CIUDADANOS ALERTA

   

ÍNDICE

PERSONAJES

MEMORIA

OPINE

NOTICIAS

MAPA DEL SITIO

.

Los Colorados del Monte, marzo de 2008.

 

UNA CUESTIÓN DE BANDERAS

(Un dilema misterioso que dejo sin resolver)

Juan Pampero

 

La bandera de la patronal

 

                                                    La bandera griega       La bandera de la Patria    La bandera uruguaya

.

    Carta a don CARLOS FERNANDEZ.  

   Mi querido amigo y muy digno compatriota:

   Largo la presente diciéndole que, a fuer de sincero, noté en la última conferencia telefónica que usted anda con los ánimos por la segunda o tercera capa freática. Digamos que deprimido. Y mire: no es para menos con todo lo que está ocurriendo en esta abofeteada Patria nuestra. Pero parecería que así debe ser, para que se identifiquen claramente quiénes están con la Bestia y quiénes no están con ella. También un Santo Padre, cuyo nombre no tengo presente en este momento, nos hablaba en una Encíclica del cansancio de los justos. Son pruebas, don Carlos, que nos manda el Señor de todos los señores, de donde resultarán: los que persisten en sus afanes mefistofélicos creyendo que no los ven ni escuchan porque hablan a la oreja en los conventículos y piensan que se irán de este mundo sin rendir cuentas de sus estropicios; los que han bajado los brazos, cansados de ver y sentir las iniquidades, y adoptan una actitud tan ambigua como indiferente; y los que nos mantenemos alertas, vigilantes, como nos pidiera Cristo.

   Quería comentarle que mi hermano me ha enviado un artículo que se titula Manuel Dorrego y la bandera uruguaya y cuyo autor es el señor Alberto Umpiérrez. Un tema muy interesante, no lo negaré. Y digo esto porque cuando estaba en tercero o cuarto año de la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, ya tenía ciertas inquietudes sobre los orígenes de la bandera de la República Oriental del Uruguay, vista desde nuestra orilla que es la República Occidental del Uruguay. Mire usted, caro amigo, lo viejo que es este asuntejo para mí. Mas, como en aquella época, el Uruguay era una pequeña heroína democrática que había contribuido a derrocar a un poderoso gobierno democrático y constitucional, sin contar el valioso asilo que brindó a los subversivos terroristas que habían bombardeado la Plaza de Mayo, mucho no se podía indagar, sin caer en el serio riesgo de entrar en la Lista Negra de los sospechosos. Pero quiso el destino que, a pesar de mis encomios y cuidados, entrase al poco tiempo en aquel elenco de selectos. Seis meses después, cuando sólo me faltaban otros seis para recibirme de Maestro Normal Nacional, me echaron sin asco. Ahí aprendí que la democracia es dura y, contrariando los idus del doctor Mariano Celaya, el rector de aquel entonces, me recibí en la Escuela Normal de la actual Ciudad Eva Perón, aprobando todas las materias con un muy bien diez felicitado, aplauso, medalla, beso y la foto inevitable.

   Ahora bien: dice este señor Umpiérrez que la bandera uruguaya está inspirada en la argentina por el sol y sus colores y, en su geometría, en la norteamericana. Tiempo atrás me encargué, en un artículo de mi pluma, de demostrar que la fuente de iluminación para nuestra bandera fue el manto de la Inmaculada Concepción, dispuestos sus colores y su geometría de la forma que indica la Orden de la Inmaculada Concepción fundada por Carlos III. De donde, si el autor dice esto, a mi criterio, es que ya empezamos mal.

   Y no le abundaré a usted en otros datos, pelos y señales sobre esto cayendo en la redundancia. Pero sí le contaré que andando el tiempo y siendo ya más grandecito, vine a enterarme que la bandera uruguaya no solamente es parecida a la griega en formas e irisaciones, si no que, además,  ambas tienen, por poca diferencia, la misma fecha de creación. Como usted me dirá: ¿qué tenían que ver el Uruguay y Grecia en 1830 cuando la navegación era a vela, lo que ubicaba a estas naciones en las antípodas, porque un viaje demandaba un mes más de singladura que a Europa? Bueno mi amigo: he ahí el misterio. ¿Acaso será pura coincidencia? Tal vez fuere así para los que creen en ciertas concomitancias. Sin embargo, descreído como soy de estas contingencias, díme a la búsqueda del por qué. ¿Y sabe lo que encontré? Nada. Escuetamente nada.

