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SOBRE EL CÓDIGO DA VINCI      

Quinta Los Colorados del Monte, noviembre de 2006.

   A doña Cristina 

   Mi amiga y compatriota de ley: 

   Hoy es un día fatal, porque tengo que contestar unas 10 correspondencias. Y comienzo por la tuya que, si bien no es contestación, guarda relación con algo que me hiciste llegar hace un tiempo. A ello, como puedes admirar, no lo he olvidado.

   Ayer a la noche ví la película Código da Vinci, contraviniendo tus recomendaciones y consejos. El resumen de mis impresiones son los que siguen.

   La película es blasfema, no hay ninguna duda. Como obra o trabajo es mala. Tal vez su fotografía podría rescatar un diez por cien para que no se hunda en el epíteto de bodrio sin remedio. Pienso que debería ser prohibida a los idiotas, como al Padre Guillermo Marconi, correveidile de Monseñor Bergagoglio, que dijo al salir de la sala de proyección que él no veía nada de malo y que catalogaba al filme entre los policiales.

   Pero si se prohíbe a los idiotas ver películas de yanquilandia, Hollywood no existiría, porque todas sus producciones son, precisamente, para idiotas. Es como fabricar caramelos que estén prohibidos para los chicos.

   La mayor blasfemia está ubicada, deliberadamente, en el centro del trabajo. Es decir, donde la psicología dice que es el momento de mayor atención del auditorio. Ese pues es el mensaje. Y se trata de María Magdalena y sus relaciones con Cristo.

   El resto de la película es una ensalada de puerro y rabanitos, con achicoria y perejil. Temáticas lanzadas al viento sin ton ni son y, sobre todo inconexos. Como en el tren fantasma van apareciendo: la estrella pentada de los pitagóricos (hoy símbolo de la Magia Blanca); el número de Fobonacci no existe, y sí la serie numérica de Fibonacci que contiene al Número Aureo y a las notas de la escala musical, todo lo cual es más conocido que el tango La Comparsita, y para lo único que sirve es para dar un ejemplo cuando se enseñan series numéricas en Álgebra Superior; el Santo Grial: una patraña que nació en la Baja Silesia como leyenda para los niños y que posteriormente tuvo mil versiones en prosa y en verso, sin faltar el desocupado que le puso música a alguno de estos esperpentos y los imbéciles que se la terminaron creyendo;  el Priorato de Sión, que en verdad existe, no llega a tener 300 años de vida y en el filme se le atribuyen 2000; los grados militares son fálicos: cuantos más falos tiene un grado, más alto es; el linaje de Cristo metido dentro de la descendencia merovingia. Todo esto coronado en un final espectacular: la hija de Cristo fue descubierta por un yanqui y vive en Incalaperra. No. No Cristina, esto hace daño a mi cerebro. Prefiero escuchar un discurso de Kirchner.

   Abatiéndose como una sombra quedan: los curas oscurantistas, los militares fálicos y la policía, en este caso la francesa, compuesta por un hato de idiotas sin abuela.

   Pero entre los símbolos detallados explícitamente y otros no tanto, se puede ver fácilmente que son masónicos, como el caso de la reiterada Flor de Lis. Y digo esto porque hoy me levanté indulgente: en verdad son símbolos de la Kabbala judía (el antiguo paganismo oculto bajo la capa rabínica), embebidos de las doctrinas del judaísmo, el neoplatonismo, el gnosticismo, ocultismo, teosofismo, falso misticismo y hermetismo (el de Hermes Trimegisto).

   Campea por allí la figura enigmática de Leonardo da Vinci. ¿Amiga mía: hasta cuándo se aguantará esto? ¿No llegará el día que se diga la verdad de Leonardo, tomado como una deidad en este modernismo fétido? Porque toda su vida fue un pederasta que arrastró tras de si estas pesadas cadenas de sus tendencias de pervertido y degenerado. La Gioconda es él. El que está al lado de Pedro en la Ultima Cena con rostro femenil, es él. Toda su vida fue un inútil. Todo lo que le dieron y pagaron para que haga no lo hizo. Sus dibujos son garrapatos que se ha demostrado ninguno funciona. Sus secciones anatómicas son todas copiadas. Mirá: yo en un tiempo lo estudié pensando que hallaría el adacabadra y a poco lo abandoné. Pero no es raro que haya estado metido en alguna secta satánica de aquellas que funcionaron a caballo de los Siglos XV y XVI. Lo descubierto en España, en el corazón de la Iglesia de la Anunciación en 1515, corrobora lo que estoy diciendo: un templo masónico con todos los símbolos de la masonería, el judaísmo y el satanismo. Unos 23 años antes, Santa Isabel I de Castilla, La Católica, había firmado el edicto de expulsión de los judíos. Se ve que le dieron una bola terrible. Y quien gobernaba a Castilla era su maridito, el medio judío Fernando I de Castilla y V de Aragón. Doña Isabel había muerto en 1505 en Medina del Campo. ¿Qué hago? Me voy a vomitar.

   Más allá de todo esto siento un gran dolor en mi alma: el haber pagado cuatro pesos por la película a pesar de los consejos sabios de mi amiga Cristina. Podía haberme pagado unos fasos y tomarme una buena ginebra.

   Código da Vinci no es una película: es una estafa.

   Un abrazo y saludo a nuestro estilo

   NI YANQUIS NI MARXISTAS

                                                     JUAN
                             Milico Disconforme y medio subversivo

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