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LA DODECADA
MARAVILLOSA
1922 - 1943
Juan Pampero

   Hace menos de una semana un economista liberal, de esos que pululan explicando la fortuna y el infortunio con la misma gracia y solvencia con la que usted explicaría cómo lleva los chicos a la escuela, nos recordaba con lágrimas en los ojos, que el período que va del 12 de octubre de 1922 al 4 de junio de 1943, fue el más brillante de toda la Historia Argentina. Y aunque se guardó bien de decirnos para quién fue brillante y qué entiende él por brillante, nos recordó que Argentina era, en aquel tiempo añorado, por lo dorado, la mies y la turgencia, y entre otras cosas, el octavo país del mundo. Después de la Revolución Nacionalista de 1943 se abatiría  la desgracia atroz sobre la Patria, sin que a este término nos hayamos podido recuperar de semejante azote.

   En esta instancia no me tomaré el trabajo de historiar estos 20 años, o poco más, citando autores que haylos y variados; apelando a la retórica maratónica del Congreso Nacional de aquellos tiempos; guareciéndome en las proclamas de los mefistofélicos partidos políticos de aquel entonces; mostrando cartas personales y notas oficiales; sosteniéndome en balances dudosos; exhibiendo balanzas de pagos del comercio exterior; ilustrando sobre el poder adquisitivo del peso con curvas y diagramas. No. Todo esto ya está hecho.

   Solamente, y a partir de esta nota, transcribiré la letra de los tangos escritos en aquel período maravilloso y, sin duda dedicados a él. Pienso que los bardos arrabaleros del primer tercio del Siglo XX, cronistas musicales de su tiempo, sacarían de algún lugar la inspiración para tales letras volcadas luego en sus pequeñas obras. O bien que todo esto fue trabajo puro de la imaginación frondosa de los bates mishios, dado que ellos y el pueblo vivían en la Argentina Maravillosa de Julito Roca, de Federico Pinedo, de Raúl Prebisch en el Banco Central de Justo y de don Marcelo Unión Telefónica de Alvear.

   Por ahora largamos con estos dos que fueron cantados por Carlos Gardel. Y ésta, estimado lector, no es dialéctica marxista, porque justamente los marxistas y progre que estaban en aquella mesa redonda hicieron silencio cuando el enjundioso economista liberal decía su libreto. ¿Será de ignorantes o bien para no recordar que ellos formaron parte de la Unión Democrática en 1945 y fueron partícipes necesarios en el golpe de estado de 1955 y 1976?

   Porque en el reparto de aquel cadáver de la Nación,  ellos fueron los que más ligaron, empezando por la mano de don Lonardi (sindicatos, diarios, revistas, cátedras, las universidades, los colegios secundarios, todo el movimiento cooperativo, la salud, etc.). Decían que luchaban contra los nazis, después contra el Tirano Prófugo y al final, en 1976, contra una inútil, la mujer del Déspota Corrupto. No sé. Vamos entonces, luego del exordio, a las cosas:

PAN

El sabe que tiene para largo rato,
la sentencia en fija lo va a hacer sonar.
Acierte cabrero su misho y amargo,
la luz de la aurora lo va a visitar.
Quisiera que alguno pudiera escucharlo,
en esa elocuencia que la pena da.
Y ver si es humano querer condenarlo,
por haber robado un cacho de pan.
Sus hijos no lloran por llorar…
¡No piden masitas, ni chiches, ni dulces, señor!
Sus hijos se mueren de frío,
y lloran hambrientos de pan.
La abuela se queja de dolor,
doliente reproche que ofende su hombría.
También su mujer, escuálida y flaca:
en una mirada toda la tragedia
le ha dado a entender.
¿Trabajar? ¿A dónde? Es tender la mano
pidiendo al que pasa limosna, ¿por qué?
Recibir la afrenta de un perdón hermano…
¡él que es fuerte y tiene valor y altivez!
Se durmieron todos… cachó la barreta.
¡Si Jesús no ayuda que ayude Satán!
Un vidrio, unos gritos…
carreras de auxilio…
¡un hombre que llora y un cacho de pan!

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CAMBALACHE

.
Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé. En el quinientos seis,
y en el dos mil también.
Que siempre ha habido chorros,
Maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos, valores y doublé.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue de maldad insolente
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue,
y en un mismo lodo todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo
Ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro,
generoso estafador.
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos, ni escalafón:
los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura,
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
¡Pero que falta de respeto,
que atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!<
Mesclao con Stravinsky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera
Irrespetuosa de los cambalaches,
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia contra un calefón.
¡Siglo veinte cambalache,
problemático y febril!
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale no más! ¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamos a encontrar!
¡No pienses más¡ ¡Sentate a un lao!
Que a nadie importa
si naciste honrao.
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata,
que el que jura
o está fuera de la ley.

   A esto, mis queridos marxistas y liberales, hoy unidos y solidarios bajo el eufemismo de progresistas, avergonzados de decirse marxistas o liberales porque son el sinónimo del fraude y el fracaso, no lo van a poder borrar de la Historia ni refregándolo con detergente y lavandina, ni a rasqueta, martillo y formón. Allá están, en miles y miles de grabaciones hechas a lo largo del tiempo, revistas y sobre todo, en el corazón de la gente. Ustedes que son omnipotentes, contra esto, contra el pueblo, no pueden. Ni podrán. Es un verdadero hueso de taba contra el que han chocado ayer, chocan hoy y chocarán mañana.

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