   Recuerdo que en la desazón le garrapateé  una carta a don Patricio Maguire, en tiempos en que él escribía para la revista de historia del doctor Ravignani. Pero no crea que gané mucho. Al poco tiempo memoro que don Patricio trató el tema en uno de sus artículos, sin mencionarme a mí desde luego, pero tan superficialmente que todo quedaba como era antes. Se lo dije. Ni me contestó. Hasta que en cierto momento le pude ver, tras el telón opaco de los años, la punta de los botines de la sota. Lo cual paso a transmitírselo a usted sin más trámite, rogándole acepte este razonamiento como una hipótesis. Nada más, porque soy falible como cualquier mortal.

   El 25 de agosto de 1825, la parte de la Banda Oriental reconquistada a los brasileños declaró su independencia y su unión a las Provincias Unidas del Río de la Plata. La otra parte del territorio quedó con el nombre de República Cisplatina bajo la ocupación brasileña hasta el tratado de 1828. La constitución de 1830 erigió el Estado Oriental del Uruguay en República Soberana. Por su parte Grecia fue conquistada por los turcos otomanos entre 1354 y 1458 (antes había sido conquistada por los Cruzados), y se levantó en armas  en 1821, proclamándose Reino Soberano en 1829 (Tratado de Adrinópolis), gracias al apoyo incondicional de Francia, Inglaterra y Rusia.

   Y bien: ¿qué tenemos por aquí? Que el Uruguay sería el algodón entre dos cristales: Argentina y Brasil. Digamos que un estado tapón entre dos grandes. Grecia a su vez, sería el algodón entre otro par de cristales: los turcos que ya se venían con todo el tuco desde el Oriente y el resto de Europa entrando por la Macedonia (hoy sería Albania, Yugoslavia y Bulgaria). Otro estado tapón entre dos paquidermos.

   Pero sumando miembro estas dos igualdades y aplicando la propiedad cancelativa a las cantidades de igual signo, nos queda como factor común Inglaterra y Francia, que está probado dominaban aquél escenario y éste. De manera que el nexo de unión, que andaba buscando entre teatros tan remotos y dispares (el Río de la Plata y el Peloponeso), son estas dos superpotencias de la época, y, de entre las dos, Inglaterra que brilla con luz propia.

   Creo que por allí debería buscarse el origen de la bandera uruguaya y no por el lado argentino que obliga a hacer demostraciones abstrusas. Pero, en definitiva: si la bandera uruguaya no está inspirada en la argentina, ¿qué significan sus colores y su geometría? Es lo que no sé. Don Patricio Maguire decía que estas banderas eran emblemas de la Masonería Internacional: como un sello, como una señal, como una firma dejada por la Hermandad para que siempre conste. Pero de allí en adelante no agregaba ni jota, ni decía de donde lo había sacado. Pero él era un erudito en el tema masonería; hombre cauto, sentencioso y muy medido. Tal vez el más profundo investigador que hayamos tenido en este tema escabroso, por lo que sus palabras, escritas además, tienen un peso revelador. Por ejemplo: yo no me animaría a desmentirlo porque ha sido mi maestro. Y creo que en su momento no le sacó el ancho de espada a los uruguayos para no humillarlos, haciéndolos sentir mal con su enseña patria. De allí su silencio. Y el mío. En este aspecto Maguire es muy parecido a don Pepe Rosa que prefería el silencio y la mesura, para hacer lo que él nos decía socarronamente en la calle Córdoba al 500: “hay que sumar viejito, no es esta la hora de restar, confórmense con lo que les he dicho.”

   ¿Y Dorrego? A don Manuel, el Coronel Arrabalero, tal vez el más ilustre de todos nuestros próceres y hombre de la Causa Nacional, lo mataron los ingleses como a don Santiago de Liniers, con mano de obra de la masonería. No me diga que a esto también se lo tengo que demostrar.

   Un abrazo como siempre y saludo a nuestro estilo de

                                                                                                                                              JUAN

                                                                                                                       Milico Disconforme (Eternamente)

 

kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk

.