindan.

 

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