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CARTAS DE JUAN PAMPERO
SOBRE EL "MERDOSUR"

       

Quinta Los Colorados del Monte, julio de 2006.

   A don Carlos Fernández

   Dilecto amigo, buen compañero y antiguo vecino:

   Usted quiere que yo le diga algo sobre esta cumbre del MERDOSUR. Mire que dos cartas me mandaron por esto de su mano y, para calificarlas, las tildaría de calentitas. Ya me referí a esto en el proemio de otra de las mías. No lo repetiré. Y aunque es más difícil que tomar agua patas para arriba, ya mismo me largo al soliloquio.

   Vea mire don Carlos que, para empezar, le preguntaría si esta fue una Cumbre o una Tenida, porque todos los que estaban allí son, y en algún momento de sus vidas anduvieron golpeando las velas y dándole aceitunas al mochuelo de Minerva. Si le hubiesen llamado Traslogia al Aire Libre habrían caído en la amigable sinceridad, y todos sabríamos que ellos sólo tienden la mesa y se comen las migas que caen al piso, porque son otros los que mojan el bizcocho y se toman el café con leche sabroso y calentito.

   Si usted, mi buen amigo, me pudiese aclarar esto, ya un gran paso daríamos. Pero, como este asunto no es fácil de hacer ni de decir, sigo. Y me centro en lo de Cumbre que en lugar de llamarse del MERDOSUR debería llamarse, en tren de la sinceridad que le dije, del DESENCUENTRO que le va mejor. Porque de todos los participantes no hay uno que no tenga intereses encontrados con otro, u otros, vecinos o no, distantes y cercanos. Cuando allí debería reinar la armonía y la sinceridad de amigos y aliados. Más como usted me pedirá ejemplos se los doy: Argentina con Uruguay, ¿qué le parece este naipe para comenzar? Y para seguir, Bolivia con un Chile que, entre otras cosas, le niega la salida al mar. Así continuando le podría citar a Bolivia con Paraguay y Brasil, o Argentina con Chile por la cuestión del gas que les reventará en las manos.

   Como postre le dejo a Venezuela que no ha consolidado su frente interno, porque más del 50% de su población no está de acuerdo con la Revolución Bolivariana. Sí, la Venezuela agradecida por su ingreso al MERDOSUR de mano de la Argentina y que una semana después, en la Haya, voto en su contra. Y un Brasil cuya estructura social es una entelequia, un fiasco, como para escribir un libro con hojas mojadas de llanto.

   Recuerdo cuando Malvinas, que un periodista le hizo una entrevista a Margaret Thacher. En medio del reportaje va este hombre y le pregunta si ella no temía, por las incursiones sobre las islas, a una reacción Latinoamericana. Enseguida la Primer Ministro se descolgó con un sorpresivo: “Latinoamérica, ¿qué es eso?” Y el periodista le respondió: “Bueno, la unión de todos países del Centro y Sur América.” Entonces doña Margaret le contestó en medio de una carcajada hiriente: “¡Pero, señor! ¡Eso es una broma. Porque eso no existe!” Más allá de la bronca, del odio visceral, del deseo de venganza por quien lo dijo, esta es una verdad don Carlos. O por lo menos como ellos nos miran. Y Malvinas le dieron la razón a la Thacher, aunque a usted por esto se le reviente el juanete. Creería, por lo poco que conozco, que nada ha hecho variar aquella situación de abril de 1982 a julio del 2006.

   Pero como por esto usted me querrá pelear, le aportaré otros aderezos. Los países miembros del llamado MERDOSUR anidan en su seno desigualdades dramáticas. Desde un Uruguay, Paraguay, Venezuela y Bolivia con estructuras económicas pastoriles, semifeudales y dependientes; hasta un Brasil industrializado manejado por una plutocracia,  arrastrando como cadenas un verdadero lastre social que el día que reviente vamos a conocer lo que es la bomba atómica en colores; pasando por un Chile que en veinte años ha hecho lo que Argentina en cien sin resolver las cuestiones sociales de fondo; y sigue. Todos ellos tienen, además, estructuras económicas subordinadas al extranjero en porcentajes dramáticos. Sea en lo económico-financiero como en los insumos, etc.

   Y misteriosamente don Carlos, todos estos países, que se muestran dándose arrumacos y caricias ante los ojos de los pueblos, repito, todos, han iniciado una carrera armamentista. Comenzando por Venezuela, pasando por un Chile arremetedor y un Brasil que hasta exporta armamentos de todo tipo. ¿Si estamos haciendo alianzas para la paz, para qué se están preparando para la guerra? Como los potenciales enemigos (Europa, Africa, Asia u Oceanía) están a 10.000 kilómetros de distancia o más, no creo que estas armas se compren para usarse contra aquellos. Entonces, ¿contra quién? Contra algún vecino don Carlos. A menos que usted en su sabiduría me diga otro.

