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Los Sistemas del Cuerpo Humano y las Enfermedades

Anatomia Alfabetica
Anatomia: Los Sistemas del Cuerpo Humano y las Enfermedades

Sistema oseo

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INMUNIDAD-FUNCIONAM OVARIOS-PULMONES PULMONAR-TARSO TEMPOPARIETAL-URETER
URETRA-VULVA.


Sistemas del Cuerpo Humano y Enfermedades
SISTEMA CARDIOVASCULAR SISTEMA ENDOCRINO SISTEMA INMUNITARIO
SISTEMA DIGESTIVO SISTEMA MUSCULAR SISTEMA NERVIOSO
SISTEMA REPRODUCTOR SISTEMA RESPIRATORIO SISTEMA OSEO
SISTEMA URINARIO



DESCRIPCIÓN SISTEMA ÓSEO



1.- CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA ÓSEO

El esqueleto humano se edifica esencialmente alrededor de un eje fundamental, la columna vertebral, situada verticalmente recorriendo el tronco y formada por el apilamiento de las distintas vértebras. Esta columna se ensancha en su extremidad superior para formar el cráneo, mientras que su extremidad inferior, por el contrario, se adelgaza y afila para formar el sacro y el cóccix.

De la columna vertebral se desprenden lateralmente las diferentes costillas, una serie regular de arcos óseos, que, en número de veinticuatro, doce a cada lado, se dirigen hacia delante para articularse con otra columna, la columna esternal o esternón. Las costillas, en unión con la columna vertebral y el esternón , forman el amplio recinto del tórax.

Rodean la parte superior del tórax dos huesos, la clavícula y la escápula u omóplato, que conforman lo que se ha convenido en llamar "cintura torácica". De esta cintura penden lateralmente una serie de palancas que se articulan entre sí y cuyo conjunto constituye el miembro superior o torácico. Este miembro superior se compone de tres segmentos, que son, en orden descendente; el brazo, cuyo esqueleto lo conforma el húmero, el antebrazo, constituido por los huesos cúbito (por dentro) y radio (por fuera), y la mano, que comprende el carpo (con ocho huesos), el metacarpo (con cinco huesos) y los dedos (con catorce huesos).

De igual manera, de la parte inferior de la columna vertebral se desprenden, en forma de anchas alas, los huesos coxales. Articulados entre sí en la línea media anterior, se unen por detrás con el sacro y el cóccix, formando con ellos el recinto de la pelvis, a cuyos lados se implantan los miembros inferiores o pelvianos. El miembro inferior, constituido análogamente al miembro superior, consta de tres segmentos, que son, en orden descendente: el muslo, cuyo esqueleto viene dado por el fémur; la pierna, constituida por la tibia y el peroné, y el pie, formado a su vez con una sucesión de pequeños huesos, el tarso (con siete huesos), el metatarso (con cinco huesos) y los dedos (con catorce huesos).

A lo largo del esqueleto también se pueden identificar ciertas cavidades: la cavidad craneal, limitada por los huesos del cráneo; la cavidad torácica, limitada por las costillas; la cavidad pelviana, limitada por los huesos de la pelvis y la cavidad abdominal, que es el área comprendida entre tórax y pelvis.



2.- HUESOS

La estructura principal del esqueleto es el hueso, que es una sustancia extraordinaria con propiedades esenciales como la de rigidez con capacidad de curvatura, su fortaleza y el ser ligero. Para poder observar como su estructura le dota de estas propiedades, hay que observar su textura microscópica.

El material básico es una proteína llamada colágeno, que se presenta en grandes y largos hilos dispuestos como una encrucijada y que proporciona al hueso su elasticidad. En el enrejado de colágeno hay cristales de material de un complejo de calcio y fósforo, y es este componente mineral el que le proporciona la rigidez. Es importante darse cuenta de que estos cristales minerales no pueden depositarse sin la red de colágeno. Una propiedad digna de mención de estos cristales es que, bajo comprensión, generan un campo eléctrico a nivel de líneas perpendiculares a la fuerza de comprensión, que atrae células óseas especiales para reservar más hueso bajo la influencia de este campo. Ello supone que cuando se aplica una fuerza sobre el hueso, se deposita más hueso en relación a la fuerza de tensión, formando capas y aumentando así en aquellos lugares donde es más necesario.

Si observamos un esqueleto vemos que hay huesos de todos los tamaños y formas, aunque todos están compuestos de la misma manera fundamental.

El hueso es un armazón con dos tipos diferentes de refuerzos. En los extremos encontramos muchas de las capas mencionadas anteriormente llamadas trabéculas, y dispersas entre ellas está el tejido responsable en la producción de las células sanguíneas. Este tipo se llama hueso esponjoso.

El cuerpo del hueso (diáfisis) está hueco y su armazón reforzado aquí con intensidad para formar un tipo de hueso muy denso llamado hueso compacto. En conjunto tal estructura hace al hueso fuerte a la vez que ligero.

En el extremo del hueso a nivel de la articulación, hay un material suavemente elástico y denso, llamado cartílago hialino. El hueso está recubierto por una membrana fibrosa llamada periostio, que contiene vasos sanguíneos y le proporciona varios nutrientes. La mayoría del aporte sanguíneo se hace a través de una o dos arterias (arterias nutricias) que resultan suficientes.

El hecho de que la mayoría de los fósiles sean fragmentos óseos principalmente, hace pensar que el hueso es un tejido muy resistente a través del tiempo, pero mientras forma parte de un cuerpo vivo no es así. Está siempre en un permanente estado de cambio. La descomposición y reconstitución ósea es constante y la tensión física juega un importante papel en el mantenimiento del hueso sano y fuerte. Otro factor importante es la disponibilidad de calcio y fósforo, cuyos niveles sanguíneos necesitan control para que estén disponibles cuando se requiera. Las paratiroides y el tiroides segregan productos hormonales que influyen en los niveles de calcio y fósforo.



3.- LAS ARTICULACIONES SINOVIALES

Un esqueleto fijo y compacto, aunque proporcionase soporte al cuerpo impediría el movimiento. Es, por tanto, necesario que se rompa la continuidad de aquel para permitir puntos en los que pueda tener lugar el movimiento. Son las llamadas articulaciones.

La movilidad que estas articulaciones permiten varia enormemente, por un lado tenemos la de huesos como el del cráneo, que sólo permiten movimiento durante el nacimiento, y por otro existen articulaciones como las de la cadera o el hombro, que permiten casi movimiento completamente libre. Estas últimas son las articulaciones sinoviales y merecen especial atención.

Si observamos una articulación sinovial, la característica más notable es la existencia de un espacio entre los huesos. Las superficies óseas en yuxtaposición están cubiertas con cartílago hialino o articular, y el espacio entre las dos superficies está cubierto por una delgada película de líquido llamada sinovial, formado por la membrana de este mismo nombre que tapiza todas las partes de la articulación excepto donde precisamente hay cartílago articular.

El líquido sinovial tiene tres importantes funciones: proporciona una fuerza de cohesión entre las dos superficies móviles, ayudando así a mantenerlas juntas y lubrificadas; además sirve para la nutrición del cartílago articular y, en tercer término, cuando se aplica una fuerza a la articulación, la parte acuosa del fluido llega al cartílago, suministrándole alimento. Por ello el movimiento articular es importante para ambas cosas, tanto para mantener la superficie lubrificada como para el buen estado del cartílago. Rodeando esto hay una membrana fibrosa que es la cápsula articular.

Como hemos dicho, las articulaciones sinoviales son aquellas que permiten el movimiento relativamente libre y se clasifican de acuerdo con el grado de movimiento que proporcionan.