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ENFERMERIDES ARGENTINAS
(Fechas Augustas de Argentinas Glorias)
por Juan Pampero

DIA DE MORDISQUITO

AUDIO DE MORDISQUITO
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   Lunes 5 de noviembre de 1951: Don Enrique Santos Discépolo hace, por la Red Privada de Emisoras, la emisión Nro. 38 de Mordisquito.  

   Mordisquito es un opositor imaginario creado por don Enrique Santos Discépolo (1901-1951), al que se lo puede identificar perfectamente con aquel azote que manipuló, usufructuó y habitó en la que José Luis Torres llamó la Década Infame. Días después de esta emisión moriría Discépolo y, tres años y nueve meses con dieciséis días y tres horas volvería Mosrdisquito, pero para hacerse cargo del Gobierno de la Nación, quedándose por Cinco Décadas Infames, o sea hasta hoy.

   La versión de aquella emisión pasada a texto para usted es la siguiente:  

   “¡Hola! ¡Mordi!… ¡Mordisqui!... ¡Mordisquito!... ¿Te saliste con la tuya, eh? Me has hecho volver, caprichoso… ¿Cómo que a dónde? A la radio. A estas charlas… ¿O te creés que yo tenía la menor sospecha de que iba a reanudar estas audiciones… Y… ¡No! ¿Para qué? Si te lo dije todo… Treinta y siete noches te hablé. Treinta y siete noches en que te lo dije todo… y vos no me entendiste nada… (mejor dicho… no es que no me entendiste… No me quisiste entender, que eso es peor), pero, te hablé treinta y siete noches… ¡Te hablé treinta y siete noches y creo que esa fue la embarrada!… Yo debí haber hablado de día… Sí. ¡La noche no es propicia para ciertos pensamientos, y menos para ése que a vos te atormenta.

   La gente sigue creyendo que “la almohada es buena consejera”… y se equivoca… Sí, Mordisquito… Te lo aseguro yo, que sé de almohadas todo lo que hay que saber… (con decirte que las he usado hasta para dormir, es suficiente, ¿verdad?). La almohada es un elemento muy valioso en la vida de las gentes, pero la almohada sola, ¿entendés? Sin la noche. La almohada y la noche juntas son un peligro tremendo para la gente que, como vos, acuna desesperanzada la idea de una rehabilitación que no puede llegarte. Que no debe llegarle, porque sería la desgracia de todos. ¿Me oís? Porque la noche es terrible para los que están en tormento… porque les da –no sé si por proceso o por cansancio- una idea deforme de la realidad, y porque el insomnio tiene la virtud de transformar en razonables las cosas más injustas… Lo tuyo, por ejemplo, que es monstruoso, porque es historia y está escrito en la memoria, en los papeles, en las cárceles, en los muertos, y en los vivos que están muertos.

   Sos el pasado que quiere volver. El pasado más cruel que haya vivido nación alguna… (porque ningún país nació a la vida con tantas posibilidades para ser dichoso como éste tuyo y por tu culpa). Sos el pasado que quiere volver, por amor propio. Sólo por amor propio. Idea mezquina la tuya, en esta hora de las grandes decisiones. Tan mezquina tu idea, que, de tanto andarte a pie por la cabeza, ella misma se te ha detenido avergonzada en las sienes, y te late como si tuvieras un kilo en cada una… ¿y sabés por qué? Porque tu idea y yo, sabemos que no debes volver. Y vos también, en el fondo de tu alma –aunque la escondas-, sabés también que no debés volver… ¡Por decoro! ¡Por recuerdo! ¡Por historia!

   Sos la imagen del retroceso. De la injusticia. Del hambre. Del entreguismo. De la Patria puesta de rodillas. Y el pueblo lo sabe, como lo sabés vos. El pueblo sabe –porque lo padeció-, que venís de viejos partidos que nunca hicieron nada en beneficio del pueblo, que es la Patria, y que si alguno de los tuyos alguna vez intentó portarse bien y se cansó enseguida, fue solamente algún abuelo, que se murió hace mucho.

   El pueblo sabe que vos, sos nieto. Que todos ustedes son nietos. Que ninguno de ustedes, hizo nada más que ser nieto. De la plata y de las ideas. Que desde la muerte de ellos hasta la llegada de este gobierno hubo un vacío de dignidad y de esfuerzo que vos debiste llenar y que como un criminal no cumpliste, ninguna de las veces que se tedio el gobierno. Porque vos no sos una esperanza. Ni una incógnita. Vos gobernaste. No una vez. Varias veces. Y mal. Infamemente. Y el pueblo lo sabe a eso, como sabe todo.

   Reconocé, entonces, que es un mal negocio para un pueblo, tu vuelta al poder, ¡si para poder respetarte un poco, ese pueblo tiene que pensar en tu abuelo! (…) Mal negocio para un pueblo como éste, que está frente a un gobierno de asombro que le ha dado lo que ni Dios ni la madre le dieron en mil años… de un gobierno que ha puesto en marcha a la Patria hacia un destino que nadie, nada más que él sólo puede conducir, por una razón sencilla: porque este gobierno, en vez de seguir lo clásico que era tan cómodo, se metió en el tembladeral de las revisiones alcanzando a cada uno la proporción de dicha que le corresponde… Revolución gloriosa que se alcanzó con el esfuerzo de unos cuantos para felicidad de todos (…)  

   A esta altura de la Enfermérides no imaginaremos qué hubiese sido de don Enrique Santos Discépolo después de la llegada de Mordisquito a la Casa Rosada aquel domingo 23 de septiembre de 1955. No sabemos. Son cosas reservadas a Dios. Porque a las ediciones de Mordisquito habría que sumar en el haber de este músico y poeta argentino el tango Cambalache, Yira yira, Uno y Cafetín de Buenos Aires, por ejemplo, que pintan a la Década Infame en forma desgarradora. Entonces todo este conjunto lo hubiese condenado irremisiblemente.

   ¿Y a dónde hubiese ido a parar? Tal vez con los 18.000 detenidos en verdaderos campos de concentración… con los más de 120.000 exiliados a los que se les embargó hasta la dentadura postiza… o quizás con el General Valle… o en los basurales de José León Suárez a manos del Coronel Desiderio Fernández Suárez. En verdad no sabemos.

   Mordisquito y otras cosas más son las causas por las que el Régimen habla poco, si es posible nada de Enrique Santos Discépolo. Y nadie jamás dice ni dirá en qué circunstancias un hombre de la calle, como era Discepolín, escribió el estremecedor tango Cambalache que ha dado varias vueltas al mundo.  

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