   ¿Y Argentina?, me preguntará alarmado. Bien le digo y le manda saludos. Solamente en el sector de frontera que ocupa la provincia de Misiones hay 500.000 habitantes por todo concepto, contra 15.000.000 del lado brasileño (1 a 15). ¿Y la presión de frontera? ¡Ah, no, don Carlos, no me venga con esas antiguallas! Hay que ser progre mi amigo. Así como es Brasil que sin querer tiene acantonadas las más poderosas divisiones blindadas, de última generación, en ese sector. Un soldado brasileño gana lo que aquí un capitán, sabiendo que el real está casi uno a uno con el peso. Pero es una casualidad. Nada es verdad, todo es casual. Para los progre lo mismo es una vela a Dios que veinte al diablo.

   Para embarrar más la cancha, dentro de esta bolsa de gatos, el único país que sabe dónde estuvo, dónde está y a dónde quiere ir es Brasil, desde el Marqués de Río Branco a esta parte. En Brasil manda Itamaraty: es una ventaja. En Argentina el Ministro de Economía, que normalmente es un clavo remachado, fracasado de fuste, hijo y nieto de muertos de hambre. ¿Entiende la diferencia don Carlos? El resto no sabe ni cómo se llaman. Ni donde están. Ni para qué los puso Dios en este mundo. Son plumas al aire. Albóndigas rodando sin destino, al garete del viento, galgas son. Veletas sin abuela; gatos cocineros que se deslizan a medida que se corre el sol mañanero. Hoy están, mañana no sé y pasado tampoco. Firman en el jabón de la bañera sus compromisos y devociones. Su palabra vale menos que un dedal con pis cervecero de una  trasnochada feroz.

   Ahora bien, yo le pido a usted que con estas harinas me haga una buena torta. No puede me dirá. Ni podrá, le agrego yo. Y si a este gatuperio espeluznante le agrega que deberá moverse dentro de la globalización, tendrá la más completa idea del aquelarre. Porque para estas funciones sean eficientes y eficaces en el nuevo orden, resulta necesario conocer los nuevos paradigmas que impulsa la tecnocracia supranacional para crear un nuevo orden mundial, dentro del cual el MERDOSUR será llamado a plasmarse de una determinada manera, lo queramos a no don Carlos.

   Los empresarios saben, los políticos no porque hasta la billetera se la maneja la mujer, que para exportar se necesitan socios, normalmente externos, o, al menos con el aporte económico y tecnológico de éstos. Y ese aporte proviene de estructuras económicas que no harán ninguna inversión local, ni permitirán alguna transferencia tecnológica para países que no estén política y económicamente alineados con la tecnología supranacional.

   Los conocimientos y la tecnología de las empresas internacionales son superiores a los de cualquier integrante de este rejuntado, y los diseños de sus procesos productivos son más eficientes. Pero mire: como si esto no fuere de por sí lapidario, resulta que las riendas financieras de este conglomerado de mentecatos son altamente sensibles a las decisiones adoptadas fuera de los ámbitos de MERDOSUR. Como dice mi hermano, el peronacho, dejémonos de joder: el poder económico de estos pazguatos se encuentra fuera de ellos, más precisamente en Nueva Cork, Londres, Frankfurt o Tokio. Es lamentable. Y la función de los Ministros de Economía, no es otra que la de ser ejecutores de políticas emanadas y aprobadas desde la tecnocracia supranacional.

   La supuesta subordinación de estos ministros a los Presidentes es un mero formalismo, por cuanto los mismos Presidentes no pueden cambiar sus Ministros de Economía sin que los círculos de Wall Street les den luz verde. Ninguno de los países que conforman el MERDOSUR es un país soberano. Desde sus Presidentes para abajo cumplen funciones gerenciales. Por eso es que a veces los llamo, jocosamente, Virreyes. Ejecutan pero no deciden. Y obsérvelos usted don Carlos: son decidores, piensan mucho, pero ninguno tiene ideas. No lo hacen a propósito. Mire usted a ese pobre hombre, el HuEVO Morales, que nos aparece como un hongo después de la lluvia. ¿Usted cree que es así? Vea: el sistema logra que sólo accedan a puestos claves del gobierno aquellos sujetos y técnicos intelectualmente alineados con sus intereses y su cosmovisión. El MalEVO Morales es un desconocido para nosotros. Para ellos, no. Haber si me entiende don Carlos.

   Piense usted, mi amigo, que si logran esto en los Estados Unidos, ¡cuánto más harían en cada uno de los Virreinatos que, como ya el dije, no tienen patas ni cabeza! Son androides. Mutantes entre naciones. Sin rumbo ni destino.

   Y usted me dice que es el Nuevo Orden Conservador neoliberal. Puede ser. Yo creo que están armando un Sistema que será el basamento de un nuevo Régimen de la patronal. En cada país ya han armado la Nueva Oligarquía que se nutre de la partidocracia: los políticos. Aquí ya está instalada y puesta a prueba por más de veinte años. Y sigue y, ¿seguirá?

   Si usted piensa que cada hombre del mundo desarrollado consume cinco veces lo de un hombre del subdesarrollo, concluirá conmigo que de esto no quedarán ni los cascotes.

   Un abrazo amigo mío. Cuídese del cierzo que está anunciado para estos días.

   Que Dios y su Santa Madre lo protejan. Usted está siempre en mis oraciones.

JUAN